Día triste para el mundo del cómic español. Ha muerto Miguel Gallardo, uno de los autores de tebeos más conocidos en España, a los 66 años según ha publicado su agencia literaria en un comunicado. El historietista padecía un cáncer que narró en una de sus publicaciones y por el que fue ingresado de urgencia en 2020. El autor de 'Makoki', su personaje más icónico, solía hacer sus historias a partir de sus propias vivencias o partiendo de la vida de sus familiares, como en un 'Un largo silencio', donde narraba los recuerdos de su padre como soldado republicano en la Guerra Civil. Sin embargo, no cabe duda de que su publicación más especial fue 'María y yo'.
Al dibujante su hija María, con autismo, le cambió la vida. A ella en 2007 le dedicó su novela, posiblemente, más personal 'María y yo'. Hasta el momento era un gran conocido por los amantes del cómic, pero esta memoria gráfica le catapultó, ya a los 50 años, a ser conocido por el gran público. Fue todo un éxito de ventas en España, lo que llevó a que se tradujera a otros 10 idiomas y por el que recibió el Premio Nacional de Catalunya de Cómic, además de ser finalista del Premio Nacional del Cómic de España.
En su web la obra se describe como importante "tanto por el tema que trata, el autismo, como por la mirada delicada, sensible y divertida con la que Miguel Gallardo nos muestra su feliz relación con su hija, María". La historia caló tanto, que se llevó al audiovisual con un documental que fue nominado a los Premios Goya.
La importancia de este libro cae, sobre todo, en las imágenes. Con ellas, y lo consiguió, el autor quería transmitir las sensaciones y las emociones tanto de ella, como de él y del resto de su entorno. La trama narra las vacaciones de ambos en el sur de Gran Canaria, contando como es convivir con esa discapacidad, recreando muchas situaciones familiares cotidianas que, por el autismo, pueden tener ciertas dificultades por "la limitada comprensión de algunas personas que María encuentra en su viaje".
En una entrevista con La Verdad, el autor reconocía hace unos años que su hija le "había enseñado a cambiar mi concepto del dibujo. Ella tiene un 80% de discapacidad y desde hace tiempo también dibuja. Estoy muy contento de que emplee esa forma de comunicación. Es un logro".
Con su obra y el posterior documental el autor confesó que esperaba que su aportación hubiese cambiado la visión del autismo en la ciudadanía. "La sociedad, en su conjunto, igual piensa que los padres debemos estar tristes. Yo creo que no. Debemos valorar otros aspectos positivos".
El autismo, reconoció, es un trastorno complicado y "eso mata a los padres, como resulta lógico. Considero que, aparte de las terapias, es muy positivo acercarse a los autistas y pasar tiempo con ellos".