No se trata de negar la mayor: nadie desea padecer alzheimer. Nadie quisiera que un familiar suyo, madre, padre, hermano, dejara de recordarlo, o recordarse. Y sin embargo -porque siempre hay un sin embargo en la experiencia humana-, existen un sinnúmero de casos en los que las personas no solo lidian con la enfermedad, sino que utilizan los desafíos que acarrean como un detonador de acciones y emociones positivas. Para ilustrarlo, hemos elegido algunas películas que reflejan ese lado optimista de la convivencia de una enfermedad que transforma nuestra relación con el mundo. Una forma de ver el vaso medio lleno, antes de dejar de ver el vaso.
Una de las piedras angulares de cualquier lista de películas sobre el alzhéimer. No solo por su estatus de clásico, por la memorables actuaciones de Peter Fonda y Katharine Hepburn (ambos obtuvieron el Oscar por sus roles) y Jane Fonda (en la primera y única vez que actuó junto a su padre), sino por el correlato real que corría debajo del rodaje: la relación de padre e hija, como en la cinta, tenía demasiadas aristas por resolver. El personaje de Henry Fonda va perdiendo contacto con la realidad pero el actor era alguien que voluntariamente la evadía. El gran aporte de la película es su apuesta por romper con los silencios, da igual si nos lo impone la enfermedad o nosotros mismos. En ese sentido normaliza de una manera positiva a los pacientes, presentándolos no como víctimas sino como personas.
La favorita de todos. Pocas cintas como la de Campanella alcanzan este casi perfecto equilibrio entre humor (agridulce, es cierto, pero humor al fin), ternura y dramatismo. Una absolutamente conmovedora Norma Aleandro muestra una cara dulce del alzheimer, recordándonos que en esa nave del olvido hay mucho también de recuperación de la inocencia. Los personajes de marido e hijo, interpretados por unos geniales Héctor Alterio y Ricardo Darín, dan la contraparte perfecta como el entorno anclado en la realidad que tiene que lidiar con sus propios problemas pero que encuentran en la madre la motivación necesaria para resolverlas.
Como en casi todas las películas que orbitan alrededor de la enfermedad, 'Iris' es conmovedora porque explora las relaciones más cercanas de las personas que padecen la enfermedad, sin evadir ninguna de las dificultades que esto conlleva. En este caso, hablamos además de personas reales, ya que se trata de los escritores Iris Murdoch y John Bayley. Los dos momentos vitales que explora la cinta, además, el primero cuando la pareja protagonista es jóven y tiene toda la vida por delante, y el segundo cuando ella empieza a perderse en el alzheimer, marcan un contrapunto en el que ninguna de las dos épocas parece menos importante, e incluso enriquecedora, que la otra. El amor conyugal, como una forma de compañía y testimonio, nos deja un sabor dulce en la boca.
Era difícil sacar a un político español del contexto más inmediato, siempre atravesado de pugnas ideológicas y partidarias. De ahí el enorme mérito de Carles Bosch para trazar un retrato profundamente humano del ex presidente de la Generalitat catalana Pascual Maragall, diagnosticado con alzheimer desde 2007. 'Bicicleta, cuchara, manzana' es un título que alude a la necesidad de recordar lo más elemental, pero también a elementos que tiene que ver con la diversión, el movimiento, la dieta, el cuidado, en suma. Todo en un tono perfectamente íntimo, mientras nos acercamos a la mente cambiante de Pascual, la persona, y nos alejamos del político.
La palabra 'siempre' es profundamente significativa si se trata de una película que tiene que ver con el olvido. Es una declaración de permanencia ante el fantasma de lo efímero y la pérdida. Elegimos esta cinta porque muestra un aspecto poco usual de la enfermedad: el del alzheimer temprano y la dificultades que tiene una persona relativamente joven para asumir el paulatino deterioro en la plenitud de su vida. Una conflicto que puede llevarnos a decisiones terribles pero que finalmente es capaz de lidiar gracias, otra vez, al entorno familiar y las relaciones poderosas.