Ha filmado medio centenar de películas. Ha brillado en los escenarios y ha cautivado en la televisión. Sigue cautivando: Entrevías, la serie que protagoniza, es un verdadero éxito.
Con todo, podría decirse que José Coronado, a sus 64 años, anda por ahí con esa actitud de ganador, la que ostentan las celebridades que pasean por las alfombras rojas. Pero no. Con una vida de película que parece dividida en tres, tiene los pies bien puestos sobre la tierra. El actor no solo no alardea ni se cuelga medallas. También se permite la vulnerabilidad, sorprenderse, conmoverse y ponerse serio y reflexivo cuando desfila por una gala.
Así lo demostró cuando, interceptado por la cámara de Uppers, respondió a nuestro test sin esquivar las balas: una pregunta lo hizo sonrojar, otra lo hizo defender el llanto en los hombres (algo que las masculinidades tóxicas han hecho impensable), y hasta proclamar su idea de lo que hace un buen gobernante.
Ganador de un Goya por su papel en No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, su opinión sobre el significado de los premios es lúcida y crítica: "Los premios son solo guindas a las tartas. El premio es trabajar. Eso está claro. Muchas veces no son del todo justos. A veces has hecho un trabajo maravilloso pero otro lo ha hecho un poco mejor y el tuyo no se premia. Tienen un pelín de injusticia. Pero bueno, son maravillosos, porque nos juntamos todos los amigos, nos vemos, nos premiamos y algunas veces les toca a unos y otras a otros".