'El buen patrón', de Fernando León de Aranoa y protagonizada por Javier Bardem, ha sido la película seleccionada por la Academia de Cine de España para intentar estar en la terna de las cinco candidatas a llevarse el Oscar en la próxima edición del 27 de marzo. Un film en el que se puede ver (se estrena el 15 de octubre) a Bardem interpretando a un cacique déspota que maneja a su antojo tanto a sus empleados de una empresa de balanzas como a los políticos de la zona. Por eso, en Uppers nos hemos preguntado qué es lo que no hay que hacer para convertirte en un buen jefe.
Uno de los primeros momentos en los que Julio Blanco, el personaje de Bardem, saca a relucir su lado más oscuro es cuando uno de sus empleados, despedido injustificadamente, se coloca en un descampado pegado a la fábrica para protestar por su situación. "No podemos tener a ese individuo ahí cuando llegue la comisión. Nos dejan sin premio", se le escucha. Por eso, el punto primero pasa por algo fundamental: ser humano; ser buena persona.
Esto no quieres decir que tengas que pasar todo por alto. Como recomiendan desde el portal de psicología iFeel, también "liderar a veces es llamar la atención a personas que hacen cosas inadecuadas: no cumplir horarios, no respetar los espacios, interferir en el trabajo de otros, hablar de manera poco respetuosa a los compañeros, etc.".
En otra de las escenas, 'el buen patrón' se va hasta un centro comercial donde trabaja la mujer de uno de sus empleados. Según se ve, este, Miralles, tiene problemas con su pareja, y esto está afectando a su productividad. Ni corto ni perezoso, Blanco se presenta allí para intentar solucionarlo: "Miralles está fatal", le dice. Y ella responde: "Los problemas que yo tenga con mi marido no son cosa tuya". Y él, haciendo acto de una gran soberbia, replica: "Perdona, pero es que en el momento en el que perjudican a mi empresa, son mis problemas". No hubo más réplica que la de un tortazo en su cara.
Este ejemplo es una clara muestra de cómo hay que saber establecer los límites con tus empleados y con el entorno. Al final, tu labor tiene que estar centrada en las ocho horas diarias que pasas con ellos. Y ya está. Lo que pase de la oficina hacia afuera es problema de cada cual. Esto, sin embargo, tampoco significa el mostrar un nivel nulo de empatía si sale la conversación, pero de ahí a la injerencia hay un camino que es mejor no recorrer.
Es uno de los momentos cumbres de la película de 'El buen patrón'. El personaje de Javier Bardem se fija en una de las nuevas empleadas que acaban de empezar a trabajar en la empresa. Todo empieza en una parada de autobús, donde ella espera. Bardem se para delante y pregunta: "¿Te acerco?". A lo que ella responde: "No es buena idea". Acto seguido se les puede ver en una discoteca, después manteniendo relaciones sexuales y, finalmente, a la chica en casa de él hablando con su mujer. Sorpresa.
Al margen de la infidelidad, mantener relaciones con alguien del trabajo, más si es tu subordinado, no es buena idea. Por ejemplo, se puede generar un conflicto de interés o puede haber alta de objetividad a la hora de las promociones. Además, puede disminuir la productividad o generar recelos en el resto de empleados que están a tu cargo.
Una de las características típicas de este personaje es la ambición. El quererlo todo. Desde el éxito laboral hasta el premio que les van a conceder y que les va a posicionar en el mercado mundial. Y esa característica es, precisamente, la que al final le va a hacer caer y desesperarse cuando todo a su alrededor se empieza a desmoronar. Es entonces cuando la falta de escrúpulos que, hasta entonces, le favorecía, da un giro de 180 grados.
En el trabajo, ser ambicioso puede ser positivo y te puede permitir escalar a base de trabajo y esfuerzo pero, ojo, también es un arma de doble filo. Neel Burton, profesor de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, dice en la BBC que "una manera de evitar que te consuma la ambición es reconocer que hay una vida más allá de lo que te has propuesto como objetivo" y que "vivir con ambición puede ser vivir con miedo y ansiedad, salvo que esa ambición sea aliviada con gratitud"