Rabia, atracones y diferentes mujeres cada día: la insaciable vida de Marlon Brando
La biografía del actor está marcada por el abandono de su madre y el trauma de una primera experiencia sexual a los cuatro años que, diría, le arruinó la vida
Los atracones de comida con los que aplacaba su ansiedad le llevaron a pesar 140 kilos
Tuvo once hijos y cambió para siempre la forma de interpretar: los actores dejaron de actuar como actores y empezaron a parecer personas normales
Cada vez que Marlon Brando contrataba a una nueva secretaria, le informaba de que estaba loco y era un adicto al sexo. Puede que fuera una broma o puede que no, dependiendo a quién se le preguntase. El considerado mejor actor de la historia vivió una vida de excesos en la que consumía sexo, comida y alcohol con la misma compulsividad. Él mismo se definía como una "bestia sexual" que tenía "mujeres entrando por la puerta y saliendo por la ventana constantemente".
Brando siempre hizo lo que le dio la gana. Fue una de las primeras figuras públicas en reconocer haber tenido relaciones homosexuales. Volvió locos a todos sus directores. Tuvo once hijos (legítimos). Se compró una isla. Fue uno de los hombres más poderosos de Hollywood, precisamente, porque tenía libertad para hacer lo que quisiera sin rendirle cuentas a nadie. Pero ese privilegio nunca satisfizo un vacío interior que arrastraba desde los cuatro años.
MÁS
Nunca superó el abandono de su madre
"Cuando mi madre bebía desprendía una dulzura en su aliento que no encuentro vocabulario para describir", contaba Brando. De pequeño solía ir con sus hermanas al bar del pueblo para buscar su madre. Era una mujer moderna para su época: fumaba, llevaba pantalones y conducía. Pero Brando confesaría que su mayor tristeza en la vida viene de que ella "prefiriese beber a cuidarnos". Cuando era un niño, desarrolló un talento para la imitación (de vacas y mulas) porque así conseguía distraer a su madre de la bebida.
Cuando la madre abandonó a la familia durante un periodo de tiempo, una niñera llamada Ermie se hizo cargo de Marlon. Solían dormir juntos y desnudos. Una noche, cuando él tenía cuatro años, tuvieron una experiencia sexual: el niño se sentó sobre la mujer y, tal y como recordaría años después, "sentí que era solo mía". A partir de aquella noche, Brando reconocería en sus memorias 'Canciones que mi madre me enseñó' que se pasó el resto de su vida buscando a Ermie.
Muchas de sus parejas y amantes eran latinas u orientales, porque Ermie era de ascendencia indonesia. Cuando se casó, la niñera dejó de trabajar y Marlon se sintió abandonado por una mujer por segunda vez. Se quedó solo con su padre, un alcohólico que solo le tocaba para pegarle y que solo le hablaba para decirle que no iba a llegar a nada en la vida. Así que se largó de casa sin terminar el instituto siquiera.
Brando no empezó a actuar por vocación sino de rebote (su hermana sí anhelaba ser actriz), pero en cuanto debutó tenía un talento tan natural que todo el mundo lo felicitaba. Era la primera vez en su vida que se sentía válido. Por eso decidió hacer carrera en la interpretación. Cuando Tennessee Williams buscaba a su Stanley Kowalski de 'Un tranvía llamado deseo', el director de la obra Elia Kazan estaba tan empeñado en que le diese el papel a Brando que le dio al actor 20 dólares para un billete de autobús a Nueva York. Brando se lo gastó en comida y una juerga y llegó a Nueva York haciendo autoestop.
El mejor actor de todos los tiempos
Su magnetismo voraz, temerario y visceral en la obra de Broadway lo convirtió en una estrella nacional antes de debutar en el cine. Brando, sencillamente, cambió la forma de interpretar: atrás quedó la declamación pulida e impostada, para dejar paso a una naturalidad atropellada, cruda y hasta balbuceante. Brando fue el primer actor de la historia que apareció en una película hablando como una persona normal, no como un actor.
Su estilo de vida también se alejaba del de las estrellas de Hollywood de la época. Se pegaba atracones de comida (uno de sus favoritos era beber helado derretido hasta vomitar), acudía en público a bares de negros y daba fiestas en su casa donde todo el mundo debía ir desnudo. Él, como anfitrión, se paseaba con un lirio en el trasero. Cada vez que contrataba a una nueva secretaria le informaba: "deberías saber que estoy loco y también que soy adicto al sexo".
Mantuvo relaciones con Marilyn Monroe, Grace Kelly, Ava Gardner y, según los rumores, también con James Dean, Rock Hudson y Cary Grant. "Brando se follaba a cualquiera", contó el productor musical Quincy Jones hace un par de años. "Se follaba a un buzón de correos, a James Baldwin, a Richard Pryor, a Marvin Gaye". La viuda de Richard Pryor le quitó hierro al asunto: "Eran los 70, con la suficiente cantidad de cocaína podías follarte a un radiador y mandarle flores al día siguiente". Él mismo reconocería en 1976 haberse acostado con hombres, "ahora que ya a nadie le importa".
