Mary Beard (Reino Unido, 1955) ha dedicado toda su vida a investigar el mundo clásico, especialmente la antigua Roma. Los mismos esfuerzos dedicados a la investigación los ha dirigido a la divulgación, con un poderoso enfoque feminista, pese a que hace 2.000 años el marco mental, cultural y social difería mucho del actual. La catedrática de Estudios Clásicos de Cambridge, ganadora del Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, editora y autora de varios libros, acaba de presentar en Madrid su nueva obra, 'Emperador de Roma' (Crítica), un texto en el que propone una mirada poliédrica a lo que, para muchos, es un imperio de una pieza. Pero nada más lejos de la realidad: hubo muchas Romas, muchos imperios y mucha creatividad en la manera de gestionar un vastísimo territorio. Ya lo decía Obélix: "¡Están locos estos romanos!".
La velocidad a la que la información se propaga en nuestros días es impensable en la Edad Antigua, pero eso no significa que no hubiera un trasiego de historias y datos interesados a favor o en contra de ciertas políticas imperiales. Es decir, hubo fake news desde que el mundo es mundo. La historiadora lo confirma: "No imagino un momento de la Historia sin fake news. Aunque no se puede decir que los romanos fueron sus inventores, sí fueron los grandes artífices de esta rumorología, sobre todo a través de sus gobernantes", aseguró la experta ante los medios antes de iniciar su conferencia magistral en la Fundación Juan March, en Madrid.
En opinión de Beard, muchas de las historias y mitos relacionados con los emperadores romanos, desde la extravagancia de Nerón o Calígula o el sadismo de Heliogábalo, el favorito de la autora, responde, no a la invención de un autor-legión, sino a la estrategia de sus sucesores para justificar los aciagos destinos de muchos de estos gobernantes; por ejemplo, la inducción al suicidio de Nerón o el asesinato de Julio César.
Beard también ha puesto el foco en la capacidad de agencia de la mujer en el imperio romano. "Mujeres como Mesalina o Julia Domma tuvieron más poder que muchos porque estaban cerca del emperador y todo el que estuviera cerca del emperador tenía poder", asegura la historiadora.
Sin embargo, rechaza la interpretación general, que ha calado hasta nuestros días, de que eran el poder en la sombra y la mente maquiavélica del imperio: "Me sorprende esa corriente narrativa que dice que eran las mujeres quienes realmente eran la mente detrás del trono: eso es una lectura misógina que culpa a las mujeres cuando el emperador mete la pata".
En su estancia en Madrid, la historiadora también ha respondido a la gran pregunta: ¿por qué los hombres piensan habitualmente en el Imperio Romano? Contaba un vídeo viral en Tik Tok que los hombres piensan siete veces al día en el Imperio Romano. Poco a poco, la cuestión fue ampliándose a todos los públicos, aunque la atracción por la antigua Roma ha sido lugar común en series y películas. Los uppers recordarán 'Yo, Claudio' y los más jóvenes 'Gladiator' o la serie de la BBC 'Roma'. ¿A quién no le gusta una de romanos?
Sobre el imperio romano y la masculinidad, ¿tiene que ver eso con la idea del rol de los hombres en esa época? Para la experta, "Roma es una especie de lugar seguro que proporciona una fantasía a ese machismo masculino. Creo que pueden imaginarse ellos mismos vestidos con togas o pequeñas faldas militares deambulando por el paisaje, aunque probablemente vengan de matar bárbaros y de construir carreteras, lo que supone que han creado ese espacio seguro para disfrutar de la masculinidad".
Beard también tuvo palabras para explicar por qué es necesario el estudio de las Humanidades en un mundo cada vez más rápido y tecnificado: "Estudiar la historia, el mundo antiguo y la filosofía es absolutamente esencial para la democracia moderna porque enseña a argumentar con precisión, responsablemente y con respeto acerca de cuestiones que no tienen respuestas fáciles ni correctas. Y a no ser que tengamos esa fundación en las humanidades, que precisamente nos enseñan a hacer ese tipo de cosas, creo que la democracia sería la gran perdedora".