Marisa Pons, la 'silbatriz': "Silbar ha sido desde siempre mi lugar de calma y de libertad"

  • Esta zaragozana de 49 años ha hecho del silbido una especialidad artística y la dota de gran belleza musical

  • Tiene un registro amplio, aunque no sabría decir si se acerca más a la voz de tenor o de soprano. Ella lo define como un instrumento

  • Entre sus logros, destaca que la RAE haya admitido el término "silbatriz" para denominar su profesión y ser campeona del mundo de silbido

Érase una mujer que descubrió que al juntar sus labios el aire que expulsaban sus pulmones tomaba un sonido mágico que podía ser más o menos agudo según la forma de fruncirlos o la fuerza que le diese. Descubrió que podía componer melodías, interpretar piezas musicales clásicas, de jazz o cualquier otro género, jugar con los acordes y las notas… Podía, en definitiva, crear más allá de lo que habría imaginado. Marisa Pons (Zaragoza, 1976), que así se llama nuestra protagonista, es "silbatriz", una palabra inventada exclusivamente para ella. 

El silbido es uno de los sonidos más antiguos del ser humano y puede ser bellísimo, aunque pocas veces reparamos en ese encanto. Aparece en composiciones musicales y en algunas películas, como en la mítica marcha que emprenden los soldados británicos en 'El puente sobre el río Kwai', de David Lean, pero cada vez se va perdiendo más la costumbre de silbar mientras realizamos cualquier tarea cotidiana. Alguno queda todavía que se entretiene imitando el sonido de las aves. Lo de Marisa Pons es un caso aparte. Licenciada en Literatura Hispánica, Pons estudió después Bellas Artes y decidió que el silbido sería su práctica artística, igual que para otros lo es la escultura o la pintura. 

¿Cómo descubriste tu gusto por el silbido?

Silbar ha sido desde siempre mi lugar de calma y de libertad. Desde pequeña he sentido que creaba un espacio propio, que mi entorno cambiaba por efecto del sonido y que yo misma me transformaba en un ser más ligero. Silbar era algo que ocurría de forma involuntaria, en momentos concretos que hoy identifico con estar conectada con mi interior, y el silbido me ayudaba de alguna forma a cultivar esa conexión. Por todo esto, el silbido ha sido siempre un lugar de disfrute y extrema intimidad que, en el momento de decidir hacerlo público, siendo ya adulta, se ha vuelto a ver transformado y enriquecido.

¿Sospechabas que lo tuyo es un talento?

Desde pequeñita he recibido el reconocimiento puntual de algunas personas que me escuchaban silbar por accidente. Ahora pienso que debía ser impactante ver silbar con tanta vocación a una personita tan pequeña. Pero yo lo hacía con mucha facilidad, sin esfuerzo, y no le daba demasiado valor. Conforme fui creciendo empecé a identificar una emoción concreta dentro de mí y me di cuenta de que a través de esa emoción era capaz de conectar con otras personas. Tardé muchos años en reconocer eso como un talento y, sobre todo, en nombrarlo así. No soy una persona tímida, pero me daba vergüenza pensar que esto pudiera ser talentoso y llevaba la sospecha muy en secreto. 

¿Qué supuso compartirlo?

Desde el momento en que me atreví a compartirlo todo han sido retos de tipo técnicos y artísticos, pero también personales, y ahí, en el ensayo-error, es donde ha germinado el silbido como práctica artística y donde se ha ido produciendo una progresión de avances. 

¿Dónde radica la belleza del silbido?

Para mí el silbido ha sido algo bello siempre. Pienso que lo he ejercitado durante tantos años por el propio placer de escucharlo. Me gustaba mi sonido pero también el de otras personas que por azar escuchaba silbar por la calle o en el autobús. Esa es una de las cosas más hermosas del silbido, que lo llevamos puesto y lo compartimos a menudo sin querer. 

¿Te encuentras con muchos silbadores?

Con la llegada de Internet fue siendo cada vez más fácil encontrar silbadores y silbadoras que compartían sus vídeos por la red. Así fue como supe de la existencia del Masters of Musical Whistling, el campeonato de música silbada de Los Ángeles al que concurrí en 2019 y en el que quedé en segunda y tercera posición, en sendas divisiones de competición. Allí compartí cuatro intensos días con 60 silbadores y silbadoras de 16 nacionalidades distintas, y pude hacerme una idea del gran nivel artístico que se puede alcanzar silbando y de la discreta familia que formamos. 

¿Cómo recibió tu familia la decisión de ser silbatriz?

Mi familia ha convivido con mi silbido también desde siempre. Están acostumbrados a escucharme silbotear por la casa, componiendo o interpretando un tema especialmente querido por mí. Pero es verdad que mi decisión de construir un personaje y crear mis propias piezas escénicas les sorprendió. Creo que el paso a lo público les producía un vértigo parecido al que había tenido que combatir yo misma, y quizás lo minoritario del contexto de exhibición fuera tranquilizador. Ese contexto se ha ido ampliando progresivamente, de forma orgánica. 

