Una vez, años antes del estallido del #MeToo, Judi Dench se tatuó el nombre de Harvey Weinstein en el culo. Es verdad. Lo hizo en modo fake -le pidió a un maquillador que le escribiera "JD Loves HW" o "Judi Dench ama a Harvey Weinstein"- y, afortunadamente, para la Dama del Imperio Británico, el tatuaje se borró casi con la misma rapidez que el prestigio del productor tras conocerse sus reiterados abusos sexuales.
Todo esto para decir que Judi Dench es bastante punk, pero racional. Por lo mismo, no le tembló el pulso a la hora de condenar enérgicamente a Weinstein -quien fuera un gran valedor de su carrera-, una vez publicadas las denuncias en su contra. Una mujer admirable sin duda. Y la primera, junto a su colega Siân Philips, en ser admitida en el exclusivo Garrick Club, hasta mayo de este mismo año "un club para caballeros" entre los que se contaban decenas de miembros de la Cámara de los Lores, jueces, aristócratas, músicos, artistas, etc. Ah, y el Rey Carlos III.
¿No es divertido que alguien como Dench emascule una institución como el Garrick Club? No lo ha hecho sola, alguien tuvo que proponerla -según las añejas reglas del Garrick, te tiene que proponer un miembro, avalar otros y luego tu candidatura deberá ser sometida a votación antes de que sea juzgada, finalmente, por un jurado de una veintena de miembros- y además antes, los miembros varones, o sea todos, tuvieron que votar para que se cambie la norma aquella de club exclusivo "para caballeros". Llevamos más de dos décadas de s. XXI pero tampoco os creáis que fue tan fácil. Solo aprobó la moción el 59% de los miembros. Lo que equivale a decir que un 41% no quería mujeres en sus mullidos sillones ni bebiéndose sus exclusivos brandys o lo que sea que tengan a bien a ser los gentlemen.
Un club para caballeros inglés es como una churrería española: tiene todo el sentido. ¿Tiene sentido una churrería inglesa? Pues eso. Lo cierto es que desde hace siglos existen los Clubs en España: el Real Club Puerta del Hierro, por ejemplo, fue fundado por Alfonso XIII en 1895. Y ahí sigue. Tan exclusivo que desde hace tres décadas ya no acepta nuevos socios.
Más populares, tan populares como el barrio de Salamanca, clubes como Matador o el Casino de Madrid o Argo, regalan a sus pudientes socios entretenimiento exclusivo, exquisita culinaria y hasta una variopinta oferta cultural para mantenerse al día. SEgún los compañeros de limusinaspremiomadrid.com, que de este tema deben saber un poco, todos estos clubes "son espacios exclusivos y sofisticados pensados para personas que quieran encontrarse en lugares elegantes y disfrutar de una charla, exposiciones, eventos, fiestas, etcétera. Antiguamente, los clubs privados se empleaban para el juego y los apuestas pero, hoy en día, son lugares de reunión en los que los socios pueden disfrutar de una velada muy agradable en la más absoluta intimidad".
Volviendo al Garrick Club y sus nuevas miembras, dicen que los socios más conservadores intentaron boicotear el ingreso de mujeres a sus salones. Fueron otro socios más 'jóvenes', como los músicos Sting o Mark Knopfler, los que se amenazaron con largarse si no se aceptada la votación. Money for nothing and chicks for free.