Hay que tener muy mala baba para aprovecharse de alguien a quien le ha dado un derrame cerebral. Pero si hay algo a lo que está acostumbrada Sharon Stone, es la mala baba imperante en un entorno, el de Hollywood, que en sus propias palabras "está hecho para ser misógino". En una reciente entrevista con Hollywood Reporter, y con su habitual honestidad, Stone ha recordado cómo, tras el accidente cerebro vascular que sufrió en 2001 -"pasé dos años sin ser capaz de leer"- y tras una larga convalecencia, se encontró en bancarrota.
"Tenía 18 millones de dólares ahorrados gracias a todo mi éxito, pero cuando recuperé mi cuenta bancaria, todo había desaparecido. Mi refrigerador, mi teléfono... todo estaba a nombre de otras personas", ha dicho Stone. Tras el durísimo derrame a la actriz le dieron apenas un 1% por ciento de posibilidades de sobrevivir. Y cuando lo hizo, había perdido la audición en un oído, le habían implantaron quirúrgicamente 23 bobinas de platino en el cerebro y se había separado de su marido, Phil Bronstein. Y aún le faltaba descubrir el desfalco económico. "La gente de aprovechó de mí durante ese tiempo. Me quede sin nada de dinero, no tenía nada".
¿Cómo te recuperas de so? La actriz de 'Instinto básico' cuenta que experimentó una deriva espiritual que la trajo, casi literalmente, de regreso de la muerte. "Un monje budista me dijo que había reencarnado, pero en mi mismo cuerpo. Tuve una experiencia de muerte y luego me trajeron de vuelta. Sangré dentro de mi cerebro durante nueve días, por lo que mi cerebro quedó empujado hacia el frente de mi cara. No estaba ubicado en mi cabeza donde estaba antes. Y mientras eso sucedía, todo cambió". Stone ha recordado cómo se vieron modificados todos sus sentidos, olfato, vista, tacto. Y cómo prácticamente tuvo que dejar de trabajar durante siete años, ya que durante años no era capaz ni de leer. Durante mucho tiempo muchas personas, incluida ella misma, pensaron que no se recuperaría. Pero lo hizo.
Durante la extensa entrevista Stone habla también de como tuvo que lidiar con personajes de la calaña de Harvey Weinstein, y no solo como productor, sino como colaborador habitual de la Fundación Americana para la Investigación del Sida, de la que ella era portavoz: "Harvey Weinstein no abusó sexualmente de mí, pero sí abusó físicamente de mí. Me tiraba al otro lado de la habitación, me agarraba. Cuando hacía la subasta de amfAR, él subía al escenario y me ponía la mano alrededor del cuello, luego agarraba el micrófono e intentaba cambiar las ofertas. Lidiar con él me exigió una enorme cantidad de paciencia".
Desde que el mundo se fijara obsesivamente en la escena del cruce de piernas en 'Instinto básico', Stone ha vivido en carne propia, nunca mejor dicho, la cosificación de la industria. Y ha hablado, también sin tapujos, sobre el constante, acoso sufrido por una actriz que "luce como yo". Y sin embargo, a la hora de valorar los avances logrados gracias al #MeToo, tampoco se corta al decir que "sí, quiero poder decir “No, gracias” si no quiero que pase algo. Pero si es el hombre adecuado y me tira contra la pared y me besa, sí, por favor. Echo mucho de menos la pasión. Echo mucho de menos la expresión sexual. Todo esto me resulta muy asfixiante".
Para Stone, además, habría que diferenciar entre lo que es un delito menor y lo que es un delito grave. "Hay una diferencia entre una palmada en el trasero y una violación. No son lo mismo". Y ha asegurado que no se arrepiente de ser una defensora que se le de la oportunidad de rehabilitarse a actores como Kevin Spacey, cancelado y en bancarrota tras agredir sexulamente a varios hombres. "Kevin agarró a la gente por los genitales. A mucha gente. Pero nadie ha dicho que los haya violado o forzado a tener un encuentro sexual. Pero hay mucho odio hacia él porque en su caso fue de hombre a hombre. Por eso no se le permite volver. Porque ofendió a los hombres. Pero ¿sabes cuántos hombres me han agarrado los genitales a lo largo de mi vida? Muchos más de los que Kevin Spacey ha agarrado los genitales de los hombres. Y ninguno de ellos me ha pedido disculpas".
Hoy, cuando recuerda los duros años previos a su regreso a la vida, asegura que decidió "permanecer presente y dejarme llevar. Decidí no aferrarme a la enfermedad ni a ningún sentimiento de amargura o ira. Si muerdes la semilla de la amargura, nunca te dejará. Pero si tienes fe, incluso si esa fe es del tamaño de una semilla de mostaza, sobrevivirás. Así que ahora vivo para la alegría. Vivo para un propósito", asegura.