La actriz española más galardonada de la historia ha añadido esta semana una nueva distinción a su trayectoria, el Premio Nacional de Cinematografía que concede el Ministerio de Cultura y Deporte. Penélope Cruz se une así a un grupo de figuras ilustres del cine español como Luis García Berlanga, Ángela Molina o José Sacristán.
El comunicado del ministerio celebra a Cruz como “una actriz icónica cuyo brillante legado enriquece el patrimonio cultural español”. Palabras grandilocuentes pero innegables: pocas actrices, españolas o extranjeras, tienen una trayectoria comparable a la de Penélope Cruz. Y esta trayectoria comenzó en un lugar improbable, Alcobendas, donde ella misma reconoció al recoger su Oscar, que todo esto “no era un sueño muy realista”.
Cuando Cruz describe su infancia evoca una estampa costumbrista de la clase media española en las periferias urbanas de los 80: su madre, andaluza, era peluquera; su padre, extremeño, mecánico; y ella se pasaba las tardes en clase de ballet. A los diez años empezó a sentir curiosidad por el cine y su padre le compró un reproductor Betamax, que en aquella época era tan raro que todos sus vecinos querían ir al salón de los Cruz solo a mirarlo.
España descubrió la cara de Penélope Cruz varios años antes de conocer su nombre. En 1989, a punto de cumplir 15 años, interpretó a la chica de La fuerza del destino. No se sabe el momento exacto en el que inició una relación con el compositor de la canción, Nacho Cano, aunque en alguna ocasión ella ha dado a entender que empezó en 1990, cuando la actriz tenía 16 y el músico 27.
Ya entonces Cruz exhibía un instinto y una ambición extraordinarios como artista y como profesional. Después de ver '¡Átame!', decidió que quería hacer carrera como actriz así que buscó en las páginas amarillas agencias de representación y se presentó en la oficina de Katrina Bayonas.
Tres veces le dijo que no, que era demasiado joven, y tres veces regresó. “Me pidió que le hiciera un monólogo de 'Casablanca'”, recordaba el año pasado Cruz en The Hollywood Reporter. “Pero yo le dije que era demasiado niña para eso, que me dejara hacer un monólogo libre”. Aquel verano de 1990, Bayonas seleccionó tres intérpretes de entre 300 candidatos. Cruz fue uno de ellos. Hoy sigue siendo su representante.
Bigas Luna le indicó que era demasiado joven para 'Las edades de Lulú', pero le prometió que le daría un papel en su siguiente película. Y lo cumplió. 'Jamón jamón' fue el debut cinematográfico de Cruz con un personaje que se grabó en el imaginario colectivo del público español: una belleza carnal, salvaje y ardiente. O como resumía el personaje de Javier Bardem, “una jamona”. La actriz ha confesado que irrumpir en las pantallas con un papel tan erótico a los 17 años marcó sus inicios profesionales, así que tuvo que tomar la decisión deliberada de evitar papeles similares.
Gracias a esa resolución pudo exhibir su rango en papeles tan diversos como el de 'Belle Epoque', el de 'La celestina' o el de 'Abre los ojos'. Pedro Almodóvar incluso se planteó darle el papel protagonista de 'Kika'. Para cuando recibió su primer Goya en 1999 por 'La niña de tus ojos', con 24 años, Cruz ya había recibido comparaciones con Audrey Hepburn, Sofia Loren o Carmen Sevilla. Y solo seis años después de su debut se lanzaba a la aventura americana.
Los primeros proyectos estadounidenses de Cruz resultaban prometedores. Tenían directores como Cameron Crowe ('Jerry Maguire'), Stephen Frears ('Las amistades peligrosas') o John Madden ('Shakespeare enamorado') y estrellas como Matt Damon, Nicolas Cage o Woody Harrelson. Pero ni 'Hi-Lo Country', ni 'Todos los caballos bellos', ni 'La mandolina del capitán Corelli' cumplieron las expectativas comerciales y de premios a las que aspiraban. Daba la sensación de que Cruz había abandonado una carrera espléndida en España para perseguir una carrera irrelevante en Hollywood.
“Todos eran proyectos increíbles. Entiendo que desde fuera se ve diferente, pero yo nunca tracé un plan o una estrategia. Ni siquiera me mudé a Los Ángeles. Mi casa siempre ha estado en Madrid y cuando no estaba trabajando volvía a España con mi familia”, ha explicado la actriz. Su rechazo hacia la prensa del corazón, a la que atendía con educación pero con distancia cada vez que la abordaba en el aeropuerto de Barajas, perjudicó su imagen pública.
