Una gira de despedida siempre es, por definición, nostálgica. Un último encuentro cómplice entre el artista y su público en el que se pasa revista a toda una trayectoria entre la celebración, la emoción y el reconocimiento a los muchos buenos momentos pasados en mutua compañía. El 'Farewell Yellow Brick Road Tour' del legendario Elton John, que estos días llega a Barcelona, no es distinto en ese sentido, pero si por algo destaca el músico británico a sus 76 años -y más de 50 de carrera- es por mantenerse tan fiel a sí mismo como siempre, con sus gafas de colores, su extravagante bisutería, su impertérrito peluquín, su voz aún pletórica y su estilismo tan alérgico a los complejos como el batín a lo Liberace que luce en los bises. Corte de mangas al edadismo.
Elton John se suma a la lista de gigantes que deciden marchar hacia el ocaso, como Serrat, Phil Collins y probablemente Dylan aunque no lo diga. Y lo hace sin rastro de decadencia, como si realmente el paso del tiempo fuese incapaz de evitar que él siga haciendo lo suyo con más vitalidad que nadie. El mítico músico británico se va porque quiere, no porque ya no pueda. Así lo atestiguó en el primero de sus dos conciertos en el Palau Sant Jordi de la Ciudad Condal ante 16.000 entregados espectadores, la mayoría uppers que habían adquirido sus tickets en 2019 y que habían sufrido el aplazamiento del show hasta en dos ocasiones, por una pandemia mundial y una operación de cadera.
Son más de cinco décadas de carrera, pero el periodo de gloria de la estrella británica se puede acotar en sus insuperables años 70. No es casualidad que 19 de los 23 temas que toca durante más de dos horas sean de ese periodo. Otros tres pertenecen a los 80 y solo uno, el 'Cold heart' que mezcla 'Sacrifice' y 'Rocket Man' en compañía de Dua Lipa y Pnau, se ubica en el siglo XXI. No importa, porque las que sí que están escriben con letras de oro la banda sonora del siglo XX. 'Philadelphia Freedom', 'Border Song', 'Tiny Dancer', 'Candle in the Wind' o 'Funeral for a Friend/Love Lies Bleeding' convencen hasta a el más escéptico.
Tampoco se puede pasar por alto de la increíble banda que acompaña al pianista. Davey Johnstone, Nigel Olsson, Matt Bissonette, John Mahon, Kim Bullard y el recuperado percusionista Ray Cooper son auténticos veteranos, pero se bastan y se sobran para alejar cualquier sombra de decrepitud en el escenario. Con unos músicos así Elton John podría prolongar su gira despedida hasta el infinito y más allá, porque temas como 'The Bitch is Back', 'I'm Still Standing', 'Crocodile Rock' y 'Saturday Night's Alright for Fighting' suenan más contundentes que nunca, como un ariete de rock'n'roll. Por cierto, el 'Farewell Yellow Brick Road Tour' ya se convirtió en enero en el más taquillero de la historia con más de 800 millones de dólares recaudados, según Billboard.
En los bises Reginald Kenneth Dwight regresa a escena ataviado con una elegante bata blanca larga hasta los pies y de efecto satén, porque él puede. Y así, como si estuviera en el salón de su casa, despacha la mencionada 'Cold Heart', la eterna 'Your Song' y 'Goodbye Yellow Brick Road', cierre a un espectáculo que trasciende generaciones. En su primer show en Barcelona, antes de despedirse y ya en chándal, tuvo palabras para el público local: "Hermosa ciudad para gente hermosa. Nunca jamás os olvidaré, en mi corazón y en mi alma". Nosotros tampoco le olvidaremos.