Ayudar a los hijos a conocer y controlar sus propias emociones es algo imprescindible para crecer feliz. La escritora Elsa Punset (Londres, 1964) está plenamente convencida de la importancia que tiene ponerles nombre, calmarlas o transformarlas. Por eso se embarcó en su colección de literatura infantil llamada Los Atrevidos, una serie que nació cuando sus propios hijos eran pequeños y se acurrucaba junto a ellos en casa de los abuelos para contarles un cuento por las noches. Entonces empezó a apuntar ideas durante el día, "cosas que decían y hacían ellos porque no querías olvidarlas", para luego incorporarlas a los cuentos.
Los Atrevidos, dice Elsa, tiene el sentido del humor propio de los niños y nace de "esa paradójica capacidad de pillar las cosas al vuelo y al mismo tiempo no enterarse de cosas básicas". Cada uno de sus libros se centra en una dimensión emocional y en la décima entrega toca hablar de cómo conectar con la naturaleza. En esta nueva aventura, los protagonistas de la serie, Alexia, Tasi y Rocky, aprenden que todos los seres vivos de la Tierra estamos interconectados.
¿Qué nos cuenta 'Los Atrevidos en el bosque mágico'?
Cuando decimos que estamos hechos de estrellas, no es una idea poética, ¡es la realidad! Formamos parte física y emocional del mundo natural que nos rodea porque estamos hechos de las mismas partículas, de las mismas moléculas. Pero en las últimas décadas, lo hemos olvidado. Vivimos vidas artificiales y estresantes. Volver a la naturaleza es el gran reto de los próximas décadas y quisiera dar a las familias estrategias para hacerlo, y un cuento que celebre la belleza y la magia de lo que nos rodea, la suerte de vivir en este planeta, y la necesidad de cuidarlo.
¿Por qué es importante enseñar a los niños sobre las emociones desde muy pequeños?
Los humanos estamos siempre luchando entre los dos grandes polos emocionales, el amor (la apertura) y el miedo (la auto-protección). Durante la infancia, estamos más abiertos al mundo y a los demás, y somos más espontáneos, creativos, atrevidos... Los niños ríen y sonríen una media de 300 veces al día, frente a las 17 de los adultos!... Los adultos en cambio vivimos en base a hábitos emocionales más rígidos, y nos arriesgamos menos. Aprender a poner nombre a tus emociones y ser capaz de gestionarlas es una llave de liberación. La alternativa es dejarte llevar por lo que sientes sin entenderlo ni poder elegir cómo respondes.
¿Qué emociones son más difíciles de gestionar para un niño?
Un niño nace con esa inocencia radical y capacidad de vivir en el presente que le lleva a sentirse parte de la vida. Cuando nace no teme el rechazo, no piensa en la supervivencia. No le importa ser niño o niña, alto o bajo, rico o pobre. Está vivo y quiere participar y vincularse con todo.
Quince años más tarde, muchos adolescentes habrán perdido esa confianza en la vida, se sienten fácilmente heridos y rechazados. La mayoría no se quiere a sí mismo, interpretan los prejuicios sociales como fallos internos. Aprenden a no quererse. El rechazo de los demás es muy difícil de gestionar. Por ello trabajamos por vivir en una sociedad donde los prejuicios y el rechazo sean cada vez menos fuertes.
Como padres, ¿qué podemos hacer para ayudarles en ese proceso?
Podemos fomentar en los niños el respeto, el amor y la confianza en ellos mismos a una temprana edad. Si tú les muestras un amor sano e incondicional, ellos lo harán suyo. Y se me ocurren mil formas de decirle a tu hijo que le quieres: por supuesto, a diario, háblale y trátale siempre con respeto y amor... Y felicítale por los esfuerzos que hace (importa mucho más felicitar por el esfuerzo que por el resultado, así no dejará de intentar lograr sus metas).
Demuéstrale que te apetece jugar, charlar y acompañarle cada día de su vida (un hecho vale más que mil palabras: si tienes tiempo y ganas de estar con él, es porque “lo vale.”) Y otra forma sencilla de ayudarle? ¡No os perdáis las comidas sanas y divertidas en familia! Junto a leer con tu hijo, comer en familia es uno de los rituales más benéficos para los niños.
Tres cosas que hay que evitar para no perjudicar el desarrollo emocional de un niño
Puedes equivocarte muchas veces cuando educas, y te vas a equivocar seguro, porque los padres arrastramos nuestras propias carencias a la hora de educar. Pero si esos errores no son graves, si educas con amor incondicional, nuestros hijos son resilientes y probablemente podrán salir adelante a pesar de nuestra torpeza. El problema es cuando los errores son graves y generan traumas infantiles. Los datos son reveladores: de los 204 millones de niños y jóvenes que hay en Europa, casi un 10% sufre abusos sexuales, un 23% sufre violencia física y un 29% padece abusos emocionales. Los niños son vulnerables, y necesitan un entorno que los proteja eficazmente.
