Han pasado ya 35 años de su estreno, pero Dirty Dancing sigue siendo una de las joyas del género de la comedia romántica adolescente, y eso que nadie daba ni un duro por ella. A pesar del estatus de obra de culto del que goza hoy en día, Dirty Dancing es uno de esos muchos casos que estuvieron a punto de no ser.
Estrenada a finales de la década de los 80, sus productoras, Linda Gottlieb y Eleanor Bergstein, que también escribió el guión, tuvieron que pasar por más de 40 estudios hasta que finalmente consiguieron que la empresa de vídeo Vestron Pictures accediese a producir la película. Y eso sí: con un raquítico presupuesto de tan solo cinco millones de dólares. Ni un céntimo más.
El resto, como todos sabemos, es historia. Dirigida por Emile Ardolino, la película se convirtió en el estreno independiente más taquillero hasta aquel momento y en uno de los grandes éxitos comerciales de la década de los 80. Su recaudación superó los 200 millones de dólares, su banda sonora, que aún hoy seguimos cantando, vendió más de 32 millones de copias y pasó cinco meses en el Número 1 de los Estados Unidos, y su cinta VHS superó el millón de copias vendidas, un hito que hasta entonces nunca se había logrado.
Detrás de este apabullante éxito se encuentran Patrick Swayze y Jennifer Grey, los dos actores que interpretaron a Johnny Castle y Baby Houseman y que dieron forma a esa historia de amor entre una chica de alta clase y su profesor de baile. La enorme química que Swayze y Grey desprendían en la gran pantalla conquistó a millones de aficionados en todo el mundo y convirtió a sus dos personajes en una de las parejas más icónicas del séptimo arte, pero ¿sabías que Swayze y Grey, en realidad, no se podían ni ver?
Las fuertes chispas que Grey y Swayze desprendían en la gran pantalla tenían fuera de ella un cariz muy distinto. Y es que lejos de la pasión que desprendían en la cinta, fuera de ella ambos intérpretes no podían ni verse.
Esta animadversión venía de lejos. Antes de protagonizar Dirty Dancing, Jennifer Grey y Patrick Swayze ya habían coincidido en la grabación de ‘Amanecer rojo’, la película bélica de John Milius en la que, al igual que en la famosa comedia romántica, también ocuparon los papeles protagonistas.
Según relató Swayze en su libro de memorias, ‘The Time Of My Life’, publicado en 2009, durante este primer rodaje la relación entre ambos fue tensa, y la cosa no cambió de cara a Dirty Dancing. De hecho, cuando se enteró de que Swayze sería su compañero en la película, Grey intentó convencer a las productoras de que lo cambiasen, porque no quería trabajar con él. “Jennifer no quería a Patrick. Nos suplicó que, por favor, cualquiera menos él. No se llevaban bien”, confesó Eleanor Bergstein, la guionista y coproductora de la película.
Durante el rodaje del clásico de culto, la relación entre Swayze y Grey siguió complicándose. El actor no soportaba la personalidad cambiante y los continuos fallos de la actriz, que no paraba de cometer errores que obligaban a repetir las tomas una y otra y otra vez. La escena de las cosquillas, una de las más icónicas de la película, tuvieron que grabarla una veintena de veces porque Grey no era capaz de contener la risa, algo que sacó de quicio a su compañero de reparto. Y cuanto más se enfadaba Swayze, menos ganas tenía Grey de trabajar con él.
Para limar las asperezas, Ardolino, el director, los reunió y les hizo ver su prueba de pantalla para que comprobasen por sí mismos la enorme química que desprendían. Este gesto, por suerte, logró calmar las tempestades, y con el paso del tiempo ambos pudieron limar asperezas y mejorar su relación. En la pantalla, eso sí, no hay ni rastro de este enemistad: la pasión lo ocupa todo.