La juventud es una etapa de vaivenes emocionales constantes. Cuando no es la amistad es la inseguridad, y cuando no es la inseguridad, puede ser el amor. Es por ello que en ocasiones, no hay nada más valioso que el consejo de un padre. Quizá John Steinbeck (1902-1968), uno de los novelistas más importantes de la historia de Estados Unidos, también pensó que su experiencia en la vida podía ser de gran ayuda para su hijo Thom, quien un día de 1958 le confesó que sufría de mal de amores. Steinbeck, premio Nobel de Literatura en el 1962, no lo pensó dos veces y le mandó una carta con un aprendizaje vital: aprender a distinguir el amor egocéntrico y tóxico del empático y respetuoso.
El primer consejo es casi una máxima de Steinbeck, naturalista empedernido y novelista que rebusca en el interior. "Si estás enamorado, es algo bueno, es quizá lo mejor que puede pasarle a alguien. No dejes que nadie le quite su importancia", escribe.
"Segundo. Hay varios tipos de amor. Uno es egocéntrico, egoísta, malvado y utiliza el amor para darse importancia. Ese es del tipo feo y pobre", define el escritor, esmerándose en dejar claro que el amor no es bueno por naturaleza, sino que dependiendo de la perspectiva y los sentimientos encontrados por las personas, puede tornarse en algo profundamente negativo y tóxico.
sine qua non"El otro es una forma de despertar todo lo bueno en ti: amabilidad y consideración y respeto, no solo el respeto social de las convenciones, sino también la forma más grande del respeto que es el reconocimiento de otra persona como única y valiosa", le explica Steinbeck, haciendo hincapié en la importancia de la deferencia mutua y sincera entre las dos partes implicadas.
"El primer tipo de amor te puede enfermar y encoger y debilitar, pero el segundo despertará fuerza, valor, amabilidad e incluso sabiduría que no sabías que tenías".
"Dices que esto no es amorío adolescente. Si lo sientes así de profundo, por supuesto que no lo es. Y no te preocupes por perder. Cuando algo tiene que pasar, pasa. Lo importante es no apresurarse. Nada bueno se pierde", concluye el escritor.
No sabemos cómo encajó aquella lección Thom, de cuánto le sirvió o si finalmente supo distinguir entre el amor que nutre y el que destruye. Lo que sí conocemos, por otro lado, es que Steinbeck era una persona ciertamente enamoradiza. Prueba de ello son los tres matrimonios que mantuvo a lo largo de su vida: Carol Henning, una mujer que comulgaba con los valores socialistas que Steinbeck siempre predicó; Gwyn Conger, madre de sus hijos John y Thom; y la actriz Elaine Anderson, que estuvo con Steinbeck hasta la muerte del novelista, en 1968.
Entre las obras más destacadas de John Steinbeck se encuentran 'Tortilla Flat' (1935), sobre un grupo de pobres en Monterey, California; 'De ratones y hombres' (1937), una novela acerca de un hombre con problemas mentales en un rancho estadounidense; o 'Las uvas de la ira' (1939), una recopilación de artículos de prensa que había escrito con temática social, lo que le llevó a ser considerado como un escritor profundamente implicado con la justicia social.
Su trayectoria como escritor le valió el premio Nobel de Literatura en el año 1962, después de décadas retratando el realismo social americano y, con ello, las profundas desigualdades que asolaron al país durante el siglo XX.