Durante décadas, España no ha sabido bien qué hacer con Mari Trini. Ejemplo: hay fotos de ella junto a Serrat con la leyenda: "El cantautor catalán conversa con la cantante Mari Trini". ¿Cantante? Ciertamente la voz, singularísima aunque con ecos de Edith Piaf, de la murciana, su expresividad y su temperamento en escena hubieran bastado para consagrarla como una gran intérprete. Pero esa no era ella. María Trinidad Pérez de Miravete Mille (1947-2009) fue en realidad tan cantautora como Serrat, pero ese estatus nunca le fue reconocido del todo.
Con el tiempo, tanto su vida personal -que llevaba con discreción pero sin complejo alguno- como sus letras, la han convertido en un icono del feminismo y la comunidad LGTB+ que la adora sin restricciones, pero no solo eso. Hay un creciente interés pro la compositora como una figura que atrajo sobre sí lo mejor y lo peor de una España que avanzaba a la modernidad a trompicones sin poder, apenas, seguirle el paso.
De todo eso hablamos con Miguel Fernández, autor de 'Yo no soy esa que tú te imaginas', la biografía más reciente de la artista murciana. No es muy tarde, creo yo, para empezar.
Este año han coincidido al menos dos biografías de Mari Trini. ¿A qué atribuye este continuo interés por el personaje?
Bajo el título de 'Yo no soy esa', solo en este trimestre, se han estrenado una película y un documental, también se han editado dos discos recopilatorios y ha aparecido mi biografía, la primera que recupera a Mari Trini en el contexto de su época y que profundiza en su personalidad… Como ya observó hace más de medio siglo Vázquez Montalbán, las canciones de Mari Trini están ligadas a la memoria sentimental de varias generaciones de españoles. Fue el referente de aquellas mujeres que dijeron “no” al novio o al marido, que lucharon para ir a la universidad o para que se les reconociera su labor en la casa. También, el de hombres y mujeres que se sentían diferentes y se identificaban con el mensaje que transmitía el personaje: querían poder retratarse, por ejemplo, con su pareja sin miedo al escándalo o a la Ley de Peligrosidad Social. Todo eso forma parte de la memoria colectiva, por eso la figura de Mari Trini sigue suscitando interés y cariño.
¿Sintió el imperativo de escribir este libro desde una perspectiva personal? ¿Por qué?
En cierta forma, yo fui uno de los que captó ese mensaje subliminal que había en la figura y las canciones de Mari Trini. Con doce años, la descubrí por casualidad. Con catorce, ya publicaba artículos sobre ella en una revista musical. Tuve todos sus discos. Devoraba cualquier noticia relacionada con ella. En sus canciones había todo un ideario sentimental con el que me identificaba. Poco antes de que enfermara, cuando ya llevaba mucho tiempo sin grabar, le propuse escribir sus memorias. Me dijo que se lo iba a pensar. No dio tiempo. Murió muy joven.
Justo al principio de su libro aparece una pregunta que parece capital tratándose de un personaje como Mari Trini… "¿Para qué sirvió tanta rebeldía?". ¿Tras escribir el libro siente que usted podría responderla?
La pregunta se la hace la propia Mari Trini ante los pocos periodistas que acuden a su última actuación en Madrid. Apenas ha cumplido los cincuenta, pero la industria y la crítica la consideran vieja. Es lógico que, en ese momento, 1997, se sintiera desolada. El tiempo, sin embargo, ha puesto las cosas en su sitio. Cuando en el 8M grupos de mujeres coreaban 'Yo no soy esa', cuando una artista más joven como Rozalén dice “si no hubiera existido Mari Trini probablemente yo no estaría aquí”, cuando su voz suena en 'Cuéntame' o 'Te estoy amando locamente'… está claro que sí, que, para varias generaciones, aquella rebeldía mereció la pena.
La impronta francesa es notoria en las canciones de Mari Trini ¿Cree que la cultura gala, o más precisamente el París de su época, influyó también su personalidad?
Pasar una larga temporada en aquel París de mediados de los sesenta debió ser una experiencia fundamental para una muchacha de apenas dieciocho. No era, ni mucho menos, lo habitual. La enfermedad que padeció durante años estimuló en Mari Trini la curiosidad intelectual, un ansia constante por conocer y descubrir. Leía mucho y estaba obsesionada con buscar nuevos horizontes para su música. En los sesenta acusó la influencia francesa, pero en los setenta buscó sonidos italianizantes, en la misma onda de Mina o Baglioni; en los ochenta, cuando ya empezaban a tacharla de anticuada, hablaba con devoción de Al Jarreau.
¿Cree que la figura de la murciana fue injustamente opacada por contemporáneos como Raphael, Julio Iglesias o Camilo Sesto?
