La caracterización de Boris Karloff en la versión más conocida del monstruo de Frankenstein esconde una verdad innegable: los hombres tenemos la cabeza cuadrada. La cosa hubiera hecho a sonreír a Mary Wollstonecraft, la escritora y librepensadora feminista que parió a Mary Shelley y murió 11 días después producto de una septicemia desatada por el alumbramiento. 134 años separan su muerte de la cinta que popularizó al monstruo. ¿Quién era el monstruo?
Los hombres, entonces, tenemos una cabeza cuadrada o cilíndrica u ovoide. Da igual. El caso es que contiene cosas. Cosas que están bien y cosas que están mal. Lo mismo que la cabeza de Mary Shelley aquella noche del verano de 1816, cuando esbozó, gracias a un 'desafío literario' propuesto por Lord Byron, lo que sería 'Frankenstein', su obra más reconocida. Muchos olvidan, sin embargo, que la obra original de Shelley se titulaba 'Frankenstein o el moderno Prometeo'.
Prometeo no es otro que el titán que, en la mitología griega, roba el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. ¿Una metáfora del poder de crear vida como hace el buen doctor al revivir a su criatura puzzle? Sin duda. Pero ya puestos a interpretar podríamos usar también la idea de que el fuego representa el conocimiento. El moderno Prometeo, entonces, intenta inculcar conocimiento.
¿Que tiene que ver todo esto con Mary Wollstonecraft? Se especula que la culpa por haber 'matado' a su madre al nacer persiguió siempre a Mary Shelley que, al momento de componer su célebre novela -considerada por escritores como Isaac Asimov o científicos como Carl Sagan, como la primera de ciencia ficción de la historia- también había perdido a dos hijos y había tenido un aborto. La muerte era, pues, una enemiga a la que la autora miraba frontalmente y que, poco después de esa noche con Byron, con su marido el poeta Percy B. Shelley y el doctor Polidori (que inventó allí mismo la figura del vampiro romántico), se le presentaba en una pesadilla en forma de criatura.
Eso y las conversaciones científicas sobre los rayos galvánicos habrían sido el germen de una de los grandes mitos universales del terror y del gótico. ¿Qué tanto de las ideas feministas de Wollstonecraft calaron realmente en Mary Shelley? Según varias interpretaciones el propio 'nacimiento' de la criatura podría ser una metáfora del parto (recordemos, la muerte de la madre, de sus hijos, y los abortos habitaban el corazón de Shelley), además del miedo a la medicalización del parto. Otras lecturas señalan incluso que el 'monstruo' para el hombre, no sería otro que la propia mujer. Un ser que despierta y al que hay que temer.