Pablo Derqui: “Todos llevamos un monstruo dentro, pero el de Vallejo-Nájera o López Ibor fue asumido socialmente”

  • El actor catalán da réplica en escena a Blanca Portillo en 'La madre de Frankenstein'

  • La obra es una adaptación de la novela homónima de la fallecida Almudena Grandes

  • Ambientada en la España de los años 50, trata la historia real de Aurora Rodríguez Carballeira, quien mató a su hija Hildegard

Almudena Grandes puso en pie la novela. Y Carme Portaceli la llevó a las tablas. ‘La Madre de Frankenstein’ narra la historia de Aurora Rodríguez Carballeira (Blanca Portillo en escena), paranoica y brillante, inteligente y eugenésica, quien mató a su hija Hildegard porque se estaba alejando del objetivo con el que fue creada. Es decir, mejorar la raza. Una historia que sirve de metáfora de aquellos grises años 50, en los que nada parecía poder florecer.

Junto a Blanca Portillo, está las tres horas y cuarenta minutos de obra el actor Pablo Derqui (Barcelona, 1976), quien interpreta a Germán Velázquez, un joven psiquiatra que vuelve a España en 1954 desde su exilio en Suiza, un país al que le mandó exiliado su padre, también psiquiatra, para salvarle la vida. Regresa para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, donde está ingresada Aurora (ya parricida), a quién ya conoció a los 13 años, y se encuentra una España “sumida en una nueva Edad Media”, como nos cuenta a Uppers el propio Derqui.

Hablamos con él sobre cómo éramos, cómo hemos cambiado y cómo la salud mental necesita seguir avanzando hacia terapias más humanas, "donde la empatía sea la clave". En escena hace con Portillo y el resto del equipo un tándem engrasadísimo.

¿Quién fue Aurora Rodríguez Carballeira?

Ha quedado en la historia moderna como la parricida más famosa de España. En 1933 mató a su hija porque no era lo suficientemente válida y se estaba alejando de los preceptos que ella le había inculcado para ser una mujer ideal. Era muy inteligente, superdotada, diría, con ideas socialista utópicas y eugenésicas. Mató a su hija Hildegard, pero era brillante.

Cómo la definirías en tres adjetivos

De una inteligencia singular, muy avanzada a su época y paranoica.

¿Por qué asesinó a su hija superdotada Hildegard?

Porque, según ella, no estaba cumpliendo los objetivos para los que su madre la estaba ‘construyendo’. Cabe decir que en esa época estaban muy de moda ideas de depuración de la raza y estaba convencida de poder crear una superior. Había elegido al padre de la niña por características objetivas, sin implicación emocional, para que esa hija ‘mejorase’ la humanidad.

¿Qué te parece la conocida frase “porque ella la creó, y ella la destruyó”?

Es terrible, casi ‘la maté porque era mía’. Una persona paranoica y enferma puede llegar a pronunciarla, pero a todas luces es horrible.

¿Por qué crees que Almudena Grandes vio en esta historia su novela?

En todas sus novelas coge anécdotas reales y desde ellas vertebra todo un mundo de ficción y vio en Aurora una imagen muy potente para hablar de la España de los años 50, además centrándose en un manicomio, que al final es una esquina de la sociedad. Y además de mujeres, el último lugar. Una metáfora de una España que acabó volviéndose loca por unas pretensiones delirantes.

¿Conociste personalmente a Almudena?  

No llegué a conocerla, sí a su viudo, Luis García Montero. Me hubiese encantado porque me gusta mucho su modo de escribir y de dar voz a situaciones concretas.

¿Los ‘monstruos’ lo son de verdad o son solo la parte más oscura de uno mismo?

Todos llevamos un monstruo dentro. Una parte oscura que gana más terreno según sea nuestra vida. La clave está en encontrar la templanza para que el monstruo no nos domine. En la época de la novela, a Aurora sí se le consideraba un monstruo socialmente. Pero había otros como Vallejo-Nájera o López Ibor, que no eran considerados así socialmente y sí lo eran de verdad, su monstruo fue asumido socialmente, ya que hablaban tranquilamente de matar a gente que según ellos no era apta. Incluso hablaban de un ‘gen rojo’ que debía ser extirpado de sus portadores fusilándoles. La gente de izquierdas se consideraba que estaban defectuosos, frutos de una mala herencia, y que había que matarles y robarles a sus hijos. Los monstruos a veces no son lo que parecen.

¿Cómo crees que ha evolucionado cómo nos relacionamos con la enfermedad mental desde los años 50 a ahora?

Nos estamos dando cuenta de que la empatía es determinante. Se necesitan terapias humanas que conecten a los enfermos con el mundo, derivadas de una medicina más humana. La idea es que no se sientan excluidos y no se encierren en sí mismos.

¿Qué ha sido lo más fácil de interpretar de tu personaje?

Conectar con el grupo humano de la obra, nos hemos ayudado mucho entre compañeros.

¿Y lo más complicado?

Quizá trasladar el lenguaje literario a las tablas, como en todas las novelas adaptadas. Es un esfuerzo bonito

¿Por qué estaba fuera Germán?

Su padre es represaliado por republicano y al estallar la guerra le manda a Suiza, donde al crecer estudia psiquiatría como él.

¿Qué se encuentra al llegar?

Se va en plena república y vuelve a una España en blanco y negro, donde la moral la dirige una iglesia anticuada y obsesiva, con una involución de la ciencia, limitación de las libertades, las mujeres sometidas a sus maridos, represión sexual absoluta… Es decir, una nueva Edad Media.

Un deseo para la salud mental en España en los próximos 10 años

Que la empatía vaya ganando terreno, a nivel médico y social. Y pediría que se hable más de todo ello.