La voz de Enrique Morente se apagó hace diez años. Granada quedaba muda. Con él se iba el último precursor del nuevo flamenco, una revolución que que puso patas arriba la escena musical del cante jondo en los años 70 junto con otros dos colosos como Camarón de la Isla y Paco de Lucía. Ahora se le rinde un nuevo tributo recordando su figura en el Festival Suma Flamenca, y en Uppers hemos hablado con uno de sus participantes, el periodista musical Pedro Calvo, experto y gran conocedor de la figura de Morente para que nos cuente los cinco porqués de seguir escuchando a Enrique Morente hoy en día y hasta la eternidad.
Corrían los años 70 en una España que comenzaba a despertarse. En los tablaos seguía sonando el flamenco que se definía a sí mismo como puro y de raíz. El mismo que el propio régimen había adoptado para promocionar la cultura nacional. Sin embargo, un trío de ases de la guitarra y la voz llegó para revolucionarlo todo, para aportar al flamenco una resurrección. Eran Paco de Lucía, Camarón y Enrique Morente.
"Ellos tres llevaron en los 70 al flamenco a una óptica que no existía. Tuvieron la habilidad o la visión de darse cuenta de que ese cambio de paradigma necesitaba de un público nuevo, y esto supuso una revolución: construir una nueva audiencia flamenca en teatros y grandes auditorios. Lo que posibilitaron fue el encuentro del flamenco con el gran público del momento, desde los años 70 hasta ahora. Que la gente reconociera el flamenco como algo suyo, no solo para los entendidos", explica Pedro Calvo.
Toda revolución tiene sus detractores y, en el mundo del flamenco, no iba a ser menos. Críticas que, en este caso, venían desde fuera del mundo del flamenco a través de los medios de comunicación, pero también desde dentro, desde sus propios compañeros de género que no veían con buenos ojos este nuevo tipo de flamenco.
Según Calvo, "la generación anterior era un cantaor y una guitarra, una forma de hacer que tenía más que ver con mostrar el conocimiento del pasado que intentar aportar algo". Pero, en ese contexto, a Morente, De Lucía y Camarón también "les tocó la época donde la televisión y la radio tenían una importancia grande y había un flamenco que vivía de las peñas, de los hábitos y no veían o no querían ver que las cosas estaban cambiando. Algunas de esas personas mostraron fanatismo a criticar a estos tres colosos porque una parte de lo que hacían no lo entendían y por eso lo despreciaban. El calificativo a este tipo de actitudes es que hay que aceptar que algunas personas son como burros percherones".
El flamenco no es un género musical más basado en 'hits' que se olvidan de la noche a la mañana, sino un lugar común donde confluyen numerosas muestras artísticas. En el caso de Morente, no solo el del Morente cantaor, sino también el del poeta y escritor.
"Morente fue uno de esos de los que pudo hacer lo uno y lo múltiple", nos cuenta Calvo. Y es que, en el flamenco "cuando uno adquiere cierta solvencia es porque es una persona superdotada para la música, porque hace falta un aprendizaje y un engrandecimiento del arte que requiere de unas condiciones muy especiales. Es más complicado hacerlo bien en flamenco que en otros géneros, aunque lo que está bien hecho es igual de complejo en todos los sitios".
Hay algunas tonadas que ya se encuentran en nuestra discoteca personal, que son parte de nuestra vida. Nos llevan a recuerdos, a momentos pasados o, simplemente, nos hacen disfrutar de los minutos que duren. Estas son, para Pedro Calvo, tres de esas canciones con nombres y apellidos flamencos.
"No es como la música rock, que hay un hit y puede contaminar a una legión importante de artistas para hacer cosas de esa manera. El flamenco no funciona así. En lo que hay grabado en disco creo que las mejores son:
Detrás del personaje no siempre tiene que haber una buena persona, pero en este caso Enrique Morente tenía todos los ingredientes para serlo y demostrarlo. Bondadoso, culto, educado, amigo de sus amigos, un ser humano con todas sus letras. Su figura era reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras y, aún así, la humildad que le caracterizaba fue su insignia hasta el final.
"Que era buena persona está fuera de discusión. Era un modelo de buena persona", nos explica Pedro Calvo. "Además se da la circunstancia de que era una persona atractiva para escucharle. Igual que era un gran cantaor también lo era de gran pensador, porque era capaz de ver lo uno y lo múltiple en su vida cotidiana y en lo que estaba haciendo. Probablemente sea de quien más conciertos haya visto y nunca lo he oído cantar una letra mala o de dudosa calidad. Su palabra en las canciones estaba a la misma altura que en su vida real, en su día a día".
Estrella, Soleá y Kiki Morente son los herederos del talento de Enrique. Los tres se han dedicado al mundo de la música y han llevado por todo el planeta el arte que les inculcó su padre. "Como todos los oficios que se transmiten de padres a hijos aquí pasó igual. Tuvo la suerte de tener tres hijos que se dieron cuenta de lo que su padre estaba haciendo y lo que significada y algo aprendieron de él. Todos han salido con gran dotación musical para sus carreras. Morente encabezaba una especie de tribu morentiana", explica Calvo.