Lo cierto es que a Maggie Smith le hubiera enfadado mucho el título de este artículo. En realidad, más que enfadarle, lo hubiera encontrado despreciable. En cada una de las entrevistas que dio en su vida se puede percibir ese sentido del humor sarcástico y flemático, tan increíblemente británico, que le venía como anillo al dedo. Y no es que la legendaria actriz despreciara su papel de Minerva McGonagall en la saga de Harry Potter, pero lo cierto es que para cualquier artista con más de 70 años de carrera, que se dice muy pronto, ser consciente de que serás globalmente recordado por un único papel, deber resultar algo bastante antipático. "Esas películas me hicieron muy famosa, aunque no estoy muy feliz por ello: constantemente tengo a niños pidiendo que les convierta en gato", solía quejarse.
Lo cierto es que ya en 1969, uno de sus primeros roles protagónicos en el cine, en 'Los mejores años de Miss Brodie', no solo le valió su primer Oscar -obtendría otro 10 años después como actriz e reparto en 'California Sweet'- sino que sentaría las bases de un tipo de personaje que terminaría representando más de una vez con el paso de los años: el de la mujer fuerte, estricta, intensa, directa, autoritaria incluso... pero con buen fondo. Son dignas de recordar en ese sentido, su interpretación de la Señora Medlock en la extraordinaria 'El jardín secreto' (1993) o, sin ir muy lejos, su papel de Lady Violet Crawley en 'Downton Abbey', un rol del que también se alegró de desprenderse - "para la última temporada esa mujer debía tener unos 110 años, era completamente ilógico"- aunque confesamente nunca se tomó la molestia de ver la serie: "tengo la box set, así que tendré que verla alguna vez".
Lo suyo con 'ese tipo' de fama, era pues una relación de amor-odio, similar a la que sentía Alec Guinness por su inmortal Obi Wan Kenobi en Star Wars.
Smith, que deja dos hijos y cinco nietos, era, según el propio el comunicado familiar “una persona muy reservada". Nacida en 1934, creció en Oxford y ya desde adolescente empezó a interpretar pequeños roles en el teatro Playhouse de esa misma ciudad . Debutó en el cine en 1958 con un thriller de Seth Holt, 'Nowhere to Go', por el que fue nominada a un Bafta a la mejor actriz de reparto. En 1962 se uniría al Teatro Nacional y pronto destacaría su interpretación de Desdemona, en el 'Otelo' de Lawrence Olivier (sí, el actor hizo 'blackface') y ambos repitieron sus roles en la versión fílmica por la que fueron también nominados a los Oscar.
Smith se casó dos veces: con el también actor Robert Stephens entre 1967 y 1975, y con Beverley Cross entre 1975 y su muerte en 1998.
“Les agradecemos todos sus amables mensajes y apoyo y les pedimos que respeten nuestra privacidad en este momento” han dichos su hijos.
La propia Smith, no hubiera deseado otra cosa. En más de una ocasión dijo con su característico sarcasmo que su estrategia para alejarse de los frikis de 'Harry Potter' o 'Downton Abbey' era: "ir a sitios donde no pueda encontrármelos, las galerías de arte o los museos suelen funcionar". Se le echará de menos.