¿Cómo encajan las redes sociales y las nuevas tecnologías en la gestión de sus emociones?
Hablamos de una tecnología que no solo es divertida y atractiva, sino también adictiva: nos engancha porque nos entretiene y altera la química del cerebro. Te predispone a querer más tecnología, más validación social, más recompensas, más estímulos… lo que sea, está allí. Si tienes más de 25 años, tienes una corteza cerebral capaz de ayudarte a resistir las tentaciones y concentrarte. Así y todo, ¡te costará hacerlo!… Pero un niño pequeño (o un adolescente) no está fisiológicamente preparado para resistir la tentación de sacar su móvil y entretenerse.
Cuando se usa excesivamente, a edades tempranas, los estudios muestran que el uso de pantallas puede tener un impacto inesperado en los niños pequeños: menos apertura a experiencias nuevas, mayor inestabilidad emocional, comportamientos impulsivos y dificultad de concentración. En general, una infancia basada en mucho tiempo centrado en las pantallas interfiere con el desarrollo físico, cognitivo y social del niño, porque le quita tiempo fundamental para dormir, jugar y socializar en persona, además de causar adicción y, cuando empiezan a usar las redes sociales, los niños sufren por comparaciones sociales en las que siempre salen perdiendo. Esto último vemos que afecta de forma especial a las niñas.
La naturaleza es muy importante en este último cuento. ¿Qué consejos darías a padres y educadores para fomentar el amor por la naturaleza en los niños?
La ciencia es muy clara: la naturaleza es un factor de protección fundamental de nuestra salud emocional, psicológica y física.Vivir alejados del mundo natural tiene un alto precio emocional, psicológico y social, porque no solo amenaza nuestra supervivencia como especie, sino que nos lleva a vivir contra nuestros instintos y nuestra naturaleza intrínseca.
La buena noticia para los padres es que conectar con la naturaleza no requiere grandes esfuerzos ni viajar a lugares remotos. Cuando enseñamos a nuestros hijos a fijarse en el mundo natural en nuestro entorno cotidiano y a apreciarlo —aunque sea una simple planta en el balcón—, los ayudamos a desarrollar un buen nivel de conexión con la naturaleza.
¿Qué beneficios tiene para los niños pasar tiempo al aire libre?
Sabemos que las generaciones más jóvenes pasan mucho menos tiempo en la naturaleza y al aire libre. Esto tiene consecuencias para su salud física, mental y emocional. Los niños que más tiempo pasan al aire libre tienen menos síntomas de depresión y ansiedad. Cuando los niños juegan al aire libre, aprenden a gestionar la incertidumbre y la ansiedad de forma lúdica y saludable. Un gran estudio reciente (2024) muestra que las niñas, que tienden a cargar con una mayor incidencia de problemas de salud mental a lo largo de su vida, ya desde los dos años de edad pasan menos tiempo al aire libre que los niños.
¿Cuál dirías que es el mayor reto al que te enfrentas cuando escribes Los Atrevidos?
Siempre intento que la aventura y la magia no dependan de cosas imposibles. Los Atrevidos viven cosas en lo cotidiano, en sus casas, en el cole, en casa de los primos, viven eventos tan normales como tener un hermano o descubrir unas luciérnagas en el bosque. Creo que en esta época, en la que saturamos a los niños de estímulos con la tecnología, es importante volver a tomar el pulso y apreciar todo lo que nos pasa en la vida real- agradecer que tenemos sentidos y sentimientos que nos permiten estar vivos y formar parte del universo.
¿Qué papel desempeñan los libros infantiles en la educación de los niños hoy día?
Los libros nos ayudan, de forma muy sutil y manejable, sin prisa, sin ruido externo y sin imposiciones, a conocerse a uno mismo, a poner nombre a las emociones que nos habitan, a aprender que podemos transformarlas... Educar es un proceso amplio y vivo que se retroalimenta: los padres y madres también aprendemos de nuestros hijos. Necesitamos tiempo para pensar y los libros no acompañan en ese viaje vital. No sales igual después de criar a un hijo. La experiencia te transforma, te lleva a pensar en tu propia infancia, a elegir qué valores y prioridades de los que te enseñaron vas a trasmitir a tus hijos. Es una oportunidad para revisitar tu propia infancia y reinventarte.