Hace un tiempo que no se sabe nada de Claudia Cardinale, una de las actrices italianas que marcó a toda una generación junto a Sofía Loren o Gina Lollobrigida. En abril próximo “La Cardinale” cumplirá los 85 y recordar su trayectoria es como abrir un libro de la historia del cine desde la segunda mitad del siglo XX hasta casi la actualidad; ha rodado unas 130 películas, las últimas en 2020, ha trabajado con los mejores directores y ha compartido cartel con los más aclamados actores y actrices de todos los tiempos. En Uppers hemos querido conocer en profundidad a Claudia Cardinale, la diva italiana que trabajó con Fernando Trueba y que en realidad nunca ha ido de diva por la vida.
Por las venas de Claudia Cardinale corre la sangre del Mediterráneo. Nació en Túnez un 15 de abril de 1938 cuando era un protectorado francés, pero su familia era de origen siciliano de modo que durante mucho tiempo vivió en Italia. Mucho después, hacia 1990, cuando su segunda hija Claudia era pequeña, la actriz y su padre, Pasquale Squitieri, decidieron establecerse en París donde ella se quedó definitivamente. Podía haberse establecido en Hollywood porque en la meca del cine fue muy reclamada pero siempre quiso vivir en Europa.
En 2022 a Claudia Cardinale la trasladaron de su casa ubicada en Le Marais junto al Sena a una residencia para estar perfectamente atendida. Tal como ella ha dicho siempre, dejando a un lado los rodajes, las promociones de las películas y los homenajes que le han hecho por todo el mundo sobre todo en la última década, su día a día ha trascurrido de forma tranquila sin un chofer o un guardaespaldas, disfrutando de sus paseos, al abrigo de su casa, con sus crucigramas y con su familia. La hija menor de la actriz le dio su segundo nieto hace años, se llama Alexandre Styker.
Por otro lado, con 17 años Claudia Cardinale tuvo a Patrizio del que en una biografía reconoció que había sido fruto de una violación. Ahora él vive en Nueva York, es diseñador y también le dio otra nieta. Al casarse en 1966 con el productor de cine Franco Cristaldi, el primero y único marido de la actriz, adoptó al niño que tendría unos 10 años. A ella, en favor de su carrera, la sugirieron que no contara la verdad de modo que hasta que Patrizio tuvo alrededor de 7 años ello lo presentaba como su hermano pequeño. La actriz se separó de Cristaldi en 1975 y él falleció en 1992 en Mónaco.
Claudia Cardinale fue un mito erótico, sin embargo, ella creía que era fea y por eso no quería hacer cine. Siempre había pensado que la guapa de la familia era su hermana. La historia con la gran pantalla empezó cuando en 1957, con 14 años, estaba ayudando a su madre en la organización del concurso de la chica italiana más bella de Túnez que se iba a celebrar en la Embajada de Italia en Túnez.
Un hombre la subió al escenario, la colocó una banda como a las demás concursantes y ganó. El premio incluía un viaje al Festival de Cine de Venecia y acudió con su madre. Desde ese momento muchos productores le propusieron hacer cine pero a ella la idea no le convencía y tardó bastante tiempo en aceptar.
La primera película de Claudia Cardinale fue Goha en 1958. Tenía 15 años y compartió cartel con Omar Sharif. El productor Franco Cristaldi, con el que se casó en 1966 y que además adoptó a su hijo, la convirtió en una estrella. En ese entonces el cine se centraba en explotar su belleza latina, sensual y con carácter igual que le sucedió a otras actrices como Sofía Loren o Gina Lollobrigida.
Lo curioso es que en el caso de Claudia su voz era muy ronca y a los directores les parecía que no “pegaba” con esa imagen de mujer hiper atractiva que querían reflejar en la pantalla, con lo cual en sus primeros largometrajes siempre se doblaba su voz. Trabajó a las órdenes del famoso director Luchino Visconti, en Rocco y sus hermanos (1960) y en El gatopardo (1963) con Alain Delon, igualmente en Sandra (1974), una cinta que la actriz no olvida porque Visconti quería que fumara y ella ya nunca pudo abandonar el tabaco. Por eso en cada entrevista con la prensa siempre sale fumando, no lo puede evitar. Primero pide permiso para encenderse un cigarro y después le echa la culpa a Visconti.
También trabajó con directores como Federico Fellini, quien decidió que no había necesidad de doblarla. Así en las siguientes películas con él como director como Ocho y medio (1963) y que protagonizó junto a Marcelo Mastroianni, Claudia gustó más todavía gracias a su voz grave, densa, acogedora y erótica. Lo curioso es que la cinta se rodó a la vez que El gatopardo donde la estaba dirigiendo Visconti, del que cuentan que era absolutamente opuesto a Fellini en todo incluyendo la forma de trabajar.
Durante una de las entrevistas la actriz contó que a lo largo de su trayectoria había hecho tal número de personajes y tan dispares unos de otros que podía haber corrido el riesgo de perder su identidad. Lo importante para Claudia siempre ha sido volver a ser ella misma cuando se deja de mirar a la cámara. Tal vez por ello nunca se ha considerado una diva y ha actuado con todo el mundo de forma muy cercana.
Los que la conocen la definen como alegre, bromista, divertida, sencilla y sobre todo accesible. A la actriz además le interesa empujar a los directores que están empezando sus carreras y no duda en trabajar con ellos. De la misma forma puso en marcha hace tiempo en Francia la Fundación Claudia Cardinale, en la que su hija está muy involucrada, para apoyar a los artistas con la finalidad de que “el arte sea una voz para el cambio”.
En las últimas décadas de su carrera Claudia Cardinale trabajó a las órdenes del director de cine español Fernando Trueba en la película El artista y la modelo de 2012 (ganadora de la Concha de Plata a la Mejor dirección) junto a Chus Lampreave, Jean Rochefort y Aída Folch. Después siguió haciendo cine en Estados Unidos, en Italia o en Francia con largometrajes como Todos los caminos conducen a Roma (2015), Una gita a Roma (2017), La ley de Julien (2017) o Bronx (2020).
Para la actriz su vida ha dependido del destino y de la suerte. También subraya que “no me arrepiento de nada de lo que he hecho”. Aunque sí que se lamenta de una cosa. Ella asegura que nunca ha mantenido ninguna relación sentimental con otros actores de los que en cambio sí entabló una grandísima amistad como con los ya fallecidos Alan Delon o con Marcelo Mastroianni. A todos les fue rechazando uno a uno, incluso ha desvelado que en una ocasión echó de su habitación a Marlon Brando y después reconoció que no se lo perdonaría nunca.
También declaró a los medios que Pasquale Squitieri siempre fue el amor de su vida. Padre de su segunda hija, no se llegó a casar con él a pesar de estar juntos tres décadas. Squitieri falleció en 2017 en Roma y en 2013 había contraído matrimonio con la actriz Ottavia Fusco. No obstante nunca ha demostrado sentimientos en contra de la mujer del que fuera su verdadero amor. Incluso ambas en 2018 le hicieron un homenaje representando juntas la obra de teatro La extraña pareja, escrita por Neil Simon, en el Teatro Augusteo de Nápoles, Italia. La obra se había escrito para ser representada por dos hombres pero ellas aceptaron el reto pues Pasquale Squitieri quería haber producido ese proyecto.