Recuperar la memoria de Alfredo Pérez Rubalcaba, fallecido en mayo de 2019, es el objetivo de 'Rubalcaba, un político de verdad', biografía escrita por el periodista Antonio Caño. La presentación del libro en Madrid, ha contado con la presencia de tres personalidades muy cercanas al trabajo del político socialista: Eduardo Madina, Elena Valenciano y Felipe González.
Para el expresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba representa la mayor de las ausencias, en un momento en que "todo se llena de ausencias; de pronto, te vas quedando sin aquellos con los que compartir la experiencia vital". Poco dado a la melancolía, González recalcó el valor de la experiencia hablando de Biden ("ha ganado las elecciones americanas un tipo de la quinta del 42") y recordando la figura del propio Rubalcaba, amigo personal y actor relevante de la historia reciente de nuestro país, desde los primeros años de una tambaleante democracia hasta el fin de ETA.
Alfredo Pérez Rubalcaba solía decir que el Partido Socialista no le debía nada; era él quien se lo debía todo al partido. Sea como fuere, su relación con el PSOE siempre fue de una lealtad inquebrantable. Y así lo cuenta también Felipe González: "Rubalcaba era fiel a su proyecto político. No he visto compromiso más auténtico que el suyo".
Según González, el compromiso del político siempre fue completamente desinteresado: "nunca fue mercenario: nunca hizo nada a cambio de algo", una actitud que contrasta con los escándalos de corrupción y tráfico de influencias que hoy se dan en todo el espectro político.
"Rubalcaba siempre estaba allí, 24 horas sobre 24", afirma Felipe González. No hay duda de que al político cántabro el tiempo le cundía. "Tenía tiempo hasta de ver en el canal parlamentario mis primeras intervenciones en el Congreso, y eso que no estaban para aprobar. Pero él sacaba tiempo en esos momentos, con una situación muy compleja, hasta para hablar conmigo", señala también Eduardo Madina.
La opinión de toda la clase política respecto a la enorme capacidad de trabajo de Alfredo Pérez Rubalcaba es unánime. "La dedicación de Alfredo era inimaginable, su día tenía 35 horas y estaba disponible para todos, menos cuando se concentraba antes de un partido del Madrid", señala Felipe González.
Dotado de una fina inteligencia y capacidad de análisis, Rubalcaba tenía la habilidad de ver las cosas desde diferentes puntos de vista. "Unía inteligencia y empatía", señala Elena Valenciano. Posiblemente, esa inteligencia y esa capacidad de pensar en la piel de otros le hacían no depender de consignas. Así lo explica Felipe González: "Alfredo era esencialmente libre".
La coherencia era otro de sus rasgos más acusados de su personalidad. Incluso en momentos especialmente complejos para el país. En aquellas circunstancias, Rubalcaba "siempre hacía lo que decía", señala el expresidente del gobierno.
Entre los distintos cargos que ocupó, Alfredo Pérez Rubalcaba fue vicepresidente del gobierno durante el segundo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En su despacho de Moncloa había un inmenso tablero que resumía, con nombres y apellidos, los últimos años de la actividad etarra. Su dedicación en su última etapa fue acabar con la banda armada. Cuando finalmente, la organización se disolvió, Rubalcaba se dedicó a preparar su candidatura a la presidencia del gobierno en un escenario que no auguraba la victoria socialista. Sin retrovisores ni marcha atrás. "Nunca miraba hacia el pasado", señala Felipe González, su superior durante tantos años, el amigo que ahora añora su ausencia.