"Me levanté, empecé a bajar las escaleras acompañada de un Guardia Civil y cuando ya estábamos en el pasillo fuera del Hemiciclo pensé, y así se lo dije a mi captor, que lo más conveniente era que me diera el aire de la calle, y acerté, me dejaron salir. Fui la primera. Y llamé al Rey". Anna Balletbò (77) recuerda así aquellos momentos del 23F del 81, cuando los golpistas liderados por Tejero asaltaron el Congreso de los Diputados. Estaba embarazada de gemelos. Ahora, sus hijos ya tienen 40 años y, ella, siete nietos, pero, ¿cómo han convivido con la etiqueta de ser "los niños del 23F"?
"Yo soy madre, no padre, así que ellos si no necesitaban usar mi apellido no lo usaban y, en ese sentido, estaban muy cubiertos", nos cuenta al teléfono Balletbò. "Cuando nacieron y empezaron a poder entender lo que pasaba ya las cosas habían avanzado y la Democracia se había consolidado un poco más así que, cuando llegó el momento, se lo expliqué", explica la ex-diputada del PSC.
"Tardé mucho en hablar de eso porque primero tuvieron que nacer y crecer, pero además yo es que me hice muy popular con esto, porque todas las mujeres embarazadas se sintieron solidarias y todos los padres también. Me paraban por la calle y me preguntaban: '¿esos son los niños del 23-F?' Y entonces un día mi hija me preguntó que por qué los llamaban 'los hijos del 23-F'. Y ese día, que ya debían tener tres años y algo se lo conté de la manera que se cuenta a unos niños pequeños estas cosas", detalla Balletbó.
Además, por casa de la parlamentaria también pasaban periódicamente los fotógrafos que querían ver cómo iban creciendo sus dos retoños. "A instancias de la prensa ha habido muchas demandas para verlos. Alguna vez venían a casa los fotógrafos y algunas veces los chicos se dejaban y otras se escondían. Al final yo también fui poco a poco alejándome de pedirles que se dejaran hacer fotos, porque tenían derecho a su privacidad".
Ahora, 40 años después de aquel episodio que Balletbò recuerda como "un momento muy delicado de la transición española en la que se puso en riesgo todo lo que estábamos haciendo hasta entonces", los hijos han crecido y también la familia. Las comidas familiares de los Balletbò reúnen a siete nietos, a los que en algún momento tocará explicar este capítulo de la historia de España que se sienta a comer con ellos y hacerles arrumacos.
"Ellos lo tienen borroso, porque lo sabrán por sus madres y padres pero yo no he hecho ninguna sesión con ningún nieto, aunque lo haré. Empezaré con la mayor, que tiene 13 años y ya me ha dicho que se lo tengo que contar. Tengo una de tres y otra de cuatro, y no puedo meterles esto porque descorazona, que te asaltan en el trabajo y te disparen. No es un cuento para niños, más bien de terror. Lo haré de manera personalizada uno por uno cuando lo vayan pidiendo", relata Balletbò.
"Tampoco es una historia que contar a los nietos todos los días", nos confiesa. Al fin y al cabo se estaba poniendo en jaque a una Democracia y a un país que acababa de salir de 40 años de dictadura. Sin embargo, aquella historia sí que le produce a Balletbò emoción cuando recuerda las palabras de dos insignes políticos como Josep Tarradellas y Felipe González.
"Tarradellas, poco después del Golpe de Estado, me dijo una vez: 'señora Balletbò, el 23F solo le ha beneficiado a usted porque es la única persona que dio una imagen positiva y popular'. Felipe también me dedicó unas palabras un par de días después del 23F, en una reunión del grupo parlamentario: 'quiero señalar que ha sido muy positivo que fuera una diputada quien llamara al Rey y que la primera llamada de un civil haya sido de una mujer catalana, socialista y embarazada'".
Por suerte para Balletbò y para el resto de España, los militares nunca consiguieron triunfar con sus algaradas, a pesar de que lo intentaron en varias ocasiones. Recordando aquel 23F, a Balletbò se le vienen a la cabeza las otras intentonas golpistas que fueron menos mediáticas pero también estuvieron ahí.
"El 23F fue uno de cuatro, porque no fue el único", relata. "El primero fue el 9 de abril del 77, sábado santo, cuando Suárez legalizó el Partido Comunista. Kissinger había visitado España poco después del asesinato de Carrero Blanco y encontró a Franco muy abatido porque el dictador había previsto que Blanco fuera quien llevara la brida tras su muerte. Kissinger habló también con Fraga y pactaron que la Transición dejaría fuera a los ultraderechistas de Blas Piñar y al Partido Comunista. Cuando en ese día del 77 Suárez legaliza el PCE, un sector importante del ejército se siente traicionado y hay una movida importante", cuenta Balletbò.
Después llegaría la llamada 'Operación Galaxia', que ya protagonizaron Tejero e Inestrillas. "Fueron detenidos el 17 de noviembre del 78, 15 días antes de que se aprobara la Constitución, a la que se acusaba de atea, de querer hacer una división entre la Iglesia y el Estado, de facilitar la división de poderes... en fin, una constitución democrática, y eso no gustaba. También quitaba los Tribunales de Honor, no legales desde el punto de vista jurídico, pero que desde el sector militar sí estaban permitidos y te permitía montar un Consejo de Guerra si ibas contra el Ejército", recuerda.
Después llegaría el 23F, pero no sería el último. "El día antes de las votaciones del mes de octubre del 82, cuando ganaron los socialistas por mayoría absoluta, había preparado un golpe cruento. Tenían previsto asaltar a la vez La Moncloa, donde estaba reunido el Gobierno, y la Zarzuela. Esto lo llevaron los coroneles, con Crespo Cuspinera a la cabeza, y por eso se llamó 'El Golpe de los Coroneles', donde Milans del Bosch movía los hilos desde la cárcel. Consideraban que habían hecho tres intentos fallidos y ahora tenían que ir en serio".
Por eso, según Balletbò, "el 23F en el fondo fue una suerte, porque sin él, lo de Crespo Cuspinera a saber qué hubiera pasado, porque de ese modo ya se estaba alerta y se pudo ver la punta del iceberg".
Hoy, 40 años después de aquella historia que marcó su carrera política, Balletbò enfoca sus fuerzas a ayudar a los demás con la Fundación Internacional Olof Palme, que preside desde 2002 y es una de sus fundadoras en 1989. Además, en 2020 fue nombrada miembro del Consejo Asesor de Societat Civil Catalana, un órgano dedicado a "la realización de proyectos que favorezcan la movilización del constitucionalismo y acaben con la ola de populismo que está presente no solo en Cataluña, sino también en el resto de España y en Europa", según reza en su presentación. 40 años después, Balletbò sigue recogiendo anécdotas, vivencias y experiencias para sentarse un día con sus nietos y contarles su historia, la de su vida y la de parte de España.