Sabemos que hay que mantener buenos hábitos alimenticios durante todo el año, que no importan tanto las calorías como la energía que proporcionan, incluso estamos cada vez más a gusto con nuestro cuerpo... Sin embargo, el mes de junio llega con una ley casi inexorable: ponerse a punto para el bikini, el bañador o lo que sea que llevemos en playas y piscinas. La dieta asoma y se instala en el menú restrictivo de cada día. Es algo así como un estado mental, pero ¿vale realmente para algo?
Perder peso es bueno cuando hay un exceso de kilos que no conviene a nuestra salud. Para la médico nutricionista María José Martínez Obiols, "Cualquier dieta, de la keto a la paleo o la vegana puede ser buena. ¿Por qué? Porque nos va a hacer conscientes de lo que ingerimos y eso ya produce beneficios. Además, ninguna dieta va a incluir alimentos procesados. Y eso ya es bueno", explica en su cuenta de Instagram esta doctora.
Martínez Obiols responde en este post a la gran pregunta: ¿cuál es la mejor dieta? Para la experta, no hay duda: "La que mejor se adapte a cada uno". Y según parece, las muy restrictivas no son las que mejor se adaptan y, por tanto, no son las más efectivas. De ahí que muchos nutricionistas afirmen que "Hacer dieta engorda".
Gabriela Uriarte es nutricionista y autora del libro 'Hacer dieta engorda'. Uriarte es contundente: "Vivimos atrapados en la cultura de la dieta", asevera la experta, un sistema de creencias que premia la delgadez y promueve la pérdida de peso como un medio para alcanzar un estado ideal en el que solo se puede estar bien o mal, con la comida como una especie de enemigo a batir.
Pero la realidad es que los alimentos suministran unos nutrientes esenciales para la vida. Las dietas hipocalóricas hacen perder peso de manera rápida a costa de perder también agua y músculo. ¿Quién puede mantenerlas en el tiempo? "Estas dietas tienen una trampa enorme: nadie puede vivir así para siempre, por lo que la adherencia es mínima y, por lo tanto, el mantenimiento de lo perdido casi imposible", señala la experta.
Estas pautas, además, empeoran nuestra relación con la comida y favorecen que tengamos un comportamiento dicotómico con la alimentación: controlamos y descontrolamos, perdemos peso y lo ganamos. "Alimentarse de manera perfecta, milimétrica y rígida no es saludable. Es importante que haya flexibilidad porque no solo comemos por razones fisiológicas, también comemos por placer. Hay que tener en cuenta el 'quiero' y no solo el 'debo'. Mi consejo es que disfrutes de lo que has decidido comer, y después sigas con el patrón habitual. Por no comer un día verduras no va a influir en una mala alimentación; y al contrario, tampoco", explica.
Lo primero que hacen por la mañana muchas personas es subirse al peso y ver qué marca la báscula, sin tener en cuenta qué porcentaje de ese peso de corresponde a cada cosa. Sin embargo, el parámetro de referencia debe ser la grasa. Se puede subir peso y no por grasa, sino por agua o músculo. Lo ideal es tener una pauta dietética que sea saludable; es decir, que dé energía y sacie. ¿Y qué es saciar? Estamos saciados cuando "podemos estar cuatro horas sin comer", explica la nutricionista Blanca García-Orea. En ese tiempo, el cuerpo activa un mecanismo de limpieza que nos hará recibir mejor los próximos alimentos y dificultar la temida inflamación.
Con una dieta muy restrictiva, el mecanismo del hambre siempre está activado. La peor consecuencia es que el cuerpo se hace ahorrador y es lo que genera el famoso efecto rebote. Sin energía, cambia su forma de funcionar: se pone a hacer 'despensa' y cuando volvemos a alimentarnos como lo hacíamos antes, dentro de la normalidad, ganaremos peso mucho más rápido. Nuestro organismo es un ente inteligente que actuará en previsión: hará acopio de calorías para no volver a pasar necesidad. Esto explica la famosa 'paradoja francesa'. Los franceses, especialmente las mujeres, tienes tasas bajas de obesidad, con poca enfermedad cardiovascular, a pesar de comer platos calóricos, con muchas grasas saturadas. La razón estaría en que su organismo no necesita guardar calorías para épocas de privación, además de que ingieren raciones proporcionadas a su cuerpo. El tamaño, en este caso del plato, también importa.