La belleza no normativa de Rosa Elena García Echave, siempre fue 'un tema' para los demás, no para ella. A la misma actriz a la que alguna vez se le achacaron unos 'rasgos picassianos', aquello de que algunas personas la encontraran "fea" le resultaba, y le sigue resultando, "inentendible". Y en efecto, semejante visión de su singularidad, elegancia y estilo, solo se comprende desde la visión misógina y patriarcal que imperaba, y aún impera, en algunos sectores. “No me siento abanderada de nada, pero me encanta que ahora caras un poco peculiares no tengan que pasar por lo que yo pasé” asegura.
En el popular podcast 'Estirando el chicle' -conducido por Carolina Iglesias y Victoria Martín-, la mallorquina ha asegurado también que "en esta década quiero ser hedonista, esta década me la quiero dedicar". Para la actriz, "los 60 son la teenage de la ancianidad y yo me he dedicado mucho, siempre, a los demás, pro eso ahora quiero "vivir los momentos realmente".
Además, De Palma también está decidida a erradicar la culpa de su vida. "Basta ya de esa culpabilidad que parece que nos viene en el ADN femenino" ha dicho y ha recordado que una de las cosas que más le gustan de los personajes de Almodóvar es que, precisamente, son mujeres que han trascendido esa culpa. "No tienen esta culpabilidad judeocristiana. Siempre van para arriba y no tienen esta cosa fustigadora que tanto hemos sufrido porque nos viene en el disco duro este chungo de la tara femenina. Por eso yo he dicho ya que a ver si en esta década 'desalojo' de una vez la culpabilidad".
Son muchos años ya los que han pasado desde que Almodóvar la descubriera en uno de los conciertos de su banda punk Peor imposible, con la que la artista empezaba en la música. Fue el manchego el que la animó a participar con un pequeño papel en 'La ley del deseo' y desde entonces han trabajado juntos en varias películas y De Palma es miembro habitual de la 'troupe' almodovariana.
Y sobre los comentarios sobre su supuesta 'fealdad', ha asegurado también que “es verdad que algunos les molestaba mi nariz, pero era un problema de ellos. Yo decía que no iba a cambiar algo que les molestaba a otros, pero no a mí. Me culpaban a mí de algo que yo no había elegido”. De Palma asegura también que aquello la llevó a realizar un profundo trabajo personal. “Eso me abrió un mundo psicológicamente y sociológicamente muy interesante, porque mientras ellos no veían más allá de mis narices yo indagaba sobre cómo era esa persona”, reflexionaba. Un perfecto ejemplo de cómo utilizar los ataques como una herramienta de reflexión y crecimiento.