Ricardo Chirinos sale del local de ensayo donde se encierra con su banda para preparar los conciertos, y antes de partir para Murcia, siguiente parada de su gira, se muestra exultante. “La sensación es estupenda”, dice. “Estamos llenando todas las noches”. Su alegría está justificada: el pasado diciembre Pistones, uno de los grupos clave de la nueva ola de los ochenta en España, programaron un concierto en la emblemática sala madrileña El Sol y se agotaron las localidades; añadieron una segunda fecha en el mismo local en enero y volvió a venderse todo el papel. Han tenido que incluir un tercer concierto allí el 8 de febrero (con idéntico resultado). En Guadalajara los esperan el 8 de marzo. Poco a poco irán anunciando más actuaciones.
Asegura Chirinos que a sus 64 años está afrontando este peregrinaje por el país “con más ganas que nunca”, dice. “Después de tantos años no pensaba que podría subir de nuevo al escenario y, mira, ahí estamos otra vez en la carretera. Toda la gente que viene a vernos peina canas, pero llevan a sus hijos, a sus amigos… Estamos teniendo bastante público joven. Si me lo llegan a decir en los ochenta, no me lo habría creído. Pero ha pasado. y es estupendo estar dando guerra otra vez, disfrutando del público. La gente conoce todas las canciones. Estoy muy agradecido”.
Pistones han cambiado de formación en varias ocasiones, siendo Ricardo Chirinos, cantante, guitarrista y compositor, único miembro original que permanece en la formación. La actual incluye nombres de elevada alcurnia rockera, como el insigne teclista Basilio Martí, inseparable acompañante de Antonio Vega; los guitarristas Javi Quintana y José de Lucas; el batería Rafa Cruz y el bajista Carlos Guardado. “Músicos de toda la vida y algunos de nueva hornada. La banda está sonando a un nivel importante”, presume Chirinos.
Quien no aparece en la actual alineación de Pistones es el bajista Juan Luis Ambite, que si bien vivió los años dorados del grupo en los ochenta, su participación a lo largo de los años ha sido intermitente. “No está, como ha pasado otras veces”, explica Chirinos. “Pero la relación con él es estupenda y le deseo todo lo mejor”. Ambite fue otro personaje icónico de la movida. Llegó a tener un papelito en Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1988) como motero, otra de sus facetas. A finales de los noventa, ejerció de lazarillo de Enrique Urquijo, a quien acompañaba a todas partes. Actualmente Ambite toca en la banda de Jaime Urrutia.
Pistones se fundaron en Madrid en 1980. La historia de cómo llegaron a grabar sus primeros discos tiene miga. Su primera maqueta se radió con insistencia en Onda 2 y se pinchó en locales de moda entonces en Madrid como Pentagrama, lo que llamó la atención del inquieto Paco Martín, quien por entonces trabajaba en PolyGram y había montado la sala Rock-Ola.
Tanto le gustaron Pistones, que creó un sello (MR) para publicar el single que incluía “Los Ramones” (una composición del grupo al completo) y “Vuelve pronto” (escrita por Chirinos). Ese single, de 1982, fue el primer disco que publicó Paco Martín, quien a partir de entonces creció hasta convertirse en el legendario director artístico que descubrió a Danza Invisible, Hombres G y Los Rodríguez y fichó a Antonio Vega en solitario y Los Secretos.
Tras aquel sencillo llegaron dos maxisingles: Las siete menos cuarto, con portada de Alberto García-Alix (para pagar el estudio de grabación, Martín hubo de vender el Renault 5 que le había regalado su padre unos días antes) y Voces, esta vez con ilustración de portada a cargo de Ceesepe. Tanto el dibujante como el fotógrafo entregaron sus obras sin pedir nada a cambio. Este último maxi presentaba uno de los temas más representativos de Pistones: “Metadona”, también compuesto por Chirinos.
