A Rubén Pozo su padre le inculcó su amor por el rock and roll poniendo sin parar los vinilos de los Rolling Stones, Bob Dylan, The Who y Led Zeppelin. Hizo un buen trabajo, tan bueno que el chaval terminó formando una banda, Buenas Noches Rose, y después otra. Con Pereza tocó el cielo y después aprendió a sobrevivir como un llanero solitario. Y por el camino no se olvidó de transmitir a su propio hijo, Leo, la misma pasión que le insuflaron a él. Es lo que tiene el rock, que es contagioso.
Leo tiene 18 años, pero muy pronto empezó a seguir el camino de su padre. Eso sí, a él no le dio por la guitarra, sino por la batería. De doble bombo. Porque lo suyo no tiene tanto que ver con el rock clásico, sino con el heavy metal. En 'Vampiro', el disco que Rubén Pozo publicó hace un par de años, Leo tocaba la batería del último tema, 'Gente', y su padre le pagó 100 euros por un día de sesión. Porque "es importante que aprenda que esto es un trabajo”. Ahora está a punto de publicar su single de debut con su banda, Ryggan. Y Rubén, claro, está orgullosísimo.
"Dice que se acabaron los estudios por el momento. Le entiendo perfectamente. Y mientras tanto dándole hostias como panes a la batería en los Ryggan. Atentos porque este viernes sacan su primer temazo. Les ves a ellos y a su pandilla y entras en una ensoñación en la que estás por las calles de Los Ángeles, en 1981, rodeado de vagabundillos asilvestrados que no llegan a los 20 años", escribe el ex Pereza en un post en Instagram.
Seguramente a Rubén, que hoy tiene 49 años, Leo le recuerda a sí mismo tres décadas atrás, cuando empezaba con esto del rock and roll en el barrio madrileño de Alameda de Osuna: "A mi generación (a mi barrio, a mi grupo de amigos o cómo lo quieras llamar) le marcó el camino la peli de los Doors con Val Kilmer como Jim. A ellos ha sido The Dirt de los Mötley Crüe". Bienvenidos sigan siendo los biopics musicales si sirven para seguir creando afición.
Y, por supuesto, el ex Pereza también es consciente de cómo les sientan a los jóvenes los elogios públicos de sus progenitores, así que despide su post con una disculpa, un consejo y una declaración: "Bueno, chaval, espero no matarte de vergüenza con este post. Daría la vida por ti. Y ésta no es una carrera, es un paseillo maravilloso que nos han regalado. Que nadie trate de convencerte de lo contrario. Te quiero, rocker".