Te reíste. Suspendiste algunos planes. Llevaste el coche a aspirar. "Me encantaría, pero no puedo" siguió pareciéndote una de las mejores frases del español. Alucinaste con el modo de componer que tiene Bunbury. Hiciste el ridículo. Te negaste al menos a hacer pan. Rodaste un documental. Llenaste el estudio de post-it a los que no hiciste demasiado caso. Aprendiste a no toser. Tu hija te preguntó si ibas pedo. Cambiaste de gafas. Votaste. No te subiste a un avión. Silenciaste a varios amigos durante algunas semanas. Te salvaron de los días flojos los memes de ataúdes. Mentiste.
Comiste sobras de ayer. Vendiste tu sofá preferido en Wallapop. Leíste a Stendhal. Fuiste jurado en un premio literario. Cruzaste España en coche. Quisiste que Messi se fuese del Barça. Madrugaste casi todos los días. Te reíste solo. Pasaste al lado del alcalde y susurraste "retrasado". Fuiste optimista. Cambiaste tres veces de almohada. Comiste con David Trueba. Regresaste a los cómics. Hiciste una lista de imbéciles. Te insultó uno de Vodafone, al que tú insultaste primero, ojo.
Dejaste pasar la muerte de Maradona sin dedicarle una sola palabra, ni un "murió". Te invitaron a 'Versión española'. Seguiste guardando cosas inútiles en el cajón por miedo a que un día sirvan de algo. Te preguntaron por una calle que no conocías y dijiste que recto y después a la derecha.
No pegaste ojo. Tiraste tardes enteras a la basura. Pudiste hacer una presentación atestada de gente. Hiciste una lista de imbéciles. Te aburriste, pero fue genial. Te pusiste gabardina y Manuel Vilas quiso comprártela. Te pusiste la camisa sin planchar. Escribiste otro prólogo. Abriste la nevera decenas de veces para ver la desolación.
Volviste a regalar 'El mundo perdido de Conan Doyle'. Intentaste hacer reír a los demás. Cambiaste de champú. Te dijiste "otra vez no pudo ser". Llevaste el traje rosa a la tintorería, y allí sigue. Subrayaste los libros con lápiz o con bolígrafo, indistintamente. Conociste a una arqueóloga. Leíste a Turguenev.
Casi todos los días te acordaste de Belén. Los lunes volvieron a parecerte el mejor día de la semana. No fuiste al médico una sola vez. Te compraste un sombrero porque no sabías qué comprar. Hiciste cientos de cosas por la mitad. Conociste a tres poetas. Fuiste a Madrid, pese a todo. Te subiste veintitrés años después a una bicicleta. Eliminasteis en octavos al Liverpool.
Te mentiste a ti mismo. Empezaste a enviar audios, para tu sorpresa. Leíste 'Nuestra parte de noche', y alucinaste, claro. Hiciste un corte de manga a un tipo en un balcón. Al llegar a casa te descalzaste con una patadita al aire y rompiste un portarretratos. Quisiste hacer limpieza, y mil cosas más, pero ni siquiera encontraste las ganas.
Murió tu mejor pila AAA, que sirvió en un despertador, una linterna, un reloj y dos mandos. Fuiste pesimista. Bebiste durante los directos de Instagram, y también antes. Te recomendaron a Agota Kristof. Te regalaron una chupa de cuero. Cambiaste de opinión a la mínima. Hiciste una mudanza sin abandonar tu casa. Escribiste blurbs para libros de amigos. Grabaste videos para felicitar cumpleaños. Volviste al teatro. Peinaste a tu hija peor que nunca.
Cocinaste siempre sin amor, y no pasó nada. Golpeaste la pared para que el vecino bajase la música. Fuiste a la manifestación. Perdiste a tu sobrino, aunque al final apareció. Te devolvieron de más en el súper. Hiciste una fiesta en la terraza. Te insolaste tomando el sol en la terraza y pensaste que tenías el Covid.
Mantuviste once conversaciones simultáneas por whatsapp. Volviste al mecánico. Dejaste once libros a medio leer. Jugaste a la psiquiatría. Perdiste un billete de veinte euros. Una noche cenaste gusanitos. Ibas a hacer un recado y no fuiste. Querías chocolate y nunca había. Te dio igual qué día fuese. Hiciste que conocías a unos que te hablaron. No dijiste una sola vez "eso no, lo siguiente".
Te pidieron prestado el perro. Felicitaste algunos cumpleaños cuando no eran. Cómo te reíste de Albert Rivera. Volviste a leer a Stephen King. Dijiste cientos de veces "no sé". Le diste la vuelta a las cosas. Tuviste hambre a media mañana, pero no conseguiste saber qué te apetecía comer. Te dieron un sablazo. Te fuiste sin despedirte.