El cantante Joaquín Sabina es dueño de varios éxitos de la música española. ’19 días y 500 noches’, ‘Contigo’ o ‘La canción más hermosa del mundo’ son algunos de sus trabajos más relevantes y aclamados por el público. Así como estos temas, ‘Y nos dieron las diez’ también logró el reconocimiento de la crítica y los fans.
Esta canción es la que abre su disco Física y Química A través de sus versos, Sabina cuenta la historia completa de un amor contrariado, de principio a fin, con poesía, con imágenes, con emociones, casi como si se tratase de un libro. Básicamente, Sabina escribió una novela y la contó en apenas cinco minutos.
Joaquín Sabina desveló en una entrevista en 2015 que la misteriosa chica del pueblo con mar la noche después de un concierto era de Lanzarote. Entre las notas de la canción se mezclaron vivencias reales e historias ficticias a lo largo y ancho del mundo, que llevaron a la gente a adueñarse de ella hasta hacerla propia. Y por eso, en cada pueblo o ciudad costera se garantizaba con total convicción que la protagonista de una de las letras más internacionales del Flaco de Úbeda era paisana suya.
Pero el misterio dejó de ser misterio para convertirse en realidad. En el transcurso de dicha entrevista concedida a El Comercio el día en el que Sabina actuaba en Gijón, el artista reconoció que la muchacha del pueblo con mar era de Lanzarote. Lo dijo así. Sin darle más importancia ni entrar en detalles, y casi pasando por alto la pregunta. Como si la enigmática mujer no hubiese generado diversidad de historias y expectativas por cumplir.
Respecto a la historia de la canción, que es el otro pilar fundamental sobre el que se sustenta un tema que se convierte en himno, Sabina vuelve a dar en el clavo. Es una historia que resulta muy creíble en su boca, puesto que arranca en la barra de un bar después de un concierto. Utiliza su repertorio como arma de seducción, y en un par de versos consigue seducir a la camarera de ese último bar; que adquiere forma de oasis en mitad de un desierto.
Si añadimos el detalle de que todo ocurrió en verano, ya tenemos ante nosotros esa onírica historia de amor de verano, en la que la inherente fugacidad hace que el recuerdo se mantenga impecable. A todos nos gustaría colarnos en el traje y la piel de este Sabina.
Hay mucha más historia detrás de 'Y nos dieron las diez'. A inicios de la década de 1990, Joaquín Sabina se encontraba en un local de la ciudad de Madrid llamado Bwana. De pronto, entró Enrique Urquijo, miembro de Los Secretos y amigo de Sabina. Con los artistas reunidos, se dio inicio a una larga conversación.
Urquijo le contó a Sabina que se le habían acabado las ideas para su próximo disco. Informado de la situación de su compañero, el cantautor sacó un papel y le mostró al líder de Los Secretos las dos estrofas que había creado. Al ver la belleza de estas estrofas, Urquijo agarró una servilleta y, tras pedirle permiso a Sabina, las copió. La conversación continúo en Bwana y, entrada ya la madrugada, el mánager de Los Secretos se acercó a Urquijo y le dijo que era momento de irse.
En el taxi, Urquijo utilizó las estrofas de Sabina para iniciar la creación de una nueva canción, que terminó siendo ‘Ojos de gata’. Por su parte, Joaquín Sabina, quien ignoraba lo que había hecho su compañero, siguió con el trabajo que había empezado y compuso ‘Y nos dieron las diez’.
Cuando descubrieron que cada uno había afinado su inspiración y le había dado su forma personal a esas líneas de trozos de papel y servilletas de bar, tuvieron sus más y sus menos. En principio, acordaron que Joaquín no sacaría la canción como single de su disco Física y Química ya que Los Secretos sí que utilizarían 'Ojos de gata' como canción principal del álbum Adiós tristeza que estaba ya a punto de ver la luz. Cambios de opinión, presiones de discográficas o rifirrafes personales hicieron que finalmente ambos sacaran sus canciones como singles principales de sus respectivos discos.