Un elefante en la sala es la expresión que se utiliza para describir un problema obvio que todos pueden ver pero que nadie se atreve a abordar. También es el nombre de la colección monográfica en clave de humor dirigida por nuestro querido dibujante Javirroyo, bajo el paraguas de Siglo Veintiuno Editores, para "hablar de aquellos temas que nos interpelan a todos pero que son incómodos o demasiado grandes; vamos, los que no sacarías en una cena familiar".
La idea es que cada título aborde una cuestión humana, filosófica o social a través de ilustraciones o viñetas gráficas. Pensar los grandes temas de la humanidad dibujando. Aquí se trata de "abrir melones y polemizar", y siempre desde el humor, esa herramienta universal que sirve tanto para "relativizar el drama" como "para empatizar con el otro", pero también "para denunciar, levantar el grito o mover conciencias".
"Para mí el humor es una forma de vida y un requisito fundamental que debe tener cualquiera que quiera ser mi amigo", nos cuenta Javirroyo. Por eso ha empezado esta nueva aventura rodeado de algunos de ellos. El humorista e ilustrador gráfico Eneko de las Heras se encarga de lanzar agudas reflexiones sobre 'La libertad', y la ilustradora y comunicadora visual Laura Árbol aborda la figura de 'Dios' desde distingos ángulos. En la recámara de la colección, quedan 'La música', 'La miseria', 'La soledad' o 'La estupidez'. Charlamos con Javirroyo, Eneko y Laura a tres bandas sobre lo que significa el humor en el siglo XXI.
¿De qué se ríen hoy los españoles?
Javirroyo: No te sabría decir ni de qué me río yo, como para hablar en representación de 48 millones de personas. Pues será muy diverso, algunos supongo que de sus propios dramas, que es un clásico, otros de chistes soeces... Me imagino que lo más sano es reírse de uno mismo. Ojalá un día todos los españoles tengan la inteligencia de saber reírse de si mismos y de abandonar complejos. En ese momento acabamos con todos los problemas.
Eneko: No estoy seguro de que existan los españoles... Las distintas culturas manejan cada una distintos códigos humorísticos. Lo que hace gracia en Buenos Aires puede que no lo haga en Manila. Hay países más o menos homogéneos pero el caso es que España es particularmente multicultural y creo que el sentido del humor de un gallego probablemente tenga poco que ver con el de un señor de Cuenca. Además, hay otros elementos identitarios con sus códigos propios, por ejemplo un izquierdista se reirá de cosas que a un derechista no le harán ninguna gracia y viceversa. En cualquier caso, lo más probable es que los unos se rían de los otros, suele ser lo más común.
Laura Árbol: Por suerte, parece que nos reímos cada vez menos de cosas casposas. En los últimos años hemos tenido la suerte de presenciar un “boom” de cómicas que abordan temas muy necesarios desde perspectivas poco exploradas en el humor hasta entonces, como el feminismo. Es una suerte estar viviendo esta “ola” que no es que sea una moda, si no que creo que ha llegado para quedarse.
¿Qué diferencia hay entre el humor de ahora y el de hace 40 años?
J: El humor va completamente ligado a los valores de una época. Y es seguramente uno de los campos más sensibles que existen a los cambios de mentalidad colectiva. Por ejemplo, hace 40 años se hacían chistes y nos reíamos de chistes machistas o que ridiculizaban a personas con discapacidad. Hoy esto es imposible. Pero eso no quiere decir que pueda volver a cambiar en el futuro. Somos hijos de la época en la que vivimos. De este momento.
E: Las sociedades avanzan en el tiempo y los códigos comunes también cambian. Así como el humorista tiene la opción de usar códigos universales, también tiene la opción de usar códigos atemporales de modo que sus chistes trasciendan en el tiempo. Por eso nos encontramos con chistes de hace 40 años, o 100, que nos siguen pareciendo buenos. Eso es lo que importa.
L: Según cualquier cuñado de barra de bar, la diferencia sería que ahora “ya no se puede decir nada”.
¿Tiene que haber límites en el humor?
J: Los límites en el humor nos los ponemos cada persona. Si hablamos de si debe haberlos para todos, te diría que no, obviamente. El humor deja de serlo si escuchamos siempre el mismo relato humorístico. Es muy importante que el humor se mueva hacia los limites para que siga siendo sorpresivo o nos toque.
E: No hay libertad de humor, lo que hay es libertad de expresión. Y dentro de la libertad de expresión, el humor es tan sólo una herramienta que te puede permitir llegar más lejos. Así que yo contrapreguntaría: ¿Tiene que haber límites a la libertad de expresión?
Y lo que está claro es que las sociedades (unas más que otras) limitan la libertad de expresión cuando entra en colisión con los derechos de otras personas (Derecho al honor, a la dignidad, a la no discriminación, etcétera). Me parece natural que esos límites estén ahí, así como me parece natural que intentemos rebasarlos en según qué casos.
L: Creo que es difícil establecer unos límites comunes para todos. Soy más partidaria de pensar que los límites son los que una misma quiera ponerse. La humorista tiene que poder decir lo que crea necesario así como el espectador tiene derecho a ofenderse.
¿Os lo pensáis mucho antes de dibujar algo que pueda ser polémico?
J: Nada. Soy un inconsciente. Hay que dibujarlo todo. Ah, y si me río de lo que dibujo, lo publico.
E: Sí, digamos que me lo pienso más. Pero no me pienso si debo decirlo o no, sino cómo decirlo con la suficiente sutileza para que se entienda bien y pase la censura (institucional, editorial o social). Para eso está el humor.
