En las grandes tragedias del mundo de la música -casi todas relacionadas con el abuso de drogas- es fácil encontrar un supervillano. Siempre hay un amante, un camello, un manager para decir, como dirían lo Guns 'n Roses, "si tienes el dinero, cariño, tenemos tu enfermedad". A Blake Fielder-Civil le bastaron siete años para asumir ese papel en el relato truncado de Amy Winehouse, la joven y singularísima intérprete que a mediados de los 2000 descubrió el jazz y el soul a los millennials solo para acabar en el lugar común de las muertes prematuras de la industria.
Como se sabe, Winehouse tenía pulsiones autodestructivas desde la adolescencia, pero también tenía mucha ambición y aspiraba a convertirse en un ídolo a través de la música. Lo logró, pero en el camino conoció, en un bar, a Fielder-Civil con quien se introdujo rápidamente en el consumo de drogas duras como el crack y la heroína. Tenía apenas 21 años.
"Sí. Claro que siento lo de la heroína, obviamente, es una droga horrible, terrible -respondía el que fuera marido de Winehouse desde 2007 a la presentadora Kate Garraway esta misma semana-. Ahora llevo limpio mucho tiempo, pero yo también fui un adicto. Y no todo es tan blanco o negro. Era muy, demasiado joven y pensé que tenía todas las respuestas".
El 23 de julio de 2011, sobre las 16:00, Winehouse fue encontrada sin vida en su apartamento en Camden, Londres. La droga que la mató, sin embargo, no había sido la heroína, de la que estaba intentando desengancharse, sino el alcohol. Aunque en una entrevista en la CNN su padre, que a su vez estaba en proceso de rehabilitación del alcoholismo, sostuvo que su muerte podría haberse producido por un ataque provocado por las sustancias que le habían prescrito para aliviar los efectos del síndrome de abstinencia del alcohol.
"Por supuesto que me arrepiento de las drogas -dice ahora Blake-. Si hubiera sabido cómo iba a acabar aquella historia, habría tenido muchísimo más cuidado con lo que hacía y con la gente con la que lo hacía" sostiene.
Fielder -Civil ha dicho también que desde hace años no ha hecho otra cosa más que asumir su responsabilidad en lo que le ocurrió a Winehouse. "Su muerte ha sido un tema de debate que ha impactado en multitud de ámbitos en mi vida, porque no he dejado de recibir amenazas de muerte por internet y en las redes sociales, porque Amy sigue inspirando mucha devoción y cierto fanatismo de su comunidad de seguidores".