Poner canciones tristes para sentirte mejor es una de las grandes paradojas de la cultura popular. La música, en palabras del Gran Tony Soprano, es una industria millonaria construida alrededor del dolor y el desamor. ¿Por qué nos hacemos eso? Hay una respuesta sencilla y una compleja. Nos ponemos canciones tristes para no sentirnos solos, para sentir que ese asqueroso pozo de dolor que se abre dentro de nosotros y amenaza con devorar completamente nuestra existencia como un agujero negro o una mala broma perpetrada por un Dios inmisericorde, es compartido por alguien más. Esa es la respuesta sencilla.
Según la página especializada Discogs, cuyo equipo ha hecho una revisión exhaustiva de sus bases de datos, estos son los álbumes más tristes de todos los tiempos. Spoiler alert: no hay baladas rollo 'How can you mend a broken heart?' o 'All by myself', 'Nothing compares 2 U' ni ninguna de las que sale en las comedias románticas mientras la protagonista se come una tarrina de helados Häagen Dazs XXL. Es, digamos, un poco más sofisticada y contemporánea, aunque tiene sus clásicos. Y no olvides que va por álbumes no por temas, así que te invitamos a escucharlos todos, si tienes agallas. Para no destruir lo que te queda de alma, escogemos solo 15 de los 40 que proponen. De todos ellos podemos dar fe de que son para cortarse las venas.
La respuesta compleja es que las narrativas del dolor ofrecen, también, rutas de salida. Ventanas por las que, aunque sea de manera inconsciente, empezamos a dejar entrar un poco de luz. Son recordatorios de que las historias reales también tienen comienzos, nudos y desenlaces. Como en una novela de Fresán, las 'canciones tristes' son un territorio, un espacio, pero son a la vez su propio mapa. Y nos ayudan a sentir compasión por nosotros mismos, que no es lo mismo que sentir autocompasión. Y que estamos allí para nosotros, cuando más nos necesitamos.