'El último suspiro' de Costa-Gavras en San Sebastián: "No me gusta hablar de la muerte, prefiero hablar del viaje"

Junto a 'Los destellos' (Pilar Palomero) y 'La habitación de al lado' (Pedro Almodóvar), podría decirse que 'El último suspiro', del director franco-griego Costa-Gavras, completa una especie de tríptico inesperado del acompañamiento en el proceso de morir, en San Sebastián. La nueva cinta del director de 'Desaparecido' mantiene intacto el tono de comentario político de su autor, sin renunciar a entender el cine como una expresión principalmente artística. Pero además agrega pinceladas de un humor necesariamente agridulce a los tópicos de la eutanasia, la muerte digna y los cuidados paliativos.

Porque contrariamente a lo que uno pudiera pensar, 'El último suspiro' no solo ofrece varias versiones del enfrentamiento a la muerte -versiones que van de la exaltación a la rabia- sino que lo hace a través de un diálogo amistoso y apasionado, el del médico Augustin Masset y el escritor Fabrice Toussaint que se enfrentan cara a cara, uno con el final de la vida de sus pacientes, y el otro con su propio destino.

Un viaje sensible entre el humor y el llanto en el que Costa-Gavras ficciona los casos reales que trataron las versiones auténticas de Masset y Toussaint: una mujer solo busca morir con dignidad (la interpreta Charlotte Rampling), otra mujer solicita la eutanasia (Angela Molina) y se despide con una fiesta; y una tercera (Marilyne Canto) más joven, reacciona con rebeldía ante la muerte temprana.

Un interés personal

"He hecho esta película primero porque me interesaba el tema personalmente -ha dicho el director nacido en Atenas hace 91 años-. Estoy en una edad en la que el horizonte de la muerte se acerca cada vez más. Llevo tiempo preguntándome esta cuestión: ¿cómo terminamos? Podemos morir en medio del miedo y el terror o con dignidad. Se trata de no aterrorizar a los vivos, pero hay que afrontarlo", señalaba en conferencia de prensa.

Sin embargo, el director también ha confesado que "no me gusta hablar de la muerte". Para Costa-Gavras, esa "es una palabra que nos da miedo desde que somos niños. Prefiero hablar del viaje. La salida, mejor. Al paraíso u otro lugar. Cada uno puede tener la esperanza que desee tener. Algo esencial. Pero lo esencial es irnos con dignidad". 

El director de 'Z', también asegura que según su punto de vista lo ideal sería no dejar un rastro de miedo o terror tras nosotros. "Tengo algunos ejemplos en mi vida. Alguien muy cercano decía 'no me dejes irme', daba miedo. Eso ha permanecido conmigo. ¿Pero qué podemos hacer? No depende de nosotros. Tenemos que prepararnos con convicción y una sonrisa porque es inevitable. Ese para mí es el sentido de la película".

Por otro lado, siendo un cineasta abiertamente político, no podía faltar el apunte social de la historia que ha querido contar: "Los políticos deberían crear lugares para que el que ya no le interesa su vida, que ya no tiene memoria y cabeza, pueda encontrar ayuda para morir en las mejores condiciones posibles. Cada vez vivimos más años y somos más las personas mayores. Nadie aún se atreve a ir a un hospital a decir 'ayúdeme a morir', pero esto debería llegar".