De los 10 millones de personas en nuestro país que superan los 65 años, el 80% son abuelos, según un estudio de Aldeas Infantiles. Ser abuelo suele ser una relación muy satisfactoria, pero los problemas aparecen cuando algunos de ellos viven el cuidado de los nietos con obligación y culpa.
Según un informe del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) recogido por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la mitad de los abuelos atiende a los nietos prácticamente a diario y un 45% lo hace casi semanalmente. Las abuelas se ocupan unas 6,2 horas al día y ellos, alrededor de 5,3 horas.
Esta carga de trabajo, en el caso de las mujeres, ha dado lugar al síndrome de la ‘abuela esclava’, un concepto acuñado por Antonio Guijarro, cardiólogo y autor de ‘El Síndrome de la Abuela Esclava. Pandemia del Siglo XXI’ para referirse a un cuadro de síntomas derivados del compromiso de guardar a los nietos. El médico explica que este síndrome corresponde a perfiles de mujeres adultas, amas de casa que en cierto momento se sienten sobrepasadas por un volumen excesivo de quehaceres domésticos.
María Victoria y Emiliano, de 72 y 69 años, ama de casa y jubilado, son dos abuelos que se hacen cargo de dos mellizos de 11 años y una niña de 8. La jornada para los abuelos comienza a las 7 de la mañana, preparando el desayuno de los niños. Su hija o su yerno, que trabajan en horario partido, llevan a los pequeños vestidos y arreglados a su casa.
“Les doy el desayuno y mi marido me ayuda a preparar las comidas para la media mañana. Mi marido los lleva a la escuela en coche y yo sigo en casa haciendo mis tareas y preparo la comida para los cinco. Si se encuentran mal o tienen alguna cita médica, mi marido y yo estamos como primer contacto en la escuela para recogerlos", explica.
Por la tarde, el abuelo los acerca a casa de su hija. "Es nuestra rutina semanal. Cansa, pero nos necesitan. No hacerlo me haría sentir mala. El fin de semana sí es para nosotros. Pueden venir a comer, pero, no representa tanta responsabilidad", comenta esta abuela.
"Mi hijo tiene horario de 9 a 5 de la tarde y yo atiendo al niño los días que a él le toca por convenio regulador", cuenta Marta de 71 años, viuda y jubilada, quien se encarga de su nieto de 5 años mientras los padres, divorciados, trabajan. Lo lleva y recoge del colegio, come en su casa y después de comer le pone un poco la televisión o juega. Sus padres son los que se encargan de sus tareas escolares. Ella considera que eso "se aleja de su competencia".
“Mi consuegra sí habló con la madre de mi nieto sobre la posibilidad de llevarlo a la escuela de mañana, previa al inicio de las clases, o al comedor, pero ninguno de los dos lo contempla porque prefieren que esté en un entorno más familiar", refiere. Esta abuela declara que siempre ejercerá con su nieto porque quiere: "No entiendo que se nos llame egoístas si decimos 'no' para hacer nuestras cosas. Esto no es una obligación".
María Magdalena Orosan, psicóloga sanitaria, expresa que cada vez ocurre con más frecuencia que los padres precisen del soporte de los abuelos para poder conciliar.
Pasar tiempo con los nietos tiene beneficios: "Ayuda a que los mayores estén más activos física y cognitivamente. Además, el vínculo que se genera es positivo, favoreciendo su bienestar". No obstante, la profesional recuerda que los mayores están en la última etapa de sus vidas y verse sobrecargados no favorece a su salud. "En muchas ocasiones, los adultos mayores se sienten presionados a cuidar a sus nietos, porque es lo que se espera de ellos y/o porque no hay otra persona que lo haga", dice.
Orosan remarca que conviene priorizar la autonomía de los mayores, para que puedan cuidarse a sí mismos y tener una vida de calidad basada en sus propios intereses. "Toda esa sobrecarga puede causar frustración en los mayores y el vínculo con sus hijos y nietos se puede ver afectado. Es recomendable que los abuelos definan sus propios límites y así se lo expongan a sus hijos, para que ambas partes sean conscientes de lo que es conveniente hacer, haya buena comunicación y tranquilidad", considera.
Que los abuelos se sientan obligados a cuidar a sus nietos -como expone Júlia Pascual, psicóloga especialista en Terapia Breve Estratégica- puede tener implicaciones psicológicas positivas y negativas. "Cuidar a los nietos brinda a los mayores, satisfacción al sentirse útiles; posibilita trasmitir valores y tradiciones, mejora el ánimo y reduce el sentimiento de soledad. Pero también, genera una pérdida de libertad, agotamiento y estrés, conflictos familiares, ansiedad, depresión o pérdida de descanso", asegura.
Para la profesional es esencial que los abuelos decidan voluntariamente su implicación y no hay que olvidar apoyarlos y reconocer su esfuerzo. “Comprender que los abuelos no tienen el deber de ser cuidadores y respetar sus límites evitará tensiones y promoverá relaciones familiares más sanas", asevera la experta.
Si los hijos perciben que sus padres no desean cuidar a los nietos, puede darse una situación muy incómoda y, en general, se puede sentir rechazo o decepción, culpa o remordimiento, frustración o resentimiento y generarse tensiones o distanciamiento en la relación familiar que precisará de un trabajo para redefinir roles y expectativas y buscar alternativas.
La psicóloga considera que antes, incluso, del nacimiento del nieto es decisivo hablar de un modo honesto sobre las expectativas y necesidades de los hijos adultos y padres entorno al rol de los abuelos. No sólo es que pueden, sino que los abuelos deben decir "no" abiertamente sin sentirse mal por ello.
Para esta experta compartir responsabilidades con otros familiares o servicios profesionales también es importante. "Deben cuidarse evitando sacrificar su tiempo y actividades personales y buscar apoyo emocional si lo necesitasen", confirma.
Según Pascual, la percepción de esta obligación depende de varias posibilidades: