Pilar Eyre: “Vengo de un mundo burgués pero siempre me he sentido una desclasada"
La periodista publica la novela 'Cuando éramos ayer', que también está disponible en formato ebook y audiolibro.
Eyre nos traslada a la Barcelona de 1968 donde las revueltas estudiantiles comenzaban a reivindicar grandes cambios sociales.
Parte de las experiencias personales de la escritora están plasmadas en esta nueva novela.
Miles de anécdotas, cenas de lujo, eventos con algunos de los personajes más célebres de nuestro país y una larga lista de entrevistas jugosas. La vida de la periodista Pilar Eyre Estrada daría para una trilogía. Y nos quedaríamos cortos.
La también escritora nos muestra una realidad nueva en cada uno de sus libros. Su última novela, 'Cuándo éramos ayer' (Editorial Planeta), es un viaje a la Barcelona de 1968, a las noches en el Ritz, a la relación de una madre y una hija y el choque intergeneracional que se crea entre ellas, a las revueltas de los estudiantes universitarios…
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Hemos charlado con Eyre para conocer cuántos de sus recuerdos están impregnados en las páginas de esta novela y si el paso del tiempo además de convertirte en una persona más sabia te hace mirar la vida desde un prisma distinto.
¿Cómo surge 'Cuándo éramos ayer'?
Mi juventud trascurrió entre los años 1968 y 1992, es una época muy documentada desde el punto de vista histórico ya que sucedieron hechos trascendentales que cambiaron el rumbo de este país, pero la vida íntima de las personas durante esos años, cómo habían afectado esos cambios a su existencia cotidiana, su presente y su porvenir, no lo veía reflejado en ningún sitio. Yo no estaba en ningún relato. De ahí que decidiera contar todo lo que no sale en los libros de historia.
¿Qué es para ti ser joven?
La curiosidad. Cuando la pierdes, dejas de ser joven.
¿Cómo era en tres rasgos esa alta sociedad catalana de 1968 a 1992?
Era una clase social que se había beneficiado del franquismo y vivían en una burbuja acomodada en la que no tenían ningún contacto con personas que no fueran de su círculo. Un mundo artificial de Liceo, buenos restaurantes, modistas y sastres de lujo, veraneos en la costa y casas con buena calefacción y sirvientas con delantal negro y cofia.
La protagonista se enamora de alguien totalmente opuesto a lo que ella conocía, sobre todo ideológicamente. ¿Te ha pasado alguna vez?
Sí, aunque pertenezco por nacimiento a un mundo burgués y conservador, siempre me he sentido una desclasada. La mayoría de mis amigos o parejas provienen de ambientes ajenos y más interesantes.
¿Cómo ha cambiado el amor desde 1968, cuando está ambientada esta historia?
En esa época las chicas llegaban vírgenes al matrimonio, los noviazgos eran largos, los chicos debían ganarse con arduas maniobras el derecho a darte un beso en el cuello. Por ejemplo, te invitaban a una copa, te recitaban poemas, te llamaban por teléfono, te prometían matrimonio… y solo después conseguían algún pequeño avance. Las chicas teníamos que dejarnos un poco, para no desanimarlos, pero no mucho, para que no te tomaran por “una fresca”… La libertad sexual acabó con todo esto, pero visto desde los ojos de ahora, creo que los más beneficiados fueron los hombres.
¿En qué no ha cambiado nada?
La necesidad de amar y de ser amados creo que es la misma ahora que antes.
Madre e hija se transforman, ¿qué implica esta transformación en su relación?
La madre, una señora “normal” de aquella época, tiene que salir de su zona de confort que dirían ahora los cursis para salvar, proteger, ayudar a su hija, como han tenido que hacer tantas, desde las madres de la plaza de mayo argentina, hasta las madres contra la droga del narcotráfico gallego…
Superheroínas sin capa, fieras defendiendo a sus cachorros. La relación entre Silvia y su madre es complicada, porque la hija, cuando sale de esta etapa difícil, trata de sacudirse esa sobreprotección y Carmen se siente despreciada, sin rumbo y sin objetivos. Además, se da una rivalidad amorosa por el mismo hombre, un enfrentamiento sutil y doloroso para ambas.
¿Qué tres rasgos debe tener una relación de madre e hija sana?
Nunca se quiere con exceso a un hijo… y dejarlo volar es lo mas difícil. Mi hijo se fue a vivir con su novia cuando tenía 29 años. Me avergüenza recordar que le dije entre lágrimas “te vas de casa… ¿qué te he hecho?” ¡Y tenía 29 años!
