Pedro Simón: "La vejez de nuestros padres es el spoiler de lo que seremos"

El madrileño Pedro Simón lleva tres décadas entrando a tu casa y en la mía. Y no solo a través de los premiados artículos que publica regularmente en El Mundo, sino porque al autor de 'Los siguientes' realmente parece importarle lo que hacemos. Nuestro día a día, nuestra comportamiento como sociedad, nuestra idiosincrasia. Pero por sobre todo parecen importarle las personas y sus grietas, pequeñas (o grandes) fallas tectónicas que van configurando nuestra manera de estar en el mundo, que es otra manera de decir 'de estar con los demás'.

Por eso no sorprende que sea la familia, ese núcleo indisociable e impuesto en el que, según el autor "están todos los grandes temas de la literatura universal, está el amor, está violencia, está la soledad, está la culpa". Esa es la 'plastilina universal' de la que nace 'Los siguientes', una novela en la que tres hermanos viven de distinta manera la obligación de cuidar de su padre octogenario en sus últimos días.

La cicatriz más grande

"La familia no siempre es el mejor motor, no es lo mismo nacer en Gaza que nacer en el barrio de Salamanca, pero sí que es la cicatriz más grande, es eso que cada mañana cuando te miras al espejo sabes que tiene que ver contigo. Tu eres lo que eres seguramente gracias a tu familia y por culpa de tu familia".

‘Los siguientes’ nos enfrenta a una realidad sangrante en nuestro país, el del cuidado de los mayores. ¿Crees que es un problema emocional, económico, político o todas las anteriores?

Es un problema de país evidentemente. A los políticos les tendrá que concernir lo que tiene que ver con lo económico, a mi me concierne lo que tiene que ver con lo emocional, con esa especie de espejo que se te va acercando cada vez más y que va hablando de ti. Ese momento en el que ves a tu padre o a tu madre y te das cuenta de que son un spoiler de lo que vas a hacer.

¿Dirías que en los tiempos que corren la vejez ha pasado de ser un plus, ligada a la sabiduría, a ser casi un demérito, más bien ligado a la idea de la carga?

Hay un momento en que Antonio, el padre octogenario viudo de la novela, reflexiona y dice "yo siempre me quise morir antes de que mis hijos lo desearan". Y yo creo que es esto. Debe ser jodido ese momento en la vida cuando los demás fruncen el seño porque tu no entiendes lo que dicen porque no estás bien del oído, debe ser duro ver como te tratan con un paternalismo bienintencionado pero cruel, debe ser duro verles perder la paciencia porque a tí te cuesta salir del coche un poco más debido a tu cadera maltrecha... Entonces yo creo que hay mucha epopeya sobre la vejez, pero creo que la vejez es una inmensa putada, creo que envejecer es dejar de hacer cosas que antes podías hacer y ya no, y eso es una carga, claro, y es una derrota.

En la novela es la ausencia de la madre la que parece generar el ‘problema’ de los cuidados. ¿Qué tanto nos hemos convertido en una sociedad dependiente de las mujeres en ese sentido?

Bueno nos creemos muy modernos como sociedad, nos creemos que hemos avanzado mucho en las cuestiones de género pero la verdad es que nueve de cada diez cuidadores siguen siendo mujeres. Me refiero a cuidadores, o cuidadoras, en el ámbito familiar. Fíjate, yo estuve valorando hacer una novela en la que el protagonista en vez de ser un octogenario viudo fuese una octogenaria viuda, pero preferí que se tratase de un hombre dado que genera más intemperie y nos parece más inerme, nos parece más un pajarico que se ha caído del nido aliquebrado un señor que se ha quedado sin su mujer después de toda una vida juntos, que al revés. En una mujer viuda veo más independencia, son menos demandantes, veo más robustez. Yo la veo como el pegamento de la familia, como dicen en el libro, la mujer es 'el Loctite de la familia'.

¿Cuál dirías que es el principal abismo entre la generación de posguerra y los boomers?

Si te tuviera que decir algo, sería el impacto tecnológico. A nosotros nos ha venido la tecnología y nos hemos tenido que adaptar para sobrevivir, en la generación anterior hay gente que no se ha logrado adaptar o directamente ha decidido no adaptarse y yo lo entiendo. Son toda esa gente que va al cajero automático y no se sabe manejar, o que tiene un móvil en la mano y no se sabe manejar. Nosotros tenemos una pata en lo analógico y otra en lo digital, no nos ha quedado más narices. Ellos no.

¿Y entre los boomers y las generaciones posteriores?

