Al histórico 23 F de 1981 le siguió otro sobresalto, justo tres meses después: el asalto al Banco Central de Barcelona. ¿Cómo olvidarse de aquellas 37 horas que volvieron a tener a España en vilo? Todavía conmocionados por el intento fallido de golpe de Estado perpetrado aquel lunes 23 de febrero por algunos mandos militares con Antonio Tejero a la cabeza, la población se estremeció de nuevo. Hacia las nueve de la mañana del 23 de mayo de 1981, once delincuentes con los rostros cubiertos con pasamontañas irrumpieron con varios disparos en esta céntrica entidad y tomaron como rehenes durante 37 horas a varios cientos de personas.
La periodista Mar Padilla vivía aquellos días como una adolescente más, apurando cada momento como una aventura, pero aquel suceso dejó poso en su cabeza. Más de cuatro décadas después, ha reconstruido el atraco en un libro que lleva por título 'Asalto al Banco Central', cuyas páginas han servido de hilo conductor para la serie homónima de cinco capítulos que ha estrenado Netflix. Desde Barcelona, la autora nos cuenta que sus años de investigación no pueden haber tenido mejor broche.
A pesar de su corta edad, Padilla tiene recuerdos muy nítidos de aquel día. Era un sábado más en la cotidianeidad de los barceloneses, una mañana primaveral que se quebró con los disparos que se escucharon desde el número tres del Paseo de Gràcia, la calle más emblemática de la ciudad y uno de los edificios más imponentes, epicentro de las más importantes historias financieras. Entre clientes y empleados, en su interior había casi 300 personas que quedaron retenidas por este grupo de encapuchados.
"El suceso nos dio un vuelco a todos -explica-. En casa habíamos vivido de forma muy intensa el golpe de estado fallido. Mi madre era sindicalista y recibió alguna llamada para saber cómo se encontraba. En aquel momento, el asalto al banco me pareció una cosa cutre, pero extraña. Supuso un revulsivo en cuanto a la forma de entender el mundo adulto. Digamos que empecé a descreer de la política y de muchas cosas en general. En silencio, empecé a darle vueltas a aquello". Ese asombro fue, sin ser consciente, el germen de su obra.
¿Quién estaba detrás del golpe? ¿Cuál era su objetivo? ¿Fue una conspiración desestabilizadora de la extrema derecha o el intento de robo a mano armada más imaginativo de la historia de nuestro país? Son las grandes preguntas del secuestro con más rehenes de la historia de España y uno de los grandes misterios de la Transición. Durante años, cada vez que pasaba por la elegante fachada del edificio del Paseo de Gràcia, hoy reconvertido en superficie comercial, a Padilla se le abría una incógnita. ¿Cuál fue la intención real de aquel grupo de hombres armados y encapuchados? Una de las primeras pistas se encontró en una cabina próxima: un comunicado de los asaltantes exigiendo la liberación del coronel Tejero y de otros cuatro militares prisioneros, así como la disposición de aviones en El Prat y Barajas para facilitar su fuga a Argentina. "Siempre supe que había algo que no cuajaba".
Con ese runrún en la cabeza, casualmente encontró en el barrio del Raval una biografía con José Juan Martínez Gómez, también conocido como El Rubio -aunque era pelirrojo-, o el Número Uno. Es decir, el cerebro del asalto al Banco Central, el hombre que, como describe la autora, se levantó en la madrugada del 23 de mayo de 1981 pensando que la primavera sería una promesa incierta. "Soñar es gratis y el dinero lo compra casi todo. En unas horas sabrá si va a pasar el resto de su vida entre hoteles y restaurantes de la Costa Brava, en un BMW blanco conduciendo a cien por hora por las carreteras que bordean el Mediterráneo, o si va de cabeza a la cárcel. O peor. Al cementerio".
La veracidad de la reconstrucción que ha hecho Mar Padilla viene avalada por su aguda labor investigadora. Ha hablado con fiscales, jueces, periodistas, rehenes y espías de los servicios secretos. Sus testimonios, aunque contradictorios, son auténticos. Y por encima de todos, está el de José Juan, el motor de esta embestida contra el poder político, social y financiero de la época.
Cuarenta años después, El Rubio, ahora con pelo gris, sentado al fondo del bar del Kursaal, en San Sebastián, rompe a hablar con la periodista e insiste en su revelación: "La verdad del asalto es la de mi primera declaración. Fue un encargo. Pero estuve varios días encerrado, de interrogatorio en interrogatorio —no me tocaron un pelo, porque eso ya no se veía bien—, hasta que me cansé y les dije a los policías: "Si vosotros queréis que diga que el asalto fue un robo, pues lo digo". Le habló también de su infancia "libre y salvaje, de sucesivas estancias en las cárceles, donde dice que se codeó con terroristas de la Baader-Meinhof, de las Brigadas Rojas, de ETA y de los GRAPO".
Según le contó, en la investigación desaparecieron muchas cosas, como esa primera declaración a la Policía en la que responsabilizó a Emilio Manglano, el jefe del CESID, o las armas que se usaron. ¿A qué conclusión llegó Mar Padilla? "La versión de José Juan es extraordinaria -responde-. La habría dado por buena si no hubiese seguido investigando, pero a medida que fui recopilando documentos, papeles comprometedores y testimonios, me fui alejando. Hay varias hipótesis y ninguna de ellas es del todo concluyente. Mi opinión es que fue un atraco chapucero, una prueba de desestabilización perpetrada desde arriba para intentar demostrar la fragilidad de la democracia. Pero esto no significa que sea un punto final de la historia, ni una teoría concluyente".
A lo largo de las horas, fueron saliendo los rehenes. Sobre las 11.30 h. fueron evacuados cuatro mujeres, un anciano y un empleado de la entidad. Poco después, algún otro con trastornos respiratorios y lipotimia. Ya en la tarde del domingo, tras una trepidante negociación con las fuerzas policiales, los asaltantes pusieron fin a la operación. Los últimos en salir fueron algunos directivos, escondidos en un cuarto trasero. Aunque la serie de Netflix que ha dirigido Daniel Calparsoro,está basada en el libro, Padilla quiere recalcar que se trata de una ficción, no una serie documental, y como tal debe ser interpretada.