L: Mmm... bueno, intento tener en cuenta diferentes sensibilidades y sí que lo pienso antes de dibujar o publicar algo. No es lo mismo atacar “al de arriba” que a alguien en una situación vulnerable o sobre el que históricamente ya pesa un estigma.
¿Habéis tenido que pedir perdón alguna vez?
J: Sí. Una vez, por culpa de mi sesgo de hombre blanco, hice un chiste que tenía trazas racistas. Varios colectivos africanos empezaron a dejar comentarios en el post de Instagram, lo leí de nuevo bajo ese prisma que no había tenido en cuenta y lo borré. Luego escribí por mensaje directo a estos colectivos pidiendo perdón y rectificando. El humor también es sobre todo un camino de aprendizaje, algo que te transforma.
E: No. Pero si echo la vista atrás y me encuentro con dibujos míos sobre ciertos temas, mi yo de entonces sí que le pediría perdón a mi yo de ahora.
L: Hasta el momento no lo he visto necesario. Pero si alguna vez me veo en la situación, lo haré sin problema.
¿Con el sentido del humor se nace o se aprende?
J: Se aprende. Es una habilidad social y empática.
E: Creo que hay personalidades propensas a tener sentido del humor. Es decir: Se nace. Otra cosa es que esta cualidad se desarrolle más o menos. Esto se aprende.
L: Creo que es algo que no solo se aprende, si no que se decide cultivar consumiéndolo y poniéndolo en práctica.
¿Perdemos sentido del humor con los años?
J: Yo lo gano. Es muy importante la actitud y el foco. Vivimos durante uno años en este mundo y yo soy de los que prefiero descojonarme de todo. Es actitud.
E: No creo. Por el contrario, perdemos tantas cosas que para compensar desarrollamos más este sentido.
L: Espero y deseo que sea justo al contrario.
¿Qué tipo de humor preferís?
J: El humor negro. El humor que te hace pensar.
E: Con el humor me pasa como con la comida, disfruto de un plato muy básico pero bien cocinado y disfruto de un plato más sofisticado. Vamos, que me gusta de todo. Con el humor gráfico en concreto, más allá del concepto humorístico, me gusta mucho la calidad y la originalidad de la gráfica.
L: Diría que el inteligente para quedar bien, pero realmente creo que disfruto de todos los tipos de humor. Quizás cuando más se disfruta es cuando encuentras humor en algo que no esperabas.
¿A qué temas le vienen bien el humor negro?
J: Las guerras. Las injusticias. La estupidez humana. Creo que se puede hacer humor negro de las experiencias más traumáticas. De hecho el humor negro creo ue tiene sobre todo un carácter sanador. Es medicina fuerte. La quimioterapia de los traumas psicológicos.
E: Cualquier tema se puede abordar desde el humor en general y desde el humor negro en particular. Además, a veces te sorprendes: De un tema escabroso te salta una idea de lo más ligerita. Y de un tema ligerito te salta una idea de lo más negra.
L: A los tabús y a los elefantes en la sala. A esos temas farragosos que nos da miedo hablar o comentar desde la seriedad. Parece que a través del humor es más fácil ponerlos sobre la mesa.
¿Y el humor absurdo?
J: De cualquier tema. Es lo que tiene.
E: Lo mismo. A veces te dicen de un tema muy absurdo o delirante “Este tema te debe dar para unas viñetas buenísimas” y resulta que al ponerte a currar no te sale nada. Pero te pones con un tema de lo más soso y te sale un dibujo buenísimo.
L: Supongo que a las situaciones irracionales o más disparatadas, las que tienen poca explicación.
¿Cuál es el mayor temor de un humorista?
J: La gente que se toma en serio a si misma. Los egocéntricos. Hacer cola. Hacer trámites burocráticos. Una misa. Aburrirte.
E: No sé cómo será para el resto de los humoristas, pero yo, cada vez que después de sufrir un montón dándole vueltas y vueltas a un tema, doy finalmente con una idea que me gusta para un dibujo, tengo la sensación de que ha sido el último, que ya no se me va a ocurrir nunca ninguna más.
L: Que algo sea demasiado doloroso como para hacer humor de ello.
¿Por qué la Libertad?
E: El tema me lo propone Javi. El caso es que al principio me asustan dos cosas: Tener que hacer tantos dibujos sobre un mismo tema y la sensación de que un libro sobre un tema debe ser una especie de tesis doctoral sobre el mismo. Afortunadamente el tema de la libertad es transversal a cualquier tema que se te ocurra tratar. Sexo, capitalismo, drogas, redes sociales, educación, derechos, desigualdad, machismo, cualquier tema está atravesado por el problema de la libertad. Esto me permitió relajarme y abordarlos desordenadamente, siempre desde sus implicaciones con la libertad. La estructura del libro ya llegaría después.
La libertad tiene muy buena prensa, todos quieren apropiarse la palabrita, incluso los que quieren cargársela, pero al buscar las definiciones de libertad en los grandes pensadores te encuentras con que todos ellos hablan en realidad de dónde y cómo ponerle los límites, de cómo gestionarla. Por eso el libro no es todo él una loa a la libertad. La intención es, más bien, la de hurgar en nuestra relación con ella. Una relación muy compleja. Así que loarla no, pero cuidarla sí.
¿Por qué Dios?
L: Porque es un tema que me interesa desde hace unos años y sobre el que llevo pensando y reflexionando desde entonces. Porque es un personaje conocido por todas, seamos creyentes o no. Y porque no deja de ser una excusa para hablar a través de un concepto grandilocuente de lo que más nos gusta: nosotras mismas.