La actriz se ganó fama de borde, de soberbia, de prepotente y de distante. En un país con tendencia a los complejos de inferioridad como es España, el éxito ajeno, especialmente si es en el extranjero, siempre se escruta con suspicacia. Y el prejuicio contra Cruz caló tan hondo que le ha costado dos décadas derribarlo (algunos de hecho todavía siguen viéndola como una actriz sobrevalorada y/o antipática). No ayudó que aquellos fuesen los años de su relación con Tom Cruise, un asunto que España y el mundo entero parecen haber decidido olvidar pero que en su momento se percibió como una muestra de que Cruz no daba pie con bola en su proyecto americano.
Tom Cruise se acababa de divorciar de Nicole Kidman cuando conoció a Cruz durante el rodaje de 'Vanilla Sky', el remake de 'Abre los ojos' en el que la actriz interpretaba el mismo personaje. (Cruise había producido 'Los otros' para “tener cerca a Amenábar mientras preparaba el remake”, según contaría José Luis Cuerda). La relación duró dos años. Y ya está. Nadie sabe nada sobre esta pareja. El biógrafo del actor, Andrew Morton”, le quita importancia a la relación y la describe como “un colegueo”.
A principios de 2004 anunciaron su ruptura. “Somos amigos, nos llevamos de maravilla. Nadie ha traicionado a nadie. Todo el mundo tiene problemas, yo también, no soy especial”, contaba la actriz, que negaba estar deprimida. “Acabo de ver a Tom en Berlín. Yo también tengo una relación muy buena con con mi primera pareja con la que estuve seis años, Nacho”, añadía.
Aunque se publicaron los previsibles rumores de que la Cienciología había tenido algo que ver en la ruptura (Cruz es católica y exploró el budismo durante su relación con Nacho Cano), apenas existen detalles confirmados sobre la relación. Tampoco debieron compartir demasiado tiempo juntos, teniendo en cuenta que Cruise rodó cuatro películas en ese año y Cruz cuatro. Y cada una en un lugar diferente del mundo. Una de ellas, la italiana 'No te muevas', recondujo la carrera de Penélope Cruz y la impulsó hacia un estatus que pocas estrellas han alcanzado.
Cruz ganó el David de Donnatello por 'No te muevas' en 2005, logró su primera nominación al Oscar por (y su segundo Goya) por 'Volver' en 2007 y, finalmente, en 2009, se convirtió en la primera actriz española en ganar un Oscar por 'Vicky Cristina Barcelona'. El año anterior lo había ganado Javier Bardem, quien ha reconocido que aunque sí hubo tensón sexual en el rodaje de 'Jamón jamón' (“Éramos jóvenes, cómo no iba a haber atracción”, admitió en The Guardian) no ocurrió nada porque ambos tenían pareja.
Bardem y Cruz se casaron en 2010 y han llevado su matrimonio con toda la discreción posible. A veces desvelan anécdotas que demuestran la normalidad, dentro de las circunstancias, con la que llevan su vida familiar, como que guardan Oscar dentro de un armario en un despacho. No se sabe hasta qué punto sus hijos (León, de diez años, y Luna, de ocho) son conscientes de la dimensión del estrellato de sus padres, que hasta los 16 años no tienen previsto dejarles utilizar teléfono móvil.
Este año la pareja consiguió respectivas nominaciones al Oscar. En ambos casos es la cuarta. Y probablemente en ambos casos no será la última. Cruz ha trabajado con algunos de los mejores directores del mundo (Almodóvar, Assayas, Farhadi, Scott, Allen) y sigue alternando superproducciones de Hollywood como 'Agentes 355' con cine de autor como la argentina 'Competencia oficial' y apuestas por voces nuevas como 'En los márgenes', el debut en la dirección de Juan Diego Botto que se estrena este verano.
El Premio Nacional de Cinematografía es un reconocimiento más para una actriz que, más que cumplir sueños improbables, está alcanzando metas que no existían antes de que ella las cruzase. En ese armario del despacho no no solo guarda un Oscar, tres Goyas y un David de Donatello sino también un César de honor, un Bafta, un premio de Cannes (por 'Volver') y una Copa Volpi de Venecia (por 'Madres paralelas').
Todo esto no parecía muy posible en la Alcobendas de los 80. Pero es que también parecía difícil en aquel Hollywood de finales de los 90 que se empeñó en convertirla en una estrella pero solo la colocaba en fracasos. Incluso parecía improbable durante algunos años de la década pasada, en los que encadenó varias películas fallidas como 'A Roma con amor', 'Venuto al mundo', 'La reina de España' o 'Loving Pablo'. Pero entonces creó una Donatella Versace icónica, sufrió como nadie en 'Todos lo saben' y recibió las mejores críticas estadounidenses de su carrera con 'Madres paralelas'. Y el mundo entero recordó por qué está enamorado de Penélope Cruz. Esta vez, no va a volver a olvidarlo.