Ariel Rot asumió labores de productor de su primer álbum, Persecución (1983), que incluía el no menos mítico “El pistolero”, la canción que les sacó del circuito alternativo y los convirtió en favoritos del público mayoritario. En ese periodo vivieron su esplendor. Aparecieron tocando “El pistolero” en programas de máxima audiencia como el Un, dos, tres y Tocata; fue número uno de Los 40 Principales el 10 de marzo de 1984. Publicarían un disco de larga duración más en los ochenta (Canciones de lustre, de 1986), un EP (Cien veces no, de 1987) y, en 1992, el álbum Entre dos fuegos; y ahí termina la frugal discografía de Pistones (en lo que a canciones de estudio se refiere).
Lo cual hace aún más llamativo el que sin repertorio nuevo en más de treinta años, el público esté reclamando su presencia en clubes de toda España. En 2014 Chirinos reformó la banda para ofrecer algunos conciertos, uno de los cuales, el ofrecido en la sala Joy Eslava de Madrid, se grabó y publicó como disco en directo (Directo 35 aniversario, de 2016). Ya entonces detectó ese renacido interés por parte de una audiencia madura: “Lleva pasando desde hace años”, señala. “Los grupos de los ochenta y noventa vuelven porque hay público. Las salas quieren programarlos porque llenan. Hay una fiebre ochentera que me parece normal. El público que viene a vernos es gente que ya tiene la vida resuelta, con dinero, ganas de divertirse y que consume copas… Se lo pasa estupendamente y es lógico que a las salas les interese. Quieren escuchar la música con la que crecieron y que forma parte de la historia de este país”.
A pesar de que fue en los ochenta cuando Pistones alcanzaron su máxima popularidad, Chirinos no mira con nostalgia aquellos años que describe como “de eclosión de la juventud en todos sus aspectos y de libertades. Lo pasamos bien, se disfrutó mucho, se crearon muchas cosas, hubo mucho arte… Fueron años muy creativos y, sobre todo, divertidos”.
Pero aclara: “No hay que echar de menos nada. Hay que ir para delante, vivir la vida como te toca en cada momento. Si me dijeran de volver a los ochenta, no volvería. Estoy muy a gusto donde estoy y hay que disfrutar de las cosas en el momento que vienen y como vienen”.
Al contrario de otras bandas coetáneas que nunca han dejado de tocar, Pistones han tenido largos paréntesis de inactividad. El primero, entre 1988 y 1992, antes de publicar su tercer disco. Tras ese trabajo, hubieron de pasar más de veinte años antes de que Chirinos rearmara el grupo en 2014. En octubre de 2018 escribió en su página web: “Después de haber vivido años en otro mundo, intentando olvidar quien realmente siempre fui, decidí volver a la carretera como si jamás nos hubiéramos marchado”.
En todo ese tiempo, el líder del grupo se ha dedicado “a vivir tranquilo, lo que me ha venido muy bien para mantenerme en forma y no machacarme”, dice. Ha trabajado como programador de máquinas de control numérico. “Estudié Ingeniería de Caminos, pero la Informática siempre me ha gustado mucho. Es una profesión que me llena”-
Sus dos hijos han terminado sus respectivos estudios universitarios, y, como él reconoce, “eso me ha venido bien para poder dedicarme de lleno a la música”. Su hija le ha salido devota del rock duro. “Se va a festivales como el Resurrection [evento metalero que se celebra cada año en Vivero (Lugo)] con su tienda de campaña, su amigos… No se pierde uno”, revela.
¿No escuchan reggaetón? “No, no, no, no, no”, niega vehemente. “El reggaetón está prohibido en mi casa. Cada uno que escuche lo que quiera, pero desde luego no es mi estilo ni mi gusto. Por suerte a mis hijos no les ha dado por ahí. Son muy sanos: ni fuman, ni beben, salen con amigos a comer, a cenar a restaurantes indios, pakistaníes… Eso es lo que les gusta”.
Los fans de Pistones pueden congratularse: el regreso de Pistones no va a limitarse a esta gira, sino que Ricardo Chirinos está componiendo temas nuevos. Habrá que esperar para escucharlos, eso sí. “Todo a su tiempo. Ahora nos estamos centrando en perfeccionar el sonido de la banda. Los lanzaremos cuando sea el momento oportuno. Por ahora, los conciertos se centran en nuestros temas clásicos, que son los que la gente conoce y quiere oír”. Esta vez, el pistolero ha llegado a la ciudad… para quedarse.