Hay dos grandes temas, uno es el tema climático, lo que hacemos cada generación con el medio ambiente; y el otro es nuevamente la tecnología. Una psicóloga del Instituto Tecnológico de Massachussets, autora de un libro que se llama 'En defensa de la conversación', asegura que "las nuevas tecnologías están acabando con los viejos valores". Se refiere a cómo hemos perdido la capacidad de empatía (a veces somos capaces de dar el pésame con un emoticono) y de como hemos perdido la capacidad e introspección (estamos cinco minutos haciendo algo y enseguida vamos a mirar el móvil). La pregunta sería entonces, 'si hemos perdido la capacidad de empatía, de estar con el dolor del otro, y hemos perdido la capacidad de estar con nosotros mismos... ¿hacia donde vamos?'.

Dentro de la propia familia Prieto existen diferencias de personalidad, de género y de clase… ¿Crees que cualquier familia puede ser un reflejo de la sociedad en la que existe?

Sí. Creo que no nos conocemos lo suficiente. Creo que el hecho de convivir yo que sé, treinta años con un hermano, no te capacita para saber cómo es. Creo que no conocemos a mucha de la gente que tenemos al lado. Hay muchos amigos que te conocen mejor que tus hermanos. Así que respondiendo a tu pregunta, creo mucho en lo extraordinario que hay dentro de lo ordinario, creo que cualquier familia podría ser protagonista de una novela. La historia es que esa familia esté dispuesta el cajón donde guarda sus muertos. Pero sí, toda familia tiene una gran historia que contar y casi siempre es algo que les quita el sueño, siempre tiene que ver con una cicatriz.

Sin moralismo

¿Dirías que practicas una suerte de ‘costumbrismo del s. XXI’?

Diría que hago lo que puedo. Uno escribe la novela que puede, no siempre la que quiere. Lo que sí te puedo decir es que siempre me han interesado mucho los autores que escriben desde un objetivismo, desde el blanco y negro emocional, desde medio metro de distancia de lo que ocurre. Te hablo de Ignacio Aldecoa, de John Steinbeck... Hay un aliento periodístico en ellos que a mi me interpela y que me dice que la literatura o el periodismo a veces consiste en llevar a la gente de viaje, simplemente, ni más ni menos.

El asunto de las residencias también remueve tras lo que pasó durante la pandemia. ¿Se las ha satanizado? ¿Dirías que son soluciones ideales?

Yo no quería que el libro tuviera ninguna moralina en ese sentido, que aquí cada uno hace lo que puede. Puede estar muy bien que los lleves a una residencia, puede estar muy bien que estén en su casa solos, puede estar muy bien que estén en su casa acompañados por un profesional, puede estar muy bien como pasa en la novela, que ese padre viuda vaya rulando de casa en casa... El libro no es un manual de lo que hay que hacer, es un libro que habla de lo que hacen tres hijos con todo el amor del mundo y tratando de hacer lo mejor. Si que te puedo trasladar una cosa que me contó un amigo mío sobre como se sentía cuando liba a ver a su madre a la residencia. Me decía que se sentía como si fuese al escritorio de Windows, fuese a la papelera, le diera doble click al emoticono y viese que allí está su madre junto con otros archivos. Se sentía así de mal. Algo que le ocurre también al personaje de Carmen, la hija pequeña en la novela. Es interesante esto, siempre pensamos en 'lo que es mejor' para ellos, pero nunca pensamos en lo que les hace más felices.

¿Qué opinas de conceptos más modernos como el Cohousing o los colectivos que buscan envejecer entre amigos?

Opino que viene un mundo que desconocemos y que va a configurar todo. El negocio que se avecina es el del cuidado a los mayores, entre otras cosas porque vamos a ser el país más viejo del mundo, si no lo somos ya junto con Japón. Me preocupa todo lo que tiene que ver con el individualismo, la deshumanización, la soldad... Y me arrimo al tam tam que tiene que ver con la sangre, con la familia, con la dignidad, con la decencia, con lo profundamente humano. En esos parámetros creo que se moverá el negocio.

Paralelamente a los hijos enfrentados al asunto de hacerse cargo de su padre, hay al menos dos personajes, Erlinda y Rita que son cuidadoras inmigrantes. ¿Crees que en España hay una consciencia real de la importancia de la inmigración en este asunto?

No, no la hay. Por un problema ideológico. Y no es ideología, son matemáticas. Por eso me llama sumamente la atención cierta mirada sobre el asunto migratorio, muy cicatera, que no alcanza a ver la importancia de que venga gente de fuera. Va a ser falta gente inmigrante que cuide de los mayores. No hay mano de obra suficiente y menos gente que quiera dedicarse a esto. Por otro lado, yo he visto mucha ternura en gente como Rita o como Erlinda, los personajes migrantes de la novela, he visto mucha dedicación y por supuesto he visto mucha profesionalidad. Porque muchas veces se habla de los cuidadores inmigrantes como si se fueran unos 'pobrecitos que se ganan así el sueldo', pero yo reivindico su profesionalidad.