Mari Trini no era una cantante melódica, sino una cantautora, una compositora. Durante muchos años se le ha colocado en un lugar equivocado. A su manera, desde la equidistancia política, fue crítica con la dictadura y sufrió la censura. Ridiculizó el servicio militar, ironizó sobre la virginidad o el matrimonio y habló con bastante claridad de relaciones que no se ajustaban a la moralidad de la época. Por tanto, su sitio en la cultura española debe estar junto a la nómina de cantautores, que, curiosamente, es en su mayoría masculina. 'Yo no soy esa' fue una fue una forma de protesta en la dictadura, no una canción melódica. Ese error de valoración, trufado de machismo, explica también su ostracismo.
¿Cómo fue su larga relación con Claudette?
Normal y cotidiana, como la de tantas parejas. En eso, también fue una adelantada. Claudette aparece al lado de Mari Trini en las revistas de la época, la acompaña en los conciertos, acuden juntas a las entrevistas de promoción, interviene en la elección del repertorio y traduce sus letras al francés. O sea, lo que hoy sería una relación perfectamente normalizada. Que la sociedad de la época interpretara o no ese mensaje, ya es otra cuestión. No eran discretas, como he leído en algún titular poco afortunado, sino invisibles y, ojo, la invisibilidad es una forma de homofobia.
¿Diría que Mari Trini simboliza tanto la esperanza como la tragedia de la Transición?
Mari Trini simboliza lo que en los ochenta se llamó “el desencanto” y después fue sencillamente decepción. El afán por pasar página hizo que se maltratara a mucha gente valiosa que, en cierta forma, se habían expuesto y trabajado por una sociedad más justa e igualitaria. Mari Trini fue pionera en incorporar la voz de las mujeres a la música popular. Es decir, contribuyó, desde la cultura, a romper los techos de cristal, la desigualdad. Sin embargo, nadie ha querido hasta ahora reconocerlo.
¿Qué puede decirnos sobre cómo fueron sus últimos días?
Mari Trini afrontó con mucha dignidad la última etapa de su vida. A pesar de que las ventas iban bien, la discográfica que editó su último álbum quebró. Perdió dinero y se sintió traicionada. Cayó en una profunda depresión porque tenía la sensación, además, de que su estrella se había apagado. Ni siquiera podía cantar. En lugar de intentar recuperar la fama a través de algún 'reality' o de un titular escabroso, prefirió instalarse en Murcia, la ciudad donde nació, junto a su familia y llevar una vida sencilla. Le habían ofrecido dirigir un teatro, pero no llegó a ver cumplida esa ilusión.
¿Cree que Mari Trini hubiera sido más feliz en 2024?
Por supuesto. De seguir viva, estoy seguro de que habría vuelto a componer y quizás a actuar. Le ocurrió, por ejemplo, a Chavela Vargas, que volvió con más fuerza si cabe. Es el caso también de Mina, que, aunque alejada de los escenarios, sigue grabando. El tiempo, no obstante, le ha dado la razón a Mari Trini. Ahora, queda hacerle justicia. Hay una campaña en change.org para pedir al Ministerio de Cultura que le otorgue la medalla al Mérito en las Bellas Artes a título póstumo.
¿Tiene una canción favorita de Mari Trini?
Es difícil tener una única canción favorita de Mari Trini. Me encanta 'Cuando me acaricias', con ese arreglo sinfónico maravilloso de Waldo de los Ríos, un personaje que supo identificarse con lo que vivía y sentía la cantante, la profundidad de 'Amores' o la garra de 'Una estrella en mi jardín'.
Si me permites, una cuestión que siempre es motivo de debate… En la canción ‘Ayúdala’, hay un trío conformado por la voz que canta, un ‘él’ al que se dirige, y la ‘ella’ a la que le pide que ayude. ¿La que canta es la amante? ¿La esposa? ¿Ninguna de las dos?
Ja, ja, ja. Me preguntan mucho por esto… Yo lo veo así. Por el empleo, a veces abusivo, del femenino, creo que las protagonistas de la canción son tres mujeres. La que habla acepta que su amante ha entablado una nueva relación. A partir de ahí: hay dos posibilidades: a/ Por algunas pistas parece que la nueva amante es más joven (no la lleves la contraria, pon sus pies sobre la tierra, no quiebres sus alas…). La solista se despide de su amante con elegancia. b/ La narradora es la mujer joven que ve cómo su amante vuelve con la pareja con la que lleva conviviendo años (que yo existo no le digas, la elegiste libremente, mientras yo te sonreía, te alejabas de mi vida…). La canción, en todo caso, es un ejercicio se sororidad y una muestra de lo adelantado que era el discurso de Mari Trini para su época.