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Juan Carlos Calderón, genio en la sombra: "Para una de Luis Miguel se inspiró en una muñeca hinchable"

  • La periodista Mar Norlander desgrana en el libro ‘Juan Carlos Calderón. ¿Quién eres tú?’ múltiples detalles de la obra y la vida del compositor.

  • Uno de sus temas más celebrados fue ‘Te amaré’, para Miguel Bosé: “Una canción preciosa, una letra redonda… De sus mejores canciones”, afirma.

  • También compuso ‘Caliente, caliente’ para Raffaella Carrá. “Habla de la masturbación femenina”, revela la autora.

“A Juan Carlos Calderón lo conocía de cuatro cosas, como cualquiera de mi generación”, dice Mar Norlander, autora de la biografía definitiva del músico y compositor cántabro ('¿Quién eres tú?', de Editorial Milenio) fallecido en 2012 a los 76 años. Es comprensible: Calderón fue un genio en la sombra, cuya obra llegó solo al radar de los melómanos empedernidos y, en escasas dosis, al gran público, que sabía, con más o menos precisión, que era el autor de canciones míticas para Mocedades (como el memorable “Eres tú”, con el que nos representaron en Eurovisión), Sergio y Estíbaliz, Luis Miguel y muchos otros. Pero en cuanto empezó a documentarse, a Norlander le ocurrió lo que le pasaría a cualquiera: “Me sorprendieron sus discos de jazz y el elenco tan variopinto de artistas con los que había trabajado”, explica.

Mar Norlander es periodista musical del diario asturiano La Nueva España. Además, toca el piano y los teclados en varios grupos de rock, y unos años atrás había completado sus estudios de Musicología (“Por curiosidad. Soy un poco culo inquieto, por redondear el conocimiento musical que tenía”, indica). Enviada por el periódico asistió a un concierto de El Consorcio (reencarnación de Mocedades) y alucinó con las veces que el nombre de Calderón, en las presentaciones de Amaia Uranga, salía a relucir. “Mi catedrática de Musicología me había animado a hacer una tesis, y cuando encontré esa información sobre Calderón, pensé: ‘Esto es una tesis; o dos’. En realidad no se le conocía. Tenía muchos registros. Me pareció fascinante”. Dedicó seis años a elaborar la tesis, de más de 400 páginas, que ha dado lugar al reciente libro.

Juan Carlos Calderón. ¿Quién eres tú? es un apabullante compendio de datos técnicos y musicales y jugosas anécdotas de la vida del autor. Una de las primeras que asoman en sus páginas es el hecho de que el pequeño Juan Carlos fue apadrinado por don Juan de Borbón. “El padre de Juan Carlos era una persona muy ilustre en Santander”, explica. “No es que tuviera mucho dinero, pero estaba muy vinculada a la cultura. Por su casa pasaban músicos, pintores… Surgió porque se lo pidió directamente, sin más”.

Calderón inició su carrera en la década de 1960, primero como arreglista, luego como productor y compositor. “Comenzó en el jazz”, señala Norlander. “El Dúo Dinámico contactó con él, pero no le gustaba el pop. Querían encargarle una canción para una película, Una chica para dos, y eso sí le atrajo; el poder componer para una orquesta. Las orquestas antes solo eran accesibles para las discográficas. Ahí empezó todo. Luego trabajó para Aute, Massiel, Mari Trini, Serrat… Él hizo el arreglo de ‘Mediterráneo’, la obra cumbre de Serrat”.

Ciertamente, Calderón fue muchas cosas dentro de la industria musical española (y no solo española: a principios de los ochenta colaboró con el trompetista estadounidense Herb Alpert, uno de los fundadores del sello A&M). De todas sus facetas, ¿con cuál se queda la autora? “Para mí —responde—, es el compositor más internacional y completo que ha habido en España en los últimos treinta años del siglo XX”. Sin olvidar su parcela personal: “En el epílogo, su hija Teresa nos cuenta su parte humana. Era una persona muy sensible, que le gustaban mucho los animales, disfrutaba del olor de los eucaliptos… No le gustaba que sus hijos fueran al colegio: quería que estuvieran en casa; decía que el colegio contaminaba”.

