"En Hollywood, la combinación de una opinión y una vagina puede ser letal", aseguraba Sharon Stone en 1992. Aquel año protagonizó la película que la catapultaría a la posteridad, 'Instinto básico', y culminó una operación de marketing que llevaba una década preparando. El producto a promocionar era ella misma.
Su ambición, su falta de vergüenza y su obsesión con ser famosa llevaron a Hollywood a sacar su lado más prejuicioso y misógino contra ella. La etiqueta de 'mujer difícil' la ha perseguido durante años pero ahora ella misma, con su autobiografía 'La belleza de vivir dos veces', ha decidido contar su lado de la historia.
Una de las revelaciones más impactantes del libro es que tanto ella como su hermana sufrieron abusos sexuales por parte de su abuelo cuando eran pequeñas. Stone tenía 14 años cuando él murió y en su funeral sintió que "por fin podía respirar tranquila" y dejar de vivir sin miedo.
"Sacaba sobresalientes y puntué muy alto en el examen de coeficiente intelectual de Mensa, pero abandoné mis sueños de ser abogada por la avaricia. Como modelo ganaba 500 euros al día", recordaría años después. Stone se mudó a Nueva York con 18 años porque las chicas que triunfaban en el show business parecían muy felices: si ella lograba ser famosa, dejaría atrás su sufrimiento.
!En 1980 llegué a Los Ángeles" contaba. "Tenía 21 años y unos objetivos muy concretos. Creía que al bajar del autobús todo el mundo exclamaría '¡Es ella! Nuestra nueva estrella de cine". Ese destino tardaría unos años en llegar. Su primer papel en una película fue como 'Chica guapa del tren' en 'Recuerdos', de Woody Allen. A continuación, encadenó papeles de rubia maciza en 'Las minas del rey Salomón', 'Por encima de la ley' o 'Loca academia de policía 4'.
En aquella época, Stone estaba tan amargada con el devenir de su carrera que lo pagaba con los trabajadores de sus rodajes. Durante el rodaje de 'Allan Quatermain y la ciudad perdida del oro' los operarios estaban tan cabreados con ella que, aprovechando una escena en la que unos caníbales intentaban cocinarla en un caldero, varios de ellos orinaron en el agua donde después se metería la actriz.
En 1989, el productor José Frade se propuso adaptar la novela de Blasco Ibáñez 'Sangre y Arena'. Stone pasó varios meses en Colmenar de Oreja (Madrid), pero confirmó los rumores de que era complicada porque se negó a comunicarse con nadie aparte del director, se quejó de la tapicería del coche que la transportaba y hasta protestó por la colonia que se echaba su chófer. El equipo la llamaba 'Charito Piedras'.
"Nada más llegar a Hollywood2, contaba Stone en 1989, "un poderoso productor me citó en su despacho, me dijo que me convertiría en una gran estrella y se bajó la bragueta. El casting de sofá [término coloquial con el que Hollywood lleva describiendo los favores sexuales a cambio de papeles desde los años 20] existe, pero no te lleva a ningún sitio. Nadie va a arriesgar un presupuesto de millones de dólares por el hecho de que seas buena en la cama".
Stone, como el resto de actrices de la época, tenía que aprender a manejarse en un ecosistema hostil. Un productor intentó convencerla de que le practicase sexo oral a su compañero de reparto para "animar la química en pantalla", un director se negó a trabajar con ella porque le había rechazado cuando le propuso sentarse sobre su regazo. "Como mujer no podía decir nada. Así era mi día a día. El estudio no hizo nada al respecto, incluso un director colocado y abusivo tenía más poder que yo, que en teoría era la estrella de la película", lamenta.
La fama de devora-hombres dispuesta a todo por conseguir la fama la persiguió antes, durante y después de sus años en la cima. El guionista de Joe Eszterhas aseguraba que el agente de Stone iba por ahí diciendo: "Créeme, si dejas a Sharon sola en un despacho cerrará el trato". Ella se obstinó en desmentir la rumorología e indicó que su éxito no se debía al sexo, ni siquiera al talento, sino a la determinación pura y dura. "Nadie puede llegar a lo más alto acostándose con gente poderosa", aseguraba. "Como mucho llegas a la mitad. El resto tienes que recorrerlo abriéndote camino con las garras".
