A Antonio Escohotado la muerte no le pilló por sorpresa. De hecho, podría afirmarse, con rotundidad, que fue él quien pilló a la muerte. El ensayista y filósofo se trasladó, hace un año, a su querida Ibiza para pasar sus últimos días, que fueron meses, rodeado de los suyos, de sus libros y de todo aquel que quisiera pasar por allí, por el campo. Porque Escohotado decidió alejarse de los formalismos de la vida, como había hecho siempre. Su adiós deja huérfana a toda una generación, la de los hippies del 68, que abrazó a Escohotado como un guía espiritual que les llevaba por la psicodelia fundamentada de los narcóticos.
El autor de 'Los enemigos del comercio' o 'Caos y Orden' tuvo una relación muy particular con las drogas. Él mismo afirmaba que su cuerpo había sido una "cobaya de la Humanidad" tras su paso por Ibiza y el consumo de todo tipo de estupefacientes. Con los momentos de lucidez y de bajona producidos por su aspiración, Escohotado creó su obra maestra, 'Historia general de las drogas', una guía que servía tanto para los que se drogaban como para los que querían entender el mundo paralelo que suponen los narcóticos.
La relación de Escohotado con Ibiza era particular. Madrileño de nacimiento, Escohotado estudió Filosofía y empezó a trabajar como profesor en la Complutense, pero como una matrioska en el lugar equivocado, pronto vio que allí no encajaba. Por eso, a partir del 68 empezó a buscar su lugar en el mundo. Primero al Valle de Arán, luego a Lleida para recalar, finalmente en 1970, en Ibiza, donde formaría parte de la llamada 'Generación de Ibiza'. Allí viviría sin ningún tipo de lujo y probando todo tipo de drogas que le ayudarían en la escritura de sus obras y el planteamiento de su filosofía.
Por eso, cuando sabía que su final estaba cerca, Escohotado decidió volver donde había sido tan feliz. Según Diego Torán, portavoz de la familia y marido de la hija del filósofo Rebeca Escohotado, el ensayista se trasladó allí "con la intención de pasar sus últimos días rodeado de su familia, de visitas de amigos, fans y colaboradores; ha estado viviendo en el campo". Y daba, quizás, una pista de la personalidad tan particular del filósofo: "nunca le han gustado muchos los médicos ni los hospitales, por lo que ha estado hasta el último momento evitando hacerse pruebas médicas y dando la espalda a sus posibles achaques".
Para reconstruir cómo fueron aquellos últimos días hay que acudir a un periodista que, posiblemente, sea quién más haya profundizado en la vida del autor en los últimos tiempos. Ricardo F. Colmenero, periodista de El Mundo y autor de 'Los penúltimos días de Escohotado' narra en el periódico las impresiones que tuvo cuando convivió allí durante unos días para documentar el libro.
"La cabaña (donde vivía Escohotado) se convirtió en una especie de cripta a la que empezaron a peregrinar periodistas, profesores universitarios, youtubers y, hasta donde yo sé, cocteleros italianos, actrices, traductores de Naciones Unidas, políticos, vendedores de armas, traficantes de droga, constructores, hoteleros, vulcanólogos, masajistas...", escribe.
Allí, por ejemplo, recibió una visita este verano antes de cumplir los 80 que le hizo especial ilusión, como cuenta Colmenero: "El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se plantó en la isla burlando el espacio-tiempo para traerle una camiseta con la que posó con su nombre a la espalda. Sin embargo, Antonio le pidió una pistola para suicidarse, como le pedía a todos los que íbamos a verle" Puro temperamento.
Sobre las drogas, de las que Escohotado tampoco ha renegado en esta última etapa de su vida en Ibiza, Colmenero da quizás con una de las claves de toda la obra del filósofo cuando escribe: "Antonio niega que él defendiera alguna vez las drogas. Defendía 'la libertad de tomarlas o no tomarlas'".
La búsqueda de esa libertad ha sido perenne en la vida de Escohotado. En 2019, cuando todavía estaba "atrapado" en su casa de Madrid, se refería así al asunto en una entrevista con Ramón Lobo en Eldiario.es: "No hace falta legalizar. Deroguemos la prohibición, como se derogó la Ley Seca (...) Curiosamente, las drogas prohibidas son los únicos artículos resistentes a inflación, cada vez más asequibles por multiplicarse los puntos de venta", reflexionaba Escohotado.
Paradójicamente, el conocimiento de las drogas, la influencia en su vida, es lo que le ha traído siempre de un lado para otro, anhelando que cada uno pudiera hacer lo que quisiera y preguntándose por qué en unos campos sí y en otros no, como le decía a Lobo: "¿Evitaremos la ludopatía prohibiendo fabricar barajas? ¿Las mujeres de rostro abrasado retirando el ácido sulfúrico de las droguerías? ¿El terrorismo acabando con la dinamita? ¿Por qué todos los manuales de toxicología ven en el alcoholismo el resultado de un temperamento, pero el yonquismo como fruto de una atracción irresistible? ¿Qué hacemos en el siglo XXI cantando en secreto al paraíso celestial con el rechazo de paraísos artificiales? ¿Hay algo más natural que la química?".
El legado del escritor quedará para siempre sobre el papel de sus libros, la tinta física, y digital, de los artículos publicados en periódicos y webs y, también, en los cientos de miles de fotogramas que atesora el canal de YouTube de Escohotado. Con más de 116.000 seguidores, podría decirse que Escohotado también tenía mimbres de influencer.
Su hijo Jorge era quien gestionaba la cuenta donde se iban colgando los vídeos con las entrevistas y apariciones en televisión del filósofo y, en los últimos tiempos de pandemia, también a través de Zoom, Skype y similares. Sus grandes hits en esta plataforma de vídeos, la entrevista en la TV uruguaya, con más de 800.000 visitas y un titular que, quizás, explique en parte el éxito del mismo: "La sociedad más monstruosa que se recuerda es la azteca". El segundo más visto, la intervención de Escohotado en la Feria del libro de Bogotá en el año 2014, que suma más de medio millón de visitas.