El increíble éxito de ‘Eres tú’, de Mocedades

Probablemente la canción más famosa de Calderón es Eres tú, de Mocedades (1973). Con ella, el conjunto donostiearra quedó segundo en Eurovisión, aunque por poco concurre al certamen con otra canción, ‘El vendedor’. “Escuchaba mucha música americana y ya tenía miras internacionales. ‘El vendedor’, por la que apostaba la discográfica, no le parecía internacional. Sabía lo que había fuera. Pensaba que no iba a entenderse la letra. De modo que incluso el día que iban a operarle de un oído, dijo a su mujer desde la camilla: ‘¡Recuerda a Carmen, de Zafiro, que vaya ‘Eres tú’, que ‘El vendedor’ no nos representa”. Finalmente se salió con la suya, y menos mal: ‘Eres tú’ se tradujo a cinco idiomas y accedió al número 9 en la lista de ventas de Estados Unidos. (Calderón llegó a dirigir la orquesta de España en Eurovisión en cinco ocasiones.)

Con Nino Bravo vivió una conexión muy especial: “A principios de los setenta, Nino Bravo buscaba diferentes compositores, y Calderón ya se había asociado con Mocedades. En el disco Un beso y una flor (1972) aparecen varios autores, y a Nino le gustaban mucho las canciones de Calderón, como ‘Cartas amarillas’. Una de sus particularidades es que es un enamorado de la voz. Creo que era un cantante frustrado. La voz de Nino Bravo saca el máximo rendimiento de cualquier canción. ¿A quién no iba a gustarle componer para él? Para Calderón era un placer, y enseguida le pilló sus cualidades vocales”. En cambio, con Cecilia no encontró ese vínculo. “Ella escribía sus letras, aunque la admiraba mucho”.

Otro de sus himnos es “La incondicional”, que compuso para Luis Miguel (1988). “La inspiración fue una muñeca hinchable”, avanza Norlander. “La mayoría de sus composiciones empezaban con la música, pero a la letra hasta última hora estaba haciendo retoques. Estaba en México, Luis Miguel debía terminar la grabación, y uno de los productores encerró a Calderón en una habitación, le metió una muñeca hinchable, y le dijo: ‘¡Hala, inspírate!’. Y salió ‘La incondicional”. También compuso “Te amaré”, para Miguel Bosé (“Una canción preciosa, una letra redonda… Para mí, de sus mejores canciones”), y “Caliente, caliente”, para Raffaella Carrá: “Revela su capacidad para adaptarse al cantante. Si se la pones a Amaia, y no pega. Pero Carrá la engrandece. Habla de la masturbación femenina”.

En 1982 dejó su residencia en Madrid y se fue a vivir, con su familia, a Estados Unidos. “Estaba muy quemado en España. Había tenido tantos éxitos, que las discográficas le exigían que cada canción lo fuera. Tenía una lucha constante con ellas. Se sentía metido en una rueda. Le llamó Herb Alpert y, como dijo, ‘Vi la luz’. Se lleva a su familia y se instalan allí. Más adelante, iba y venía”.

En sus últimos años se sintió incomprendido. “Era muy vital, siempre buscaba formas de componer, y a partir de 2008 ya no le llaman tanto. La industria discográfica sufre un cambio brutal y sentía que no se le había reconocido demasiado”, dice la autora. Una insuficiencia cardiaca se lo llevó a los 76 años, dejándonos su legado y el trabajo de su hijo Jacobo Calderón, quien ha seguido sus pasos. A Norlander, este volumen le ha aportado “muchísimo”, asegura. “Nunca me interesó la música pop de los años sesenta y setenta, y he conocido un mundo, no solo a Juan Carlos Calderón sino a los artistas que giraban en torno a él. Estoy encantada, aunque no venda un libro”.