Mi familia está acostumbrada a escucharme silbotear, pero mi decisión de construir un personaje y crear mis propias piezas escénicas les sorprendió

¿El silbido es un instrumento? ¿Qué categoría le darías?

Para mí el silbido es un instrumento musical para el que hacen falta destrezas similares a las que requiere cualquier otro instrumento: la afinación, el ritmo, la expresividad… son comunes a cualquier forma de interpretación musical, incluido el silbido, que puede estar al servicio de cualquier melodía o formación. Pero también entiendo el silbido como un lenguaje, en igual medida que la música misma lo es. Y por ahí, a través de este lenguaje, es posible articular significados muy diversos, meterse en el terreno dramático, saltar a la escena y habitar el espacio con el silbido y con el cuerpo que silba. Por eso tiendo a denominar lo que hago como "práctica artística". Y allí cabe toda aplicación que se le quiera dar a esa práctica. 

Cualquiera es capaz de cantar. De ahí a hacerlo bien… eso ya es otra cosa.

Si te soy sincera, no creo que sea posible hacer esa distinción. Antes que de la música soy una enamorada del sonido. Que juntemos los labios y el aire se tiña de sonido me parece algo absolutamente mágico. Hay cierta tendencia a la ortodoxia, a definir que unas cosas están bien y otras mal, pero eso no deja de ser un invento. El silbido es maravilloso siempre que tenga la intención de serlo, venga de donde venga y suene como suene. 

¿Qué supuso conocer a Kurt Savoy, autor de la famosa composición de 'La muerte tenía un precio'?

Kurt Savoy es una persona extraordinaria, con una enorme curiosidad por las cosas y por las personas. Al conocerle puse cara y voz a uno de los mitos de mi infancia. Las melodías que él interpretó silbando para los espagueti western de Sergio Leone, bajo la dirección de Morricone, eran llamadas del más allá para mis oídos de niña. Cuando escuchaba el silbido de Curro se me paraba el mundo, todo quedaba suspendido en el aire, sin contacto con la tierra.  Otro importante referente es Geert Chatrou, un silbador holandés que ha recorrido medio mundo con el Circo del Sol y con otras formaciones. Es un auténtico virtuoso con una filosofía de vida muy particular que no creo que pueda separarse de su profesión y de su talento. 

¿Tienes tu propio método de silbido?

Para bien y para mal, no soy consciente de haber trabajado nunca la técnica ni de haber desarrollado un entrenamiento corporal específico. Mi aprendizaje ocurrió de forma espontánea y por intuición, sostenido por el puro disfrute. Y esto tiene de bueno el haberme evitado la parte de esfuerzo y sacrificio que suele acompañar el dominio de una técnica. Pero también tiene de malo que no soy capaz de conceptualizar ese aprendizaje y, por lo tanto, tampoco puedo transmitirlo.

Mi aprendizaje ocurrió de forma espontánea y por intuición, sostenido por el puro disfrute

Reflexionando desde la madurez de la práctica, creo que sí he ejercitado mi diafragma en sostener y regular el aire, y también creo que mis labios, dientes y lengua se coordinan de una forma específica para emitir y afinar el sonido, pero no podría decir mucho más sobre esto. Sí hay una cosa que debo prevenir si quiero silbar como a mí me gusta: no comer pipas con sal. La sal de las pipas afecta a la piel de los labios y pierdo definición en el sonido. 

¿Qué matices tienen tu silbido? ¿Soprano, mezzosoprano, tenor...? ¿O no es comparable a la voz?

No sé responderte. Alguna vez me han dicho que tengo un recorrido muy amplio, pero no se me ha ocurrido preguntar a qué voces corresponde mi tesitura. Me lo apunto para cuando tenga la oportunidad de hacerlo. 

¿Qué te gusta interpretar? 

Me gusta mucho el jazz, con sus cambios de ritmo y su apertura a la improvisación. También algunas melodías clásicas, cuanto más melancólicas mejor, para poder alargar el sonido hasta donde la respiración admite. Hay bandas sonoras míticas que están grabadas a fuego en mi memoria y que tienen también ese punto lánguido en el que recrearse a gusto silbando. Y otras bandas sonoras clave de mi infancia, las de los dibujos animados de los años 70 y 80, que son las músicas con las que empecé a cultivar mi sonido. 

Me gusta mucho el jazz, con sus cambios de ritmo y su apertura a la improvisación

¿Cuál es tu mayor logro?

El silbido como práctica artística es de maduración lenta, se está definiendo constantemente. Cada paso dado es una conquista que supone, a su vez, la configuración de una nueva característica o posibilidad de ser. Poder dar espacio a que esto ocurra es, sin duda el mayor logro. Aparte de varios hitos en algunos festivales, hay dos logros por los que me siento especialmente respaldada: mi participación en el Masters of Musical Whistling 2019 (Los Ángeles) y la incorporación del término "silbatriz" al Diccionario Histórico de la RAE por su aparición en entrevistas que me han hecho en algunos medios. Esto último es una satisfacción enorme. Como licenciada en Filología Hispánica (estudié también Bellas Artes) soy consciente de la dificultad que comporta crear un neologismo y aquí, entre varias voces, hemos dado vida a uno muy bonito.