Lo hemos oído muchas veces: La filosofía no sirve para nada. Que su enseñanza cada vez esté más arrinconada en las escuelas parece darle legitimidad a ese falso mito tan extendido. Pero, ¿desde cuándo ejercitar el pensamiento crítico, atreverse a preguntar y repreguntar, intentar comprender el mundo en el que vivimos, se ha convertido en una pérdida de tiempo? Que la filosofía sea un fin en sí mismo no la convierte en inútil. Es triste (y paradójico) que en la era de la hiperinformación nos hayamos afanado en apartar las grandes preguntas de nuestra vida. Sobre todo, cuando nos las podemos encontrar en cualquier sitio.
Precisamente esa idea, la de la filosofía que nos rodea y está en todas partes (un poco como la Fuerza de 'Star Wars'), es la que subyace en el acercamiento a los grandes temas que propone Enric F. Gel, creador del exitoso canal de YouTube 'Adictos a la filosofía', en su libro '¿Hay filosofía en tu nevera?' (Montena). Su intención era escribir una introducción a la materia "que fuera amena y accesible al público general, que pudiera darle a alguien interesado en esta disciplina las claves para navegar por ella sin morir en el intento". Y lo consigue. En un tono desenfadado y divertido, y no por ello menos riguroso, el divulgador va pasando revista a los grandes temas de la filosofía (la filosofía misma, el escepticismo, el principio de no-contradicción, el problema del cambio, la causalidad...) desde una óptica refrescante y adictiva que podemos disfrutar igual padres e hijos.
¿Cómo se te ocurrió la metáfora de la filosofía en la nevera?
La idea surge de una anécdota con la que empiezo el libro. Tengo grabado en la memoria ir un día a la cocina, cuando tenía unos 14 o 15 años, a prepararme un bocadillo, y al abrir la nevera ser asaltado por la extraña pregunta: “¿Qué es lo que hace que yo sea yo, en lugar mi hermano o mi madre?”.
A partir de ahí, la nevera se convierte en el hilo conductor del libro: el punto de partida de cada capítulo es una pregunta que uno puede hacerse en torno a este familiar electrodoméstico. El objetivo es mostrar cómo, si uno se deja, puede encontrarse con las grandes preguntas de la filosofía en cualquier parte, incluso dentro de su nevera.
Estudiaste Filosofía y nunca te has arrepentido. ¿Cómo te decidiste por esta disciplina?
Como ilustra la anécdota anterior, yo de jovencito ya era un chaval con muchas preguntas. Me preocupaban las grandes cuestiones: de dónde venimos, adónde vamos, por qué estamos aquí, por qué tenemos que morir, si somos libres, etcétera. En ese momento desconocía, o no lo tenía muy claro, que se trataban de preguntas filosóficas, pero fue empezar el Bachillerato y descubrir, en la asignatura de Filosofía, que existía una disciplina viva con siglos y siglos de historia en la que algunas de las mayores mentes de la humanidad habían estado tratando de modo sistemático con las mismas preguntas que me preocupaban a mí. Y, por qué negarlo, fue un poco como amor a primera vista: la filosofía me enamoró.
Pero del enamoramiento al matrimonio hay un trecho. Todo el mundo me decía que me dedicara a una carrera de ciencias, porque la filosofía “no me daría para comer”. Así que me matriculé en Bioquímica. Una semana antes de empezar la carrera me di cuenta de que estaba cometiendo un error, de que no quería dedicar 4 o 5 años de mi vida a estudiar algo que no me apasionaba en lo más mínimo. Así que me cambié a Filosofía. Y como digo en el libro, nunca me he arrepentido, y nunca me arrepentiré.
¿Cuál es el secreto del éxito de tu canal ‘Adictos a la filosofía’?
Quiero pensar que es haber sabido comunicar, de un modo sencillo y accesible, el pensamiento de los grandes filósofos y algunos de los grandes temas de la filosofía. Según cómo se explique, la filosofía puede parecer inalcanzable o aburridísima. El filósofo a veces tiene la tentación de hacer complejo lo simple, sólo para parecer más inteligente que el resto. Yo he intentado, en la medida de mis habilidades, bajar la filosofía al suelo, haciendo un esfuerzo por explicarla de modo que cualquiera con un poco de interés la pueda entender. Y siempre con un toque de humor, porque la filosofía es de las cosas más serias, pero (parafraseando a Chesterton) ¡lo serio no tiene por qué ser aburrido!
¿Por qué hemos ido apartando la filosofía de nuestras vidas?
