La esperanza de vida media en el nacimiento en España se sitúa en 82,3 años, y son muchas las personas que llegan a los 90 y más allá. Sin embargo, hay una corriente de pensamiento en nuestra sociedad que presume que la vida pierde interés a partir de los 60 y que las personas mayores tienen poco que aportar. En un mundo tan habituado al machismo y al racismo, el edadismo también es un problema que nos afecta a todos. Hacerse mayor no está bien visto en algunos ámbitos. En ese sentido, llama la atención la reflexión que ha hecho el escritor y crítico literario Rafael Narbona en X (antigua Twitter) en defensa del cumplir años, algo que no deja de ser un regalo de la vida para seguir sumando momentos de felicidad y experiencias de las que aprender.
"El último tercio de la vida puede ser un período muy fecundo", subraya el también profesor jubilado de filosofía, para desmontar esa idea que glorifica la juventud sosteniendo que lo mejor de la vida está en esos años en los que se imponen el vigor, la frescura, el descubrimiento, el ensayo y el error. Para Narbona, la creatividad y la autorrealización también forman parte del camino de la persona madura.
"No está de más recordar a los jóvenes la edad de algunos autores cuando publicaron algunas de las obras maestras de la literatura y la filosofía", enuncia el escritor, que pasa a poner ejemplos: "Kant tenía 57 años cuando publicó la Crítica de la Razón Pura, Cervantes también 57 al entregar a la imprenta el Quijote, Daniel Defoe casi 60 cuando apareció Robinson Crusoe, Hans Jonas había cumplido 75 cuando salió a la luz El principio de responsabilidad, uno de los grandes clásicos de la filosofía del siglo XX".
Narbona se cita a sí mismo como ejemplo para reforzar esta tesis. A sus 60 años tiene previsto publicar en 2024 la que considera su "obra más ambiciosa", un ensayo de 500 páginas, 'Maestros de la felicidad', en el que hará un repaso a la historia de la filosofía con tintes autobiográficos. "Aún espero dar mucha guerra y he de decir que la presunción de la juventud me produce perplejidad. A los 20 años, yo admiraba a grandes intelectuales como Octavio Paz, de 70 o Borges, de 80. Los jóvenes que menosprecian a las personas mayores ignoran que ellos también envejecerán y les dolerá sentirse marginados", escribe.
El escritor termina su mensaje con un alegato a favor de la experiencia que atesoran los mayores y denunciando el maltrato que se les dispensa a muchos de ellos: "Ahora los abuelos acaban sus días en residencias. Si las familias los cuidaran y no los dejaran aparcados en lugares fríos e inhóspitos, quizás los jóvenes aprenderían a apreciar a los mayores y a valorar sus enseñanzas. Los ancianos son la memoria de la sociedad y una fuente de sabiduría. La inhumanidad con la que se los trata ahora pone de manifiesto la podredumbre y estupidez de nuestra sociedad".