Pequeño saltamontes: David Carradine es mucho más que su absurda muerte masturbándose

  • El actor rozó varias veces el cielo del cine pero siempre encontró una excusa para caer

  • De él dijo Igmar Bergman: "No creo en Dios, pero el cielo nos ha mandado a David Carradine"

  • En los 70, estaba llamado a ser parte de esa generaciónb gloriosa de los Pacino, De Niro o Nicholson, pero su tendencia a la autodestrucción sumió su carrera en las sombras

Cuando un artista muere en circunstancias inusuales esa muerte acaba eclipsando su vida. David Carradine fue el pequeño saltamontes de 'Kung Fu', el Frankenstein de 'La carrera de la muerte' del año 2000 y el Bill de 'Kill Bill', pero la mayoría de resultados que aparecen al poner su nombre en un buscador de internet son teorías conspiratorias, especulaciones de suicidio o declaraciones de exparejas en torno a sus aficiones sexuales. Porque Carradine murió exactamente como vivió: sin pasar desapercibido.

Un intento de suicidio a los cinco años colgándose de un árbol marcó el inicio de una existencia tumultuosa, extrema y al filo de la autodestrucción. Su padre John Carradine, quien presumía de ser el actor con más películas de Hollywood (entre ellas 'La diligencia' o 'Los diez mandamientos'), soñaba con crear una familia numerosa, pero su mujer le había ocultado que varios abortos voluntarios la habían dejado prácticamente estéril. Esa infelicidad familiar llevó al pequeño David a echarse una cuerda al cuello, pero su padre lo detuvo y a continuación quemó su colección de cómics: que John Carradine quisiera tener muchos hijos no significaba que supiera qué hacer con ellos. "Con mi padre tenía un partido de béisbol, uno de fútbol, una excursión de pesca. Uno de cada. Y ya está. Pero era suficiente, yo lo adoraba. Era como un dios para mí", recordaría David Carradine.

A principios de los 70 Bruce Lee convenció a ABC para producir una serie sobre artes marciales, pero la cadena temió que los espectadores de la América profunda rechazasen a un protagonista asiático así que contrataron a David Carradine para hacer de Kwai Chang Caine en Kung Fu (para darle verosimilitud a este fichaje le añadieron una ascendencia americana al personaje). Al público le llamó la atención que, en medio de una espiral de violencia tanto en Hollywood (Bonnie & Clyde, Dos hombres y un destino) como en las calles (Charles Manson, Ted Bundy), Kung Fu fuese una historia de combates que apostaba por el pacifismo, la calma y la espiritualidad. Muy a pesar de los productores, claro: "El pequeño saltamontes se embarcaba en una búsqueda espiritual, pero además podía patearte el culo", explicaba Carradine. "Al principio rodábamos escenas de peleas en las que mataba a mis oponentes, pero después la comisión de comunicaciones nos obligaba a eliminarlas. Así que hicimos una reunión y dije 'mirad, nos están cortando todas las escenas de violencia, con lo que cuesta rodarlas para nada, así que por qué no dejamos de hacerlas y especificamos que el personaje se ha propuesto no matar a nadie'".

El fenómeno cultural de la serie, que despertó el interés de las sociedades occidentales en las filosofías orientales y propulsó la apertura de miles de academias de artes marciales en Europa, convirtió a David Carradine en una estrella del rock: era el hombre que más molaba del mundo. Mantuvo una relación muy mediática con la actriz Barbara Hershey, con quien creó un hogar tan hippie que llamaron a su hijo Free (libre) y ella se cambió el apellido a Seagull (gaviota) cuando accidentalmente mató a una gaviota y sintió que su espíritu la atravesó. Ahí empezó el consumo de alcohol, cocaína, marihuana y LSD. Durante un viaje de peyote se coló desnudo en casa de un vecino, rompió una ventana dejando un rastro de sangre por toda la casa y acosó a dos mujeres asaltando a una de ellas por estar convencido de que era una bruja. "Bebía cada minuto que estaba despierto" confesaría el actor de aquella época, "desde que me despertaba bebía una botella de vodka".

Cuando abandonó Kung Fu tras su tercera temporada, Carradine parecía destinado a unirse a la generación de estrellas de carácter que marcó la década de los 70 (Pacino, Nicholson, De Niro) y hasta presumía de ser el mejor actor de entre todos ellos. Y durante un par de años estuvo cerca, gracias a 'Esta tierra es mi tierra' (biopic del cantante folk Woody Wuthrie) y 'El huevo de la serpiente', por la que su director Ingmar Bergman aseguró "no creo en Dios, pero el cielo nos ha enviado a David Carradine". Sin embargo su alcoholismo hizo que resultase tan caro asegurar su contrato que los grandes estudios acabaron por dejar de contar con él: el actor se pasó los 80 rodando docenas de subproductos de serie B de acción directos a vídeo. "Recuerdo que una vez me senté en una ventana del hotel Plaza durante media hora planteándome si saltar. ¿Qué más da? ¿Por qué no largarse? También hubo un periodo de mi vida en el que dormía con una pistola del calibre 45 cargada en mi mesilla y cada noche la sacaba y pensaba en volarme la cabeza, pero siempre decidía no hacerlo y continuar con mi vida", aseguró.