¿Cuánto hay de tus experiencias de vida en esta novela?
Todo. Si no me ha pasado a mí, les ha pasado a personas que conozco. Yo tengo la edad de la protagonista, entré en la Universidad el mismo año que ella, estudié la misma carrera… intenté entrar en el partido comunista, tampoco me quisieron… tuve una de las enfermedades que padeció ella y también viví con mi madre dos años en la montaña… Luego Silvia tuvo otras experiencias que yo no compartí, pero que les ocurrieron a amigas mías.
¿También fuiste una joven rebelde?
Mucho, la que más… por la ley del péndulo, cuando entré en la Universidad creía que los rojos eran rojos de verdad, o al menos llevaban alguna prenda roja, eso que era la lista de la familia… y luego me volví más roja que nadie.
¿Cómo viviste las revoluciones juveniles de Barcelona en tu juventud?
Pues estuve en todos los saraos posibles. Hay un disco del cantante Raimon, que se editó en Paris, cantando en la Facultad de Económicas con el paraninfo lleno. En la foto de portada estoy sentada en primera fila. Entraron los grises, por supuesto, y nos “disolvieron” a palos.
¿Qué le dirías a la Pilar de los 20?
“Tristes guerras si no es amor la empresa/Tristes. Tristes”.
¿Y a la de los 30?
Tranquila, Pilar, que se está desarrollando un método para que puedas tener hijos, que es lo que más quieres del mundo. Se va a llamar Fecundación in vitro.
¿Y los 40?
Chica, descansa un poco, que el trabajo no lo es todo. Disfruta de la vida y de tu marido, que se va a morir por desgracia demasiado pronto.
La superación femenina es otro de los temas principales de la novela, ¿cómo te has empoderado tú a lo largo de los años?
Creo que fui la única niña de mi colegio que estudió una carrera universitaria. Cuando mis amigas decían la frase “cuando me case…” yo soñaba con escribir, publicar, con tener lectores que compartieran todas las historias que creaba mi imaginación…
Eso sí, con un hombre al lado, que he sido muy enamoradiza. Siempre me he ganado la vida y claro que he sufrido discriminación por ser mujer y situaciones de acoso, como casi todas las mujeres. En los 80 fui en las listas de Lidia Falcón en el Partido Feminista, es la única vez que he intervenido en política, creo que iba la número 30. Recuerdo que mi padre me riñó con este argumento. “te echarán bola negra en tu Club y te expulsarán”.
¿Crees que ahora las mujeres son más libres?
Los índices de maltrato y abusos no me dejan contestar alegremente que sí. Yo y mis amigas sí, las leyes nos amparan, pero es tan difícil cambiar las mentalidades…
¿Cuál es la mejor enseñanza que te ha dado la madurez?
Ah, pero ¿soy madura? Yo me siento igual de gilipollas que a los veinte años.
¿Cambiarias algo de tu pasado si pudieses volver atrás?
Hombre, me he equivocado muchas veces y he hecho daño a las personas que más he querido, que son mis padres, ¡por supuesto que cambiaría muchas cosas! Con cada libro que escribo les pido perdón.
¿Cómo llevas el paso del tiempo?
Fatal. Por mucho que ciertos médicos amigos me ayuden con su ciencia y su saber, cuando me miro al espejo no deja de sorprenderme la señora mayor que está ahí, mirándome también… ¿Y cuándo te empieza a doler una rodilla? Como decía Robert de Niro en una entrevista, “te pueden quitar las arrugas con efecto especiales o con cirugía, pero nunca vas a levantarte de la silla como lo hace una persona joven”.
Quisiste compartir con tus seguidores tu situación al vivir con un solo pulmón, ¿Cómo te encuentras de salud? ¿Es al final lo más importante?
Estoy muy bien, estuve tan enferma cuando era joven que ahora, cuando mis contemporáneos se quejan, no lo entiendo porque yo me siento mejor que nunca. La salud debería ser lo más importante, pero, como pasa con muchas cosas, solo te das cuenta de eso cuando la pierdes.
¿Dónde te ves en 10 años?
¡Dando guerra! Aunque en la Zarzuela deben estar deseando que me jubile, es broma.
¿Un mensaje para tu “yo” del futuro?
He amado. He tenido un hijo. He sido honrada. Recordadme con cariño.