Lo malo de los tríos es que siempre, tarde o temprano y por nimia que sea la razón, uno de los tres se ve enfrentado al hecho de tener que decidir. No es, digamos, el escenario ideal. Y sin embargo, suena tristemente frívolo ante la decisión que tiene tomar Sophie Zawistowska -inolvidable Meryl Streep- en esta cinta estrenada hace ya cuatro décadas. De hecho, el genio de William Styron, autor de la novela, y Alan J. Pakula, director de la cinta, tiene mucho que ver con fluctuar entre esos registros emocionales -la crueldad y el amor, la pasión y la lealtad, la inocencia y el trauma- y hacerlos coincidir en una historia inolvidable.
Esta semana, con un par de años de retraso, se reunían en Nueva York, Meryl Streep, Kevin Kline y Peter MacNicol, los protagonistas de la cinta para conmemorar su 40 aniversario. "Estamos los que quedamos" decía una nostálgica Streep seguramente refiriéndose a Styron, Pakula y tantos otros. Entre el público, Cate Blanchett, Ethan Hawke, Claire Saine, Uma Thurman, Matthew Modine... Todas congregadas para conmemorar la historia de Stingo, el aspirante a escritor ávido de experiencias y su fascinación por la pareja formada por Sophie y Nathan, unos personajes tan vitales como llenos de secretos inconfesables, tan apasionados como rotos.
Meryl Streep obtuvo su segundo Oscar - el primer lo ganaría con 'Kramer vs. Kramer'- por una interpretación que, tal como describía un crítico tras el estreno, "toca todas las emociones posibles". Para interpretar a esta superviviente de Auschwitz, Streep no solo tuvo que aprender polaco y alemán sino que tuvo que prácticamente rogarle a Pakula que le diera el papel. De hecho, el autor de la novela confesaba que lo había escrito con Ursula Andrews en mente.
Tras ser fichada, la implicación emocional de Streep fue tal que le pidió al director grabar solo una toma de la escena que da título al libro, en la que es obligada por un sádico nazi a decidir a cuál de sus hijos salvar de la muerte. Era imposible para ella interpretarla dos veces.
Finalmente, spoiler alert, no se salva ninguno - ¿qué queríais? son nazis- pero tampoco se salva la propia Sophia, que carga con sus decisión por el resto de sus días en una infierno de culpa que ni el amor (o el alcohol) pueden aplacar. Todo esto es narrado con un impecable uso del flashback y mientras el trío protagónico vive un romance a tres bandas en el que la pasión y la amistad son fuerzas igual de poderosas (aunque a veces excluyentes) y la vida parece brillar tanto como las luces de Coney Island, tan alejadas de la crueldad de la guerra.
Kevin Kline y Peter MacNicol lo bordaron también en sus papeles, pero sin duda las múltiples capas que atraviesa la psiquis de Sophie y que son reveladas magistralmente por Streep son las que hicieron de esta la película un clásico.