La comedia es tragedia más tiempo. ¿Cuánto tiempo? Si Chaplin ya se burlaba de Hitler en su 'El Gran Dictador' (1940), lo cierto es que lo hacía aún desde el desconocimiento del exterminio de seis millones de personas que desataría el Führer en los años inmediatamente posteriores. Los mismo que los cortos de Los Tres Chiflados o los 'cartoons' de Bugs Bunny, todos ellos productos pre juicios de Nuremberg, es decir antes de que se contemplara directamente el horror. Porque el horror, claro, congeló cualquier tipo de risa. O de sonrisa. Hasta que llegó Roberto Benigni.
Porque una cosa es vapulear sarcásticamente al nazismo -algo que hace magistralmente Mel Brooks en 'The Producers' (1967) por ejemplo- o incluso denunciarlo desde un lenguaje vanguardista como el cómic experimental de Art Spielgelman en 'Maus' (1991), y otra lograr arrancar cuotas de ternura y sí, humor, dentro de las mismas barracas de Auschwitz, que es lo que logra 'La vida es bella', la película con la que Roberto Benigni abrió un camino tan difícil de transitar -Zizek lo llamó 'comedia del holocausto- que de hecho no ha vuelto a transitarse. No de la misma manera.
La incorporación del humor como herramienta crítica para la observación del desastre humano que significó el nazismo tomó, pues, su tiempo. Pero el acierto de Benigni al desactivar el mal para construir una parábola del bien es trascendente. 'Al final he derrotado a Hitler', se llamaba significativamente el libro que inspiro la cinta, las memorias de un superviviente de Auschwitz.
'La vida es bella' no sería la misma película sin la presencia de Giorgio Cantarini como el pequeño Giosuè, a quien su padre protege del horror mediante una serie de mentiras benignas destinadas a hacerle creer que todo lo que les está ocurriendo en el campo de concentración es parte de un juego. El actor que encarnó a Giosuè tenía apenas cuatro años cuando se rodó la película y de hecho esa no sería la única cinta ganadora del Oscar en la que participaría: cuatro años después hacía del hijo de Máximo Décimo Meridio (Rusell Crowe) en 'Gladiator', aunque el papel es casi un cameo (sí, es el crío al que asesinan junto a su madre).
Posteriormente, Cantarini, pareció alejarse de las pantallas para concentrarse en los estudios. Pero en los últimos años ha aparecido en el biopic 'Lamborghini: El hombre detrás de la leyenda' (2022), en el que comparte protagonismo con Gabriel Byrne y Mira Sorvino y el drama bélico 'El buen italiano' (2023). Hace poco le preguntaron si alguna vez había ligado con el gancho de ser el niño de 'La vida es bella' y no tuvo reparos en decir que sí, entre risas (tragedia+tiempo). Eso sí, ante la pregunta de quién es mejor director Benigni o Ridley Scott o que película es mejor 'La vida es bella' o 'Gladiador' la respuesta fue la misma: un sincero "paso". Cantarini vive actualmente en Nueva York donde espera relanzar su carrera como actor.