Harta de vivir atrapada en papeles insignificantes, Stone despidió a su agencia de representación, la todopoderosa CAA, y contrató a un agente independiente. Juntos trazaron una estrategia de asalto a Hollywood. "El problema” le dijo su nuevo representante, Chuck Binder, "es que nadie te ve sexy. Y no vas a conseguir trabajo si no te consideran follable".
Stone y Binder tomaron la decisión de que la actriz posase en top less para Playboy. Stone sabía que, a los 32 años, necesitaba un golpe de efecto para resetear la imagen que la industria tenía de ella. También sabía que las consecuencias de esa descarada operación de autopromoción serían un todo o nada. Así que se sentó a esperar una oferta y se prometió a sí misma que no aceptaría nada que no fuese material de estrella. Si no llegaba estaba resignada a abandonar la interpretación. Su siguiente papel fue el de 'Instinto básico'.
Binder se coló en el despacho del director Paul Verhoeven y cogió una copia del guion. Stone tardó meses en convencerle de que le hiciera una prueba y, tras darle el papel, Verhoeven se empeñó en explicarle al mundo que la razón por la que la eligió para interpretar a Catherine Tramell, una maniaca sexual depredadora y manipuladora, era que ambas eran la misma persona.
"Sharon es muy volátil, muy oscura", aseguraba Verhoeven. “Puede ser muy cruel, sabe muy bien qué botones apretar para provocarte. Es manipuladora. No sé si le gusta sentirse poderosa o es que algún hombre le hizo daño, aunque suene a cliché".
La escena del interrogatorio en la que Tramell descruza las piernas para revelarles a los policías presentes (y a los espectadores) que no llevaba ropa interior se convirtió en un momento icónico de la cultura popular no solo por la escena en sí, sino porque además de un cruce de piernas desató un cruce de acusaciones entre la actriz y el director.
Según ella, Verhoeven le pidió al resto del equipo que abandonasen el set para poder rodar con más comodidad. Solo estaban la actriz, el director y el director de fotografía y tras un par de tomas Verhoeven le pidió que se quitase las bragas. "Al ser blancas, reflejan la luz", le explicó, prometiéndole que no se vería nada.
La baja definición de los monitores de la época hizo que en aquel momento, efectivamente, no se apreciase la entrepierna de la actriz. Pero en el primer pase en pantalla grande ella comprobó que sí se veía y trató por todos los medios de impedir que ese plano apareciese en el montaje final: lloró, suplicó, abofeteó y amenazó con denunciar. Pero sabía que era su última oportunidad de estrellato y sabía que tenía las de perder. Nadie quiere colgarse fama de 'actriz difícil'. Así que transigió y de hecho iba por ahí contándole a los periodistas que toda la escena había sido idea suya.
Hay papeles emblemáticos, hay papeles que convierten a su intérprete en una estrella y luego hay papeles que se inscriben en la historia del cine. No es una exageración en el caso de 'Instinto básico', que además se erigió como un fenómeno en cuestión de días. 2El viernes fui a trabajar, el martes había gente aporreando las ventanas de mi coche. Después volé a Cannes y el furor no paraba, 24 horas al día durante seis días, hasta que acabé en el suelo del lavabo de un restaurante sudando y temblando", confesó Stone al cumplir su sueño de ser famosa.
'Instinto básico' llegó a ser la película más taquillera de la historia en España (unos meses después la superó 'La bella y la bestia'). Su combinación de sexo y violencia hizo palpitar las ansiedades psicosexuales de millones de personas, que canalizaron a través de la película la tensión acumulada en la sociedad tras varios años de liberación sexual femenina. Al igual que había ocurrido a finales de los 80 con 'Atracción fatal', la asesina en serie Catherine Tramell personificó todos los miedos de los hombres y todos los impulsos reprimidos de las mujeres.
