Hay muchas estrellas de acción, pero ninguna puede decir que ha matado a un tío con una cuchara, que ha disparado a otro usando la mano amputada de un cadáver cuyo dedo se había quedado enganchado en el gatillo y que dejó inconsciente a otro lanzándole un plato contra el cuello para después saltar de un balcón usando al tipo como colchón que amortiguase la caída. Porque ninguna estrella de acción es Jason Statham, un inglés de 53 años que ahora estrena 'Despierta la furia'. Se trata de su reencuentro con el director Guy Ritchie, quien lo descubrió en 1998 cuando vendía joyas falsas en la puerta de Harrod's. Esa es otra anécdota que solo puede contar él.
Su primera pasión fue el salto de trampolín y llegó a competir a nivel profesional, pero cuando quedó tercero para Barcelona 92 se retiró: era la tercera vez consecutiva que quedaba tercero para unas Olimpiadas (el equipo británico solo llevaba a los dos primeros clasificados) y necesitaba un plan B. Primero lo intentó como modelo, luego se puso a trapichear con joyas falsas. Al fin y al cabo, ese era el negocio familiar.
"Todos los amigos de mi padre eran maestros trileros: Pete Cabeza de Pico, Mickey el Goteo, Colin el Perro. Mostrábamos el género en cajas y lo envolvíamos en pañuelos de papel. '¡Aquí tiene señora!'", recuerda Statham. "Fue mi padre también quien me animó a ser atleta. Él hacía boxeo y gimnasia. Me enseñó a hacer el pino antes que a andar. Pero para ser olímpico en el salto de trampolín tenía que haber empezado a los cinco años, no a los 12. Además, mi entrenador era un contable". Su padre se retiró de la venta ambulante y hoy se dedica a cantar en hoteles de Gran Canaria.
En su debut en el cine en 1998, Lock & Stock, Statham ponía en práctica todo lo que había aprendido en sus vidas anteriores. En la primera escena timaba a unos panolis. En la segunda saltaba una valla con una agilidad acrobática heredada de sus 20 años saltando desde el trampolín. Como esa mezcla de rudeza, elegancia y carisma no se ve todos los días, Jason Statham acabaría erigiéndose como la primera estrella de acción del siglo XXI. Y lo consiguió siendo el único que no pretendía modernizar el género sino devolverlo a los locos años 80. Mientras Mark Wahlberg, Matt Damon o Keanu Reeves aspiraban a humanizar, estilizar y dramatizar el cine de acción, mientras Hollywood intentaba emular la sofisticación de 'Matrix', Jason Statham optaba por evocar lo que solo puede definirse como "pelis de mamporros".
Sirva como ejemplo Crank, quizá su película más emblemática junto a The Transporter gracias a que ambas son emitidas por televisión constantemente: por un detonante argumental que no viene al caso, el protagonista debe segregar adrenalina sin parar o morirá (es como 'Speed', solo que Statham es el autobús); para conseguirlo recurre a la epinefrina, al Red Bull, a la cocaína, a echar un polvo con su novia delante de un autocar de turistas o a llamarla por teléfono para discutir mientras se tira de un avión. En la secuela se pinzaba la lengua y el pezón con una batería de coche para mantener el corazón a mil. Pocas estrellas de cine actuales estarían dispuestas a hacer todo eso en pantalla, pero no cuesta imaginarse a Van Damme, Seagal o Stallone haciéndolo.
Hasta los nombres de sus personajes, cuyas identidades no importan porque siempre son variaciones de Jason Statham, evocan aquel cine macarra de los 80: Bacon, El turco, Jericho Butler, Rob El Guapo, Chev Chelios, Terry Leather, Lee Christmas, Nick Wild, Orson Fortune. "Statham es una de las marcas más distintivas del cine", apreciaba The Guardian en 2013, "sabes exactamente qué tipo de película vas a ver cuando sale su nombre en los créditos. Sabes que habrá saltos desde balcones, persecuciones de coches y culos pateados. Es el hombre con las habilidades más letales, la mirada más cabreada, el cráneo más fuerte y el gruñido más rudo. Cuando golpea el aire, el aire grita de dolor".
Además de su presencia física y atlética, la clave del éxito de Statham es que no tiene reparos a la hora de exponerse a parecer ridículo. Nunca está del todo claro si las películas de Statham, que en otra época habrían causado sensación en los videoclubs y ahora causan sensación en Netflix, son tan disparatadas de forma deliberada o accidental, pero precisamente de ese vacío surge el disfrute del espectador.
Por eso el director Paul Feig escribió un papel para él en 'Espías', una comedia donde lo único que le pidió a Statham es que interpretase su papel como en cualquier película de acción seria. El humor saldría solo. Según Feig, Statham tiene un talento único para protagonizar situaciones absurdas sin alterarse y eso, en las manos adecuadas, puede ser pura comedia.
