El nombre Chabela es sinónimo de valiente, inquieta, solitaria, corajuda, revolucionaria. Así era Chavela Vargas, una artista que se hizo un nombre por sí misma primero en México y más tarde en todo el mundo.
Regalaba su arte en forma de rancheras tradicionales, canciones compuestas principalmente por hombres y en su mayoría hablaban de amor no correspondido por las mujeres, el cansancio del mundo o la soledad. Chavela las interpretaba con su propia ritmo y su voz áspera y vulnerable que se convirtió en un símbolo.
Siempre se mostró abiertamente lesbiana, y se rodeó de grandes amigos que la entendían como Frida Kahlo y de Diego Rivera, Pablo Neruda, Joaquín Sabina, o Pedro Almodóvar. Chavela representa el espíritu de una época que vio nacer el futuro a base de revoluciones, guitarras, adicciones y desamores.
Ahora, 'Chavela, la chamana: Una biografía ilustrada' (Ediciones Temas de Hoy) del autor Salva F. Romero y la ilustradora Irene Mala hace un recorrido por la vida de la artista que nació en México y se puso sus pantalones, un sarape o jorongo rojo, unas huaraches y empezó a cantar con desgarro. Hablamos con ellos sobre la figura de Chavela, que sigue siendo a día de hoy, icónica y revolucionaria.
Salva: Chavela era una niña que se perdió en la selva. Unos indios hechiceros la encontraron, le curaron las heridas y la alimentaron hasta que se hizo grande y pudo defenderse por sí misma. Desde entonces forma parte de la tribu y con el tiempo se hizo también hechicera.
Salva: Chavela Vargas consiguió construir a base de esfuerzo un estilo diferente, bebiendo de diversas fuentes, que trascendía el puro folclore.
Irene: Chavela no hacía alarde de la coquetería propia de las cantantes mexicanas. Rompió los moldes al vestirse como hombre y cantar casi sin acompañamiento.
Salva: En la identidad de Chavela se mezclan elementos que son no sólo musicales sino sociales, políticos y culturales. Dejando a un lado la fuerza de su voz, la emoción de su manera de cantar, podemos decir que sirvió de faro en la singladura de muchas personas, independientemente de su género.
Irene: Y esa manera de defenderse, musicalmente hablando. Eligió una forma de presentarse al público y perseveró.
Salva: La niñez de Chavela fue muy dura. Tuvo poliomielitis y dicen que nació ciega. Además fue rechazada desde siempre por sus padres que incluso la escondían cuando venían visitas. Ese rechazo le dolió toda la vida.
Salva: No sentirse querida ni comprendida tuvo que ser muy duro. Le tocó nacer en un momento duro, dominado por un patriarcado estricto y una religiosidad castrante.
Salva: Tuvo que trabajar desde pequeña en la finca de unos familiares. Y el rechazo seguía presente en la escuela, donde tenía que defenderse a golpes algunas veces. Hasta que consiguió ahorrar algún dinero para irse a México a buscarse la vida. Otra vida. Allí siguió luchando, dedicada a trabajos diversos, hasta que poco a poco se hizo un hueco en el mundo de la música.
Irene: Ella se decía a sí misma “Tengo que salir de aquí”. Y pienso que ese coraje la marcó para toda su vida.
Salva: La música nos salva a todos. Como el amor.
Salva: Chavela era joven y conoció a esta pareja de artistas que le iban a abrir las puertas de un mundo desconocido. Diego Rivera fue un maestro para ella. Frida Kahlo fue uno de sus grandes amores.
Salva: Me quedo con sus tertulias con Federico. Manuel Arroyo, editor, quiso traerla a España porque aquí la estaban esperando. Al llegar, fue acogida calurosamente por el público y por el mundo del arte. El vínculo era fuerte. Aquí resucitó.
Irene: Quizás Chavela encontró aquí en España esa familia y ese cariño que no tuvo en su infancia. Y por supuesto esas tertulias con Federico.
Salva: Como un volcán.
Irene: Yo creo que vivir con Chavela era muy difícil… Era dulce pero también era violenta (y le gustaban mucho las pistolas). Como todas las personas tenía su lado oscuro y me la imagino algo dependiente y exigente en el amor. También era “picaflor” y parrandera. A veces adoptaba características algo feas del rol masculino que por ese momento imperaba. Pero dicen que trataba muy bien a las mujeres.
Salva: Quiero creer que con valor y sabiduría.
Salva: Desde pequeña Chavela Vargas vivió su identidad sexual con naturalidad, de manera abierta y libre. Sin esconderse, pero sin hacer alarde. No quiso ser abanderada de ningún movimiento porque su sola actitud ya era un emblema.
Irene: Ella cantaba canciones de amor (y desamor) a otras mujeres. Mientras estuviera en el escenario no había problema… otra cosa era decirle al mundo “miren soy lesbiana”.
Salva: La música, la vida, los pájaros y los árboles. Y los indígenas, los dioses, los poetas.
Salva: Después de la muerte de José Alfredo Jiménez se sintió tan sola y desvalida que se hundió en la amargura. Y en el tequila. Ese hundimiento duró muchos años. Pero supo encontrar fuerzas para resurgir más sabia, más honda, más artista.
Irene: Ella cuenta que la curaron los chamanes. Que de un día para otro dejó de beber y de fumar. No sabemos qué fue realmente lo que pasó.
Salva: Creo que le cantaría a las sirenas.
Salva: Que quien ha experimentado la libertad no la olvidará nunca.
Irene: Que la vida es un “bicho raro”, pero hay que vivirla.