Sylvester Stallone sabe lo que es la vida dura: le echaron de su trabajo en la taquilla de un teatro porque le pillaron revendiendo entradas, vivió tres semanas debajo de un puente y, cuando ya no podía alimentarlo, tuvo que vender a su perro por miserables 60 pavos. Cuando cobró un adelanto por el guión de 'Rocky' intentó recuperarlo al bullmastiff, pero el tío que se lo había comprado le pidió 3.000 dólares... o aparecer en la película. Es el hombre que saca la basura del gimnasio cuando llega Rocky y dice "no estoy sordo, solo soy bajito".
Pero entre todos los rigores que le han demandado sus papeles, ni el constante entrenamiento, ni las horas en el gimnasio -aunque asegura nunca haber tomado anabolizantes, se sabe que una vez lo detuvieron con 48 frascos de Jintropin, una 'hormona de crecimiento'-, ni subir corriendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia, ni las durísimas escenas de acción de Rambo le han costado tanto como el papel que, asegura, es el que más exigencia física le ha demandado de toda su carrera. Y un papel que obtuvo a los 75 años.
Se trata del personaje de Dwight 'El General' Manfredi, en la serie de Paramount 'Tulsa King', un mafioso que sale de prisión tras 25 años de cárcel y tiene que conquistar un nuevo 'territorio' para recuperar su lugar en 'la familia'. El personaje es casi un calco de Stallone, por lo que no es 'exigente' en ese sentido, pero son las largas jornadas de rodaje las que han acabado 'matando' al veterano actor. Y sí, hablamos de alguien al que al nacer tuvieron que sacar con fórceps rompiéndole un nervio de la cara (razón de su característica expresión /no expresión y de su voz), el mismo al que Dolph Lundgren mandó al hospital en Rocky IV (los médicos le dijeron que solo habían visto desastres como ese en accidentes de coche), y el mismo que, sin ir muy lejos, se rompió el cuello y la espalda (y se dislocó ambos hombros) tras una caída rodando 'Los Mercenarios' en 2015. Nada, hacer televisión es peor.
"Es más que duro -le dijo a Variety recientemente-. No puedo creer que algunas personas lo hayan hecho durante cuatro, cinco o seis temporadas. Es brutal comparado con el cine. Nunca volveré a decir 'esto es un rodaje duro' en un largometraje. Comparado con esto, ¡lo de hacer películas son unas vacaciones! Realmente lo es".
Tal es la 'dureza' de los rodajes en televisión, que Stallone duda si embarcarse en una segunda temporada como el gángster Manfredi "a menos que trasladen el rodaje a mi casa de Palm Beach". Hay cosas que a los 77 años cuestan más que cualquier rutina de ejercicios.