"Todo estaba bien hasta que Kristofferson llegó a la ciudad -solía decir Bob Dylan-. Oh, nunca habían visto a nadie como él. Llegó a Nashville como un gato montés, voló su helicóptero hasta el patio trasero de Johnny Cash, como hacen los verdaderos compositores, y se le lanzó a la yugular". Dylan se refería a una anécdota real: Kris Kristofferson había sido piloto militar y luego, cuando no solo dejó el ejército sino que cambió "en 180 grados" su posición sobre la guerra, se dedicó un tiempo a los vuelos comerciales. Y sí, un día aterrizó en el patio de Johnny Cash "con una cerveza en una mano y una cinta de casete en la otra" y lo convenció de que grabara un tema suyo ('Sunday Morning Coming Down') dándole así uno de sus más grandes éxitos.
Reconocido ídolo del country, Kristofferson introdujo en ese género una nueva sensibilidad: una mezcla de oscura vulnerabilidad que tenía que ver tanto con sus abismos (luchó durante mucho tiempo con su alcoholismo hasta que los doctores le dijeron que tenía el hígado como una pelota de futbol y que si no paraba se moría) como con su carácter sensible y generoso: todos recordamos ese momento en el que Sinead O'Connor -que acababa de romper la foto del Papa en SNL- fue horriblemente abucheada en un concierto y fue consolado por un paternal Kristofferson: "no dejes que esos bastardos te depriman".
En fin, todo esto para decir que Kristofferson ha estado por ahí mucho tiempo. Con su esbelta figura y su característica barba poblada, fue además de un héroe del género música más popular de la Norteamérica blanca, un actor versátil que lo mismo protagonizó junto a a Barbra Streisand 'Ha nacido una estrella' que hacía de caza vampiros madurito en 'Blade'.
Además de otro puñado de buenas películas, Kristofferson también se hizo célebre por protagonizar la 'película maldita de Hollywood', 'La puerta del cielo' (1980) de Michael Cimino, que significó la quiebra de United Artists debido a los desvaríos presupuestarios del director. La cinta es ahora una película de culto pero en su momento fue destrozada por la crítica, lo que afectó la moral de Kristofferson, tanto que se dice que fue una de las razones que lo llevaron a refugiarse durante tanto tiempo en la bebida.
Dicen que cuando Janis Joplin conoció a Leonard Cohen en realidad estaba buscando a Kris Kristofferson: "Soy yo" dijo Cohen, a Janis le hizo gracia y la cosa acabaría en canción: 'Chelsea Hotel Nº 2'. Janis buscaba a Kris porque en ese tiempo estaban saliendo. Aunque, como se ve por su encuentro con Cohen, la cantante tenía varias 'parejas' simultáneas antes de morir, Kristofferson siempre la recordó con cariño y admiración. Lo suyo duró algunos meses, justo los previos a la muerte de ella. Habían pasado una semanas juntos en casa de un amigo donde según contaría él, años más tarde, siempre que se quería ir se aparecía ella con bebidas por la mañana y "cuando te dabas cuenta estabas tan borracho que ya ni te acordabas por qué te querías ir".
Kristofferson compuso el que sería el Nº1 póstumo de Joplin, 'Me and Bobby MgGee', una canción que a Janis siempre le gustó pero que grabó por sorpresa (para el autor) solo unas semana antes de morir de sobredosis. El compositor la escuchó al día siguiente de su muerte pero apenas pudo soportarlo.
“La primera vez que escuché la grabación de Janis de 'Bobby McGee' fue cuando acababa de morir -recordaba-. Recuerdo que el productor me pidió que fuera a su oficina al día siguiente. Tenía algo que quería que escuchara. Ni siquiera sabía que ella lo había grabado. Y cuando me puso la canción simplemente tuve que salir de la habitación. Fue increíblemente difícil de escuchar. Había tanto amor y emoción en la canción y pensar que ella no estaba allí para disfrutarla... Me encanta por la pasión, el corazón y el alma que Janis puso en todo lo que hizo. Pero, en esa canción prácticamente puedo oírla decir: 'Espera a que este hijo de puta escuche esto. Se va a morir”.
No se murió, hasta ahora, y más bien vivió una vida llena de reconocimientos y una espiritualidad casi religiosa, a pesar de sus posiciones abiertamente progresistas. Deja ocho hijos y siete nietos.