De los de tirarse al barro y acabar empapados en sudor o de los que disfrutan de la música abrazando la comodidad de una butaca. Si algo están echando en falta tanto los aficionados a la música en directo como los propios artistas desde que se declarara la pandemia es el calor del patio de butacas, en muchos casos trasladados al sofá de casa y a una conexión en streaming.
Con salas cerradas, aforos reducidos y la sensación agridulce que corear los temas desde una silla sin engancharse al amigo de turno ni tragos de cerveza, instaurados como la nueva normalidad de los conciertos, un grupo de científicos alemanes de la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg ha realizado un experimento para cuantificar el verdadero alcance de los contagios en estos espacios que albergan eventos masivos, deportivos o culturales. Sus resultados, aun pendientes de revisión, arrojan algo de luz al panorama.
El simulacro se realizó en Leipzig en agosto. Un concierto del artista alemán Tim Bendzko junto a su banda en el Quarterback Immobilien Arena en el que los asistentes eran en realidad voluntarios colocados estratégicamente a lo largo del reciento, con mascarillas y manos bien desinfectadas. El objetivo era medir el alcance del contagio en este tipo de eventos realizados en interiores.
¿Qué dicen los resultados? El riesgo de contagio, mientras se mantengan las medidas de seguridad e higiene adecuadas, una buena ventilación del espacio y el control de aforo, sería "bajo o muy bajo".
No obstante, los resultados del estudio aún están pendientes de revisión. Esta es precisamente la crítica que expertos como el Dr. Gabriel Sacally, presidente de epidemiología y salud pública de la Real Sociedad de Medicina estadounidense argumenta. El médico reconoce los resultados como "útiles", según recoge The New York Times, pero subraya la dificultad de reproducir esos mismos estrictos mecanismos de seguridad que formaron parte del experimento en todos los eventos que se realicen "en la vida real".
Desde que estalló la crisis sanitaria, los espacios culturales, espectáculos o eventos se han visto drásticamente reducidos. Esto no solo ha acabado con el ocio y el goce de muchos, también con el sustento de unas 700.000 familias españolas, en cálculos de la plataforma Alerta Roja.
Este movimiento de unificación sectorial de la industria del espectáculo y los eventos, organizó en España -en sintonía con otras plataformas europeas- protestas presenciales y online en España para denunciar el olvido institucional que golpea a este sector a causa de la pandemia bajo el reclamo “#culturasegura”. Demostrar, como pretende el simulacro alemán, que hacerlo de manera responsable es posible sería un gran paso en la carrera por la recuperación de un sector que, ya antes de la llegada del virus, se antojaba precario.