Stone sufrió un ataque de pánico durante la escena en la que asesina con un picahielos a un hombre varios años mayor que ella durante un coito. Sus traumas infantiles afloraron y fue incapaz de terminar la escena, que tuvo que completarse con ayuda de una doble y que fue doblada en posproducción. "Me desmayé", contaba la actriz en su momento, "Tuvieron que venir los paramédicos, me tumbaron en el suelo y me dieron oxígeno".
Una noche se quedó en casa y se dio cuenta de que llevaba un año y medio sin pasar dos horas sola sin hacer nada. No tenía la menor idea de qué hacer con ese tiempo de descanso. "Para mantener la cordura tengo mini-ataques constantemente. Eso me ayuda. Grito y lloro y digo que estoy perdiendo la cabeza y que no puedo superar otro día más", explicaba entonces.
El siguiente proyecto después de 'Instinto básico' era clave. Por un lado, debía darle al público lo que quería de ella para confirmar su estrellato. Por otro, no quería encasillarse. 'Sliver (Acosada)' era otro thriller erótico, pero esta vez Stone interpretaba a la víctima. De lo que fue víctima fue de un productor implacable y de un compañero de reparto intratable.
Todo empezó cuando la actriz descubrió que William Baldwin había incluido una cláusula en su contrato según la cual no tenía que desnudarse en pantalla. Ella protestó y pidió las mismas condiciones. "Ningún actor se ha convertido en estrella desnudándose" le respondió el productor Robert Evans, "y ninguna actriz se ha convertido en estrella sin hacerlo".
Antes de empezar el rodaje, Baldwin respondió públicamente a la entonces ya emblemática frase de Stone acerca de "la combinación de una opinión y un vagina": "Creo que estaremos todos de acuerdo en que hemos visto demasiado de ambas cosas en el caso de Sharon". Tras rodar la primera escena sexual, Baldwin fue por el set contando que los labios de Stone eran demasiado finos, pero que al menos el aliento no le olía demasiado. En la siguiente toma, ella le mordió el labio tan fuerte que tuvieron que paralizar el rodaje dos días. No volvieron a dirigirse la palabra.
Según contó Stallone en 2006, el rodaje del thriller de acción 'El especialista' se complicó porque Stone no quería desnudarse para la escena erótica que, a mediados de los 90, era una parada de rigor en cualquier película adulta de Hollywood. "Llegamos al set y ella decide que no quiere quitarse la bata", contó el actor.
El director le pidió a la mayoría de operarios que saliesen de la habitación, pero ella seguía negándose a desnudarse. "Le prometí que no me propasaría", continuaba Stallone, "¿Cuál era el problema entonces? 'Que estoy harta de desnudarme', dijo ella. Yo le pedí que se hartase de desnudarse en la película de otro. Ella no entraba en razón, así que fui a mi tráiler y cogí una botella de vodka Black Death que me había dado Michael Douglas. Tras media docena de chupitos estábamos remojándonos en plan salvaje".
Stone trabajó duro para que la tomasen en serio como actriz. Convenció a Martin Scorsese de que le diera el papel de Ginger en 'Casino', por el que recibiría su única nominación al Oscar; produjo un western en el que descubrió a Russell Crowe, 'Rápida y mortal'; y abordó papeles dramáticos que, sin embargo, no interesaron al público.
En pleno proceso de transformación en actriz madura, Stone sufrió un aneurisma del que tardaría años en recuperarse. El derrame le dejó secuelas como tartamudeo, dificultad para caminar y problemas de visión que le impedían incluso leer. Al regresar a Hollywood, su estatus parecía haberse devaluado: encadenó el papel de villana en la desastrosa 'Catwoman' y rodó 'Instinto básico 2', una secuela que no solo fracasó sino que, peor aún, fue ignorada por el público. Llegaba demasiado tarde.
La actriz ha confesado que apenas trabajó en la década de los 2000 y pasaba las tardes enteras encerrada en su baño, mirándose al espejo y lamentando su envejecimiento. Hoy celebra sus arrugas y, aunque se ha convertido en una persona mucho más espiritual, no ha perdido su sentido del humor socarrón. "He aprendido que es cierto eso de que cuando Dios cierra una puerta abre una ventana”, explica, "Mi objetivo es no tirarme por ella".