Lo que nunca hará Statham es reírse, porque según el periodista Stuart Heritage la suya es "la carcajada menos Jason Statham que existe": "Suena como si un ganso estuviera siendo asfixiado". Ni siquiera Jason Statham, el hombre, puede estar a la altura de lo que simboliza Jason Statham, el icono.
Las películas de Statham son fantasías masculinas hipertrofiadas (con cierto erotismo, de nuevo involuntario o no) que no son para todos los públicos, pero a quien le guste una le gustarán casi todas. Gracias a 'Transporter', 'Parker', 'Mechanic' o 'Los mercenarios' Jason Statham es prácticamente un subgénero cinematográfico en sí mismo. Y como él dice, "siempre habrá alguien que quiera ver una persecución de coches".
"No puedes montar un restaurante de sushi y poner una tosta de queso en el menú, porque entonces la gente dirá '¿Por qué lo haces? Hemos venido a comer sushi'", compara. "Si tienes un guion sobre un médico deprimido cuya esposa ya no quiere estar con él y me das el papel a mí, nadie va a poner dinero para producirla. Pero si el guion es 'todo lo que hace es meterse en el coche, golpear a alguien en la cabeza, disparar a otro en los pies' entonces sí, te darán 20 millones. No puedes culparlos por querer hacer dinero".
Statham siempre ha criticado la falsedad de los blockbusters actuales, especialmente los de superhéroes. "Me inspira la gente que puede hacer su propio trabajo como Bruce Lee, Jackie Chan o Jet Li”, decía en 2015, "a veces he tenido que rodar con un especialista al que luego cambiaban la cara digitalmente por la del actor. Es vergonzoso. Me parece un poco triste. ¿Te pones una capa y unas mallas y ya eres un superhéroe? ¡Pero si no están haciendo nada! Se pasan el día sentados en el tráiler. Es 100% especialistas y pantalla verde. ¿Cómo podría emocionarme ver eso?".
Su marca está tan asentada que, por casualidad (o no), hasta su vida sentimental parece sacada de una fantasía masculina de los 80. Desde 2010 vive con Rosie Huntington-Whiteley, ex-ángel de Victoria's Secret y coprotagonista de 'Transformers 3'. En 2016 se prometieron y un año después tuvieron a su hijo Jack Statham. Otro nombre de héroe de acción. Desde que nació, el actor ha bajado drásticamente su ritmo de trabajo. Desde que es padre solo ha hecho cuatro películas pero, a falta de que se estrene 'Despierta la furia', lleva una racha en la que está encadenando los mayores éxitos de su carrera: 'Fast & Furious 8', 'Megalodón' y 'Hobbs & Shaw', el spin-off de la saga 'F&F' junto a Dwayne Johnson.
Durante sus primeros 16 años de carrera, sin embargo, Statham rodó 37 películas. No todas buenas. "Las películas son como los coches. Muchas piezas diferentes. Tienes el chasis, que sería el director. El director de fotografía sería las ruedas. De una película a otra, las piezas se mueven. A veces tienes un Ferrari y todas las piezas son de primera categoría. Otras tienes un puto Fiat Panda al que le faltan, ya sabes, ciertas piezas. Yo siempre intento encontrar el Ferrari. Cuando trabajas con gente como Scorsese o Nolan, entonces no tienes que preocuparte de qué coche llevas. Ya estás en la carrera. Y no precisamente participando con un puto burro".
Él sabe de lo que habla: se pasó su juventud echando carreras en las avenidas de Londres con su amigo Fish Fibbens. (Ahí va otro nombre de película). Cuando Statham se juntaba con sus amigos solía ir a locales de striptease. Y cuando desembarcó en Hollywood decía que lo que menos le gustaba de Estados Unidos es que en cuanto hay movida en un bar alguien sale a buscar su pistola en vez de encarar la pelea con los puños. Al igual que ocurre con sus películas, puede que estuviera bromeando o puede que no.
Cuando se filtró que Statham, Dwayne Johnson y Vin Diesel estipulan por contrato que todas las peleas debían terminar en empate, fue una confirmación de que Jason Statham es oficialmente miembro de Hollywood. Pero al menos sigue rodando sus propias escenas de acción y, de momento, no se ha puesto mallas. Y aunque ahora ruede una superproducción atiborradas de efectos digitales al año en vez de tres pelis de mamporros, su mentalidad profesional sigue siendo la misma que cuando vendía bisutería en la calle: "Nadie está timando a nadie. Nadie te ha dicho que son de oro. Ahora, si eres idiota y te crees que son de oro el problema es tuyo, no mío".