En el pasado, cuando las personas todavía escribíamos a mano (demencial ¿eh?) se decía que escribir con lápiz era como hablar bajito. Para algunos músicos, tocar la guitarra con 'púa' es exactamente lo contrario: te da más potencia, más velocidad, más control y sobre todo más precisión. Pero las púas no son para todo el mundo (corren ríos de tinta sobre la diferencia en internet) y es sabido que maestros como Jeff Beck o Robby Krieger (The Doors) renegaban de ellas. Pero sin duda uno de los que desarrollaron un estilo único en parte gracias a que nunca usaron una púa es Mark Knopfler, de Dire Straits.
Lo anécdota la ha contado Guillermo Fesser, de Gomaespuma, en Currelespodcast, y tiene sus aires dickensianos. Según Fesser, una vez le preguntó a Knopfler por su particular estilo y su aversión a las púas. El músico le contó entonces que cuando era niño, al volver de la escuela, pasaba siempre por una tienda de música en la que veía una guitarra eléctrica roja que se volvió pronto su indiscutible objeto de deseo y cada año se la pedía de regalo al 'Father Christmas' por Navidad. Como el padre 'era minero y no tenía pasta' -siempre según Fesser- cada Navidad el pequeño Knopfler veía frustrado como le daban de regalo un balón de fútbol.
Hasta que llegó el año en que al despertarse y correr a abrir sus regalos, el niño vio por fin la silueta inconfundible de la guitarra. Allí estaba finalmente la Fender roja que tanto había anhelado. "Pero en ese momento el entendió el esfuerzo enorme que habían tenido que hacer sus padres para comprar una guitarra eléctrica que no tuvo valor para decirles que estas no funcionan sin amplificador... Y entonces Mark Knopfler aprendió a tocar la guitarra eléctrica dando pellizcos con los dedos para ver si daba el tono".
La historia es ciertamente ejemplar porque nos habla de un niño que toma consciencia del valor del dinero y el trabajo de sus padres y decide sacrificarse antes que desilusionarnos y, mucho menos, generar más gastos. Hay matices sin embargo, como el hecho de que el padre de Knopfler fuera en realidad un arquitecto y ajedrecista húngaro que emigró de su país huyendo del nazismo. Y aunque ciertamente vivían con cierta austeridad, no hay evidencia de que alguna vez este trabajara como minero. Por otro lado, la guitarra roja sí existió, pero no sería una Fender.
Aparentemente, a los 13 años Knopfler sí convenció a su padre para que le comprara su primera guitarra, pero la elegida fue una Hofner V2 roja que costó unas 50 libras (hablamos de los 60, el equivalente son unos mil pavos actuales, o sea que sí fue una inversión grande para la familia) y sí, no venía con el ampli. "La elegí porque era roja. Representaba como la máxima 'vulgaridad' del rock and roll adolescente, ¿no? El rock'n'roll es vulgar, siempre lo ha sido. Entonces fue como un símbolo de esa rebelión. Comparado con un instrumento orquestal tradicional, esta cosa roja del espacio exterior parecía otra cosa totalmente”.
Lo cierto es que, efectivamente, Mark Knopfler se convirtió no solo en uno de los guitarristas más grandes de todos lo tiempos, sino también en un gran defensor del sonido más emocional y orgánico que produce tocar 'con los dedos'. Y nadie diría que habla bajito.