La filosofía necesita ocio, tranquilidad, tiempo libre. Y en general, vivimos a un ritmo agotador, estresante, saturados por un sinfín de estímulos y exigencias. Esto es enemigo de las grandes preguntas: las grandes preguntas nos fuerzan a pararnos, pero el mundo de hoy no nos deja estar quietos. Así que es de esperar que hayamos ido apartando la filosofía de nuestras vidas, lo cual es una pérdida terrible, porque a todos nos interesa, en lo más profundo, la filosofía, aunque no seamos conscientes de ello, incluso aunque lo neguemos.
¿Qué se le debe contestar a quien desprecia la Filosofía por no tener mucha salida laboral?
Como dice Peter Kreeft, lo importante de la filosofía no es lo que puedes hacer tú con ella, sino lo que ella puede hacer contigo. Filosofía valdría la pena estudiarla aunque sus perspectivas profesionales fueran literalmente cero. ¡Es la disciplina que indaga las preguntas más profundas que todos llevamos en el corazón! El valor de eso no se mide en el número de puertas que te pueda abrir en el mercado laboral.
(Dicho esto, a mí el tema de las salidas siempre me ha parecido muy relativo. Hoy en día, en muchos sitios importa más el tipo de persona que uno es y las ganas que tenga de aprender y trabajar que no la carrera que haya estudiado).
¿Cómo dirías que influyó la Filosofía en la generación de los baby boomers?
No tengo ni idea xD
¿Todavía puede enganchar a los más jóvenes?
¡Y tanto! Es más, el filósofo lo sigue siendo en la medida en que se mantiene joven por dentro. El joven está naturalmente abierto a las preguntas filosóficas, porque vive la tensión de querer entenderse a sí mismo y encontrar su propio lugar en el mundo. ¡Es el caldo de cultivo perfecto para la filosofía!
¿Se enseña bien la filosofía en las aulas?
Creo que se hace lo que se puede con lo que se tiene. El profesor de filosofía hoy está atado de pies y manos con la exigencia de dar una montaña de contenidos en un horario que se revela ridículo. ¡Y, aun así, no pocas veces es de los que más pasión le meten a su asignatura! Sé que es difícil cuadrar un buen plan de estudios (especialmente con todas las cosas que, no sé muy bien por qué, queremos que entren en el mismo), pero si por mí fuera, aparte de más horas, daría mayor libertad al profesorado para decidir en qué áreas o autores se van a enfocar, según su especialidad y los intereses que detecten en su clase.
¿Cómo se lleva la filosofía con las nuevas tecnologías?
No tiene por qué llevarse mal con ellas. Las nuevas tecnologías, igual que las viejas, son herramientas, al fin y al cabo, y toda herramienta puede usarse bien o mal. Las nuevas tecnologías hay que mirarlas por el potencial de alcance que tienen, por lo fácil que te lo ponen para llevar la filosofía a todas partes. ¿Por qué tendría que huir la filosofía de eso?
¿Todo el mundo debería estudiar Filosofía?
La filosofía tiene algo que decirle a todo el mundo. Eso no significa, por descontado, que todo el mundo tenga que matricularse ahora en la carrera de Filosofía y dedicarse a ella de manera profesional. Pero sí creo que interesarse por la filosofía en la medida de las posibilidades y circunstancias de cada uno difícilmente será una mala decisión para nadie.
¿Se vive mejor siendo escéptico?
En la medida en que entendamos por escepticismo la duda universal y la suspensión del juicio como fin y norma, me parece que la respuesta clara es que no. De hecho, el escéptico deja de serlo enseguida que las necesidades de la vida ordinaria se le imponen. Como digo en mi libro, dudar de la existencia de uno mismo o de la realidad extramental es sencillo hasta que le entra hambre a uno o al oso que pasaba por allí.
¿Para qué sirve la filosofía hoy?
Sirve para lo mismo de siempre: para indagar de modo sistemático en esas preguntas que más nos preocupan. Lo importante es entender que sin filosofía no se puede estar. Incluso la persona más contraria a la filosofía vive y se mueve por el mundo según presupuestos filosóficos, según una imagen implícita de cómo son y para qué son las cosas. Por esto, la única alternativa a interesarse por la filosofía de modo propio es estar viviendo acríticamente según la filosofía de otros, la que, desde posiciones de poder e influencia, haya conseguido ponerse de moda en el lugar y el momento histórico que a uno le haya tocado vivir. Ya que no se puede escapar de la filosofía, pues, ¿por qué no darle una oportunidad?