En 1986 Carradine, que se definía como un "monógamo en serie", se casó por tercera vez. Su mujer Gail acabaría desvelando sus prácticas sexuales masoquistas: "Se pasaba horas haciéndolo, era un psicópata del sexo de verdad, siempre quería que lo atasen. En una ocasión, en 1984, lo encontré inconsciente colgado de una viga con un cinturón enroscado al cuello. Lo bajé y conseguí reanimarlo, él me miró y me dijo 'tengo hambre, quiero un sándwich'". Su cuarto matrimonio, entre 1998 y 2001, acabó en escándalo cuando su esposa especificó en la demanda de divorcio que entre las causas estaban "continuados comportamientos sexuales aberrantes y desviados potencialmente mortales" y una relación incestuosa con un miembro muy cercano de su familia, admitida tanto por David como por ese miembro de su propia familia (cuyo género, parentesco o identidad nunca fueron desvelados) cuya relación habría abarcado el tercer y el cuarto matrimonio del actor.

Con el precio de la gasolina mantener el Ferrari me está matando

En 2004 Quentin Tarantino exhumó la carrera de David Carradine con Kill Bill aprovechando no solo su celebridad como estrella del cine de artes marciales y de la serie B sino su magnética presencia como actor: en el volumen 1 Bill era una amenaza invisible pero escalofriante (se escuchaba su voz melosa, se veía su mano acariciando una espada) y cuando por fin aparecía al final del volumen 2 el villano revelaba como un sabio reflexivo pero obsesionado con la cultura pop, como un asesino enamorado y como un padre dedicado que le quitaba la corteza del sandwich a su hija antes de intentar matar a su madre.

Pero como ocurrió con otros iconos del pasado rescatados por Tarantino como Robert Foster o Kurt Russell su regreso a la gloria fue un espejismo, aunque sí sirvió para reintroducirlo a una nueva generación de espectadores a Carradine. Por eso en los meses previos a su muerte apareció en Crank: alto voltaje (interpretando a un monje chino) o en un videoclip de los Jonas Brothers (interpretando a un maestro de kung fu). En la primavera de 2009 estaba en Tailandia rodando una película francesa, Stretch.

El domingo 31 de mayo David Carradine le pidió al gerente del hotel Nai Lert de Bangkok que le dejase tocar el piano de la recepción, así que con su permiso el actor acompañó con melodías de bandas sonoras de películas a los huéspedes del hotel durante varias tardes. La última vez que se sentó al piano fue el martes 2 de junio y, al terminar, reservó una mesa para él y unos amigos el jueves 4. Carradine moriría el miércoles. La limpiadora del hotel se lo encontró en la habitación 352, colgando del cuello (con un cordón dorado de las cortinas atado a la barra del armario y el cordón de unos zapatos anudado a los genitales) y con las manos atadas a la espalda. La policía de Bangkok se decantó por la hipótesis inicial del suicidio, pero acabó concluyendo que se trató de una muerte accidental mientras se masturbaba. Su agente, Chuck Binder, aseguró que veía más probable el asesinato como causa, aduciendo que habría necesitado ayuda para atarse las manos a la espalda y que había una huella en la cama que no era de sus zapatos. Su cuarta esposa, Marina, apoyó esta teoría y de ahí salieron leyendas urbanas como que una prostituta le había robado o que la mafia quería vengarse de él por desvelar los secretos sagrados del arte marcial en Occidente (también hay teorías que relacionan la muerte de Bruce Lee con las mafias chinas por este mismo motivo). Este revuelo hizo que los medios se interesaran más que nunca por David Carradine, entrevistando a la camarera de su bar de confianza (quien contó que solía dejar solo un par de dólares de propina porque decía que "con el precio de la gasolina mantener el Ferrari me está matando") o a la dependienta de su sex shop predilecto. Esta desveló que Annie, la quinta esposa del actor, no era aficionada a esas prácticas sexuales y por tanto Carradine necesitaba traer a una especialista para atarlo. "Tenía que haber alguien más en la habitación", concluía la dependienta.

Parte del secreto para mantenerse joven es no juntarse con gente de tu edad porque entonces envejecerás con ellos

Meses antes de su muerte, David Carradine se había mostrado reflexivo al pasar la barrera de los 70. Reconoció que tenía miles de arrepentimientos, aunque los profesionales no le importaban tanto como los personales, y en sus palabras mezclaba su autobiografía con una espiritualidad inspiradora: "Me arrepiento de todos y cada uno de mis divorcios. Malgasté varios años. Pasó algo con mi padre cuando tenía 14 años que nunca se aclaró entre nosotros. Parte del secreto para mantenerse joven es no juntarse con gente de tu edad porque entonces envejecerás con ellos. Júntate con gente joven y seguirás sintiéndote joven. He descubierto que la vida empieza a los 60, porque para entonces ya no te importa lo que ocurra. Lo has hecho todo y, de repente, te sientes libre en todos los ámbitos de tu vida".