Su compulsión sexual, que le llevaba a mantener relaciones con varias personas distintas cada día, no hacía distinciones, pero en sus relaciones a largo plazo Brando estuvo con varias mujeres que padecían problemas de salud mental. Varias de sus parejas intentaron suicidarse. Entre ellas, la actriz de 'West Side Story' Rita Moreno después de someterse a un aborto del hijo que esperaba con Brando.
Le daba igual su carrera
Después de la muerte de su madre en 1954, a Brando dejó de importarle todo. Ya no tenía nadie a quien impresionar, la aprobación de su madre era la única que le importaba y todos los demás lo idolatraban. Especialmente James Dean, un joven actor que se obsesionó con él y que iba por ahí presumiendo de las quemaduras de cigarrillos en todo el cuerpo que le había hecho Brando. Nunca ha quedado claro qué tipo de relación mantuvieron, aunque varias biografías de Dean mantienen que se trató de una sadomasoquista.
En la cima de su poder fundó una productora y puso a su padre al frente solo para insultarle, menospreciarle y pagar el rencor que seguía sintiendo contra él.
Aquel 1954 hizo una de las interpretaciones más emblemáticas de su carrera, 'La ley del silencio', que le dio su primer Oscar y se convirtió en el templete en el que se mirarían casi todos los actores del mundo. Brando despreciaba el cine. Por un lado, detestaba la frivolidad de la industria y por otro lado odiaba verse a sí mismo en pantalla. Cuando vio 'La ley del silencio' se sintió "un completo fracaso" y abandonó la sala a la mitad. Además, consideraba el teatro la expresión artística más digna. Pero después de aquel 1954 no volvió a subirse a un escenario.
Además de Dean, Elvis Presley también se vio influido por la estética de Brando (inmortalizada en iconografía por el look de motero sensual de 'Salvaje'), con su tupé, sus cazadoras de cuero y su ceño fruncido. Pero sobre todo por su actitud, que podría resumirse en una frase de 'Salvaje': "Nadie me va a decir lo que tengo que hacer". En los años 50 resultaba profundamente subversiva: Marlon Brando fue rock n roll antes de que el rock n roll se inventase.
Una tragedia familiar
En 1987 su hija Cheyenne salía con un hombre llamado Dag Drollet. Ella le contó a su hermano Christian que Dag la maltrataba, así que ambos hombres se enfrentaron en un altercado que acabó con Christian matando a Dag de un disparo. Christian Brando mantuvo que había sido un accidente y llegó a un acuerdo con el fiscal, pero el incidente empujó a Cheyenne a unos años oscuros de alcohol, drogas y esquizofrenia. En 1995 se suicidó ahorcándose en la casa de su madre.
Una pesadilla en los rodajes
Al estar por encima del bien y del mal, Brando se fue acomodando y dejó de aprenderse sus guiones. Él decía que era porque si le ponían carteles con las ideas claves del diálogo podría expresarse con mucha más naturalidad, pero sus broncas con los directores y compañeros de reparto le dieron una fama de actor imposible que con los años solo iba a crecer.
En pleno rodaje de 'Apocalypse Now' (1979) (al que llegó, por supuesto, semanas después de lo previsto) se rebeló contra todas sus escenas, se rapó al cero sin avisar a nadie y exigió que solo le enfocasen entre sombras y desde abajo para disimular un sobrepeso que le acomplejada. Su voracidad con la comida le llevó a pesar 140 kilos. Con ellos apareció en 'La isla del doctor Moureau' (1996), otro rodaje infernal en el que Brando decidió que su personaje iba a llevar un cubo sobre la cabeza porque así podía echarse hielos dentro entre tomas. Tenía calor.
Esa excentricidad culminó en los Oscar de 1973. Brando envió a una activista india a rechazar la estatuilla como protesta por el trato que recibían los nativos americanos en Hollywood. Luego se descubrió que era una actriz mexicana. Brando se pasó sus últimos años paseando por el rancho Neverland de su amigo Michael Jackson y discutiendo con gente en internet por motivos políticos. Su cuenta anónima fue suspendida en varios foros por insultar a todo el que le llevaba la contraria.
La actitud desafiante y hostil de Marlon Brando siempre provino de un profundo rencor contra el mundo. Consideraba que la vida lo había tratado mal y por tanto tenía derecho a devolvérselo. Su patrón psicológico era el de un niño acomplejado. El trauma del doble abandono de sus dos figuras maternas le empujó a comportarse sin respeto por la autoridad o las consecuencias de sus actos. Y sabía que no hay nada que dé más poder que colocarse por encima de todo, pero en secreto no lo estaba. "Los periodistas pueden golpearte todos los días y tú no puedes responder", escribió en sus memorias. "Yo resultaba muy convincente en mi pose de indiferencia, pero era